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San Pedro de Ávila, punto y seguido

La intervención sobre el patrimonio histórico construido, especialmente en aquel que goza de algún grado de protección, se ha convertido en las últimas décadas en una disciplina que obliga al trabajo en equipo de diferentes especialidades, necesariamente coordinadas para lograr un objetivo común: conocer el objeto sobre el que se interviene y garantizar su pervivencia para generaciones futuras.

 

 

Foto: Joaquín García/FSMLRealPH

 

Así ha sido en el caso de la intervención en la iglesia de San Pedro de Ávila, donde la necesidad de actuación en los ábsides reunió a un importante grupo de profesionales orientados a lograr la mejor documentación posible que garantizase un correcto diagnóstico y una propuesta de intervención ajustada.

Emblemática en la ciudad de Ávila, caracterizada por su generoso rosetón, preside desde hace más de diez siglos la actividad en la Plaza de Santa Teresa, junto a la muralla, y forma parte junto con otros tres templos y el conjunto amurallado, de la declaración de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Con marcadas influencias de San Isidoro de León y probablemente coetánea de la de San Vicente, es un templo de tres naves, la central más elevada que las laterales, atravesada por un marcado crucero que se señala en altura con la presencia de un cimborrio. En su cabecera las naves se rematan con sendos ábsides semicirculares con breves tramos rectos todos ellos.

Es sobre estos ábsides, específicamente la situación de sus cubiertas y fábricas exteriores, acerca de lo que la parroquia de San Pedro remitió una solicitud de intervención a la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León. Una vez estudiada, se emitió un informe señalando el evidente interés del bien y su necesidad de restauración, así como la disposición de la parroquia a sufragar su parte proporcional de la actuación. Pero además se señalaban dos cuestiones que resultaron claves en el planteamiento y desarrollo de la actuación. Era necesario ampliar el conocimiento que se tenía del edificio y sería interesante incluir las pinturas murales del interior para abordar la actuación con un carácter que superase la mera reparación, pensando en el edificio como un todo.

 

Foto: Joaquín García/FSMLRealPH

 


 

Las causas del deterioro:

La consulta de las fuentes documentales y un primer análisis de las lesiones observables a simple vista establecieron que, aparentemente, los problemas más importantes de los ábsides se referían a la acción de la humedad en tres niveles, la coronación, la cimentación y los paños de fábrica y sus motivos decorativos.

En las cubiertas, los problemas se originaban por colmatación de las canales de teja y problemas en el alero, que permitía el resbalado del agua por los paños de piedra. En cimentación, por el deficiente diseño de la pavimentación de protección y la excesiva proximidad del jardín, que producían el deterioro de las juntas. En las fábricas, por los graves deterioros en algunos de sus elementos arquitectónicos y decorativos, provocados por la humedad y la mala calidad de la piedra.

Esta humedad se hacía patente también en las afloraciones de sales en el interior de los ábsides y, además, se trataba de un problema recurrente que había sido abordado en diferentes actuaciones a lo largo de la vida del edificio, de las cuales, al menos las pertenecientes al siglo XX, estaban documentadas.

 

Es un artículo de Joaquín García Álvarez, arquitecto de la Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico.

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