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Capiteles vegetales de la portada occidental

Identificador
50230_02_054n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 15' 10.29'' , -1º 17' 42.00''
Idioma
Autor
Sin información
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Puilampa

Localidad
Sádaba
Municipio
Sádaba
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Descripción
Se encuentra ubicada a unos 3 km de Sádaba, en dirección sureste, y para llegar a ella existen varias opciones, aunque la más sencilla y mejor señalizada parte de la carretera hacia Pinsoro (CHE-1506) desviándonos a la izquierda por un camino asfaltado tras pasar la primera gasolinera. Más adelante dicho camino se convierte en una pista bien pisada que llega hasta una pardina de propiedad particular con la señalización pertinente hacia la iglesia. La iglesia de Puilampa, o Puylampa, formaba parte de un antiguo establecimiento agustiniano dedicado a hospital de peregrinos relacionado directamente con el Camino de Santiago. Tradicionalmente se ha relacionado su nombre con la asistencia que aquí recibirían los caminantes procedentes del Este de la Península, tanto los que cruzaban la frontera francesa por Port Bou como los que venían de distintas localidades catalanas y seguían la ruta jacobea secundaria que atraviesa Lérida, Huesca, Ayerbe, Murillo, Agüero y Uncastillo. Sobre el muro hastial de la iglesia un torreón, actualmente desaparecido, les serviría de orientación durante la noche gracias al fuego prendido sobre la terraza de Podium Lampadii, el pedestal o podio de la antorcha. No todos los estudiosos coinciden en esta explicación debido a la existencia del nombre con anterioridad al establecimiento religioso. En efecto, la referencia documental más temprana sobre Puilampa data del año 1132, momento en el que Alfonso I el Batallador hace una concesión a Andrés, hijo del conde Huas, para que pudiese poblar Puio Lampado con hombres de Uncastillo. Parece ser que éste fue el origen de una población que en los escritos antiguos se nombra como Puylampago, según Oliván y otros autores. En 1151, Ramón Berenguer IV incluyó esos terrenos en la dotación al monasterio de Santa Cristina de Summo Portu de los Pirineos para que edificara un cenobio, por lo que quedaba regido por monjes hospitalarios al convertirse en filial de éste. Abbad hace referencia a un escrito medieval conservado por los antiguos propietarios, fechado en la era 1189 y firmado por Willelmo del Monte en representación de los hospitalarios, que identifica con el documento de esta donación. En torno a esa misma fecha el papa Eugenio III citaba Puylampa como lugar perteneciente al monasterio de Santa Cristina, pero no señalaba la existencia de ninguna iglesia, indicio de que su construcción fue posterior. Tras la desamortización, la iglesia pasó a manos del barón de Alcalá, quien más tarde la vendió a Salomé Cosculluela, que a su vez la dejó en herencia a su hija, y así sucesivamente hasta los propietarios actuales, que facilitan su visita a través de las oportunas gestiones del Ayuntamiento de Sádaba. Quedó despoblado entre 1940 y 1950 lo que aceleró su deterioro, acumulado durante bastantes años. Una década más tarde, el arquitecto Ramiro Moya realizó un proyecto de restauración, aprobado por la Dirección General de Arquitectura, que no se ejecutaría hasta los años 70. Los trabajos se basaron en la consolidación de cimientos, reparación de grietas, cerramiento de la escalera de caracol a la altura del hastial, reposición de los fustes que faltaban en la portada y recolocación de la parte rota del tímpano, atravesado por una grieta. La planta de la iglesia de Puilampa está constituida por una sola nave de 16,90 m de longitud y 5,86 m de anchura, dividida en dos tramos, y rematada por una cabecera con ábside semicircular orientado al Este, que alberga las tres ventanas que iluminan su interior. El templo tiene dos puertas de acceso, la principal en el muro oeste y otra menor en el primer tramo del muro sur. Esta construido con sillares bien tallados, distribuidos en hiladas de 28-33 cm, con una potencia de muros que alcanza los 1,40 m. En algunos sillares se observan marcas de cantero, predominando entre ellas las de forma de flecha, de ángulo recto, la letra omega invertida y la espiral. Los dos tramos de la nave están cubiertos con bóveda de crucería simple y el ábside hace lo propio mediante una bóveda de cuarto de esfera reforzada con dos nervios radiales que convergen en el arco de embocadura. Los vanos de iluminación abren centrados en cada uno de los tres lienzos del ábside. Al interior están configurados por un arco de medio punto abocinado, enmarcado por dos arquivoltas en gradación, con baquetón en su arista, que apean en columnillas de fuste cilíndrico, con capiteles adornados mediante sencillos motivos vegetales. Al exterior los vanos están perfilados en chaflán y dispuestos bajo una arquivolta similar a las interiores, que apea igualmente sobre capiteles decorados con motivos vegetales. La única diferencia, además del número de arquivoltas, son las chambranas que protegen los vanos en el exterior, decoradas con un motivo geométrico a base de un entrelazo de doble bucle continuo que se repetirá continuamente en el interior. El alzado semicircular interior de la cabecera queda dividido en tres lienzos por las columnas de fuste cilíndrico adosadas al muro que sustentan los dos nervios de la bóveda. Estos nervios, de sección trilobulada, se unen en la clave del arco fajón inmediato. En cada lienzo abre una de las ventanas descritas anteriormente, presentando por encima y por debajo dos molduras horizontales con decoración geométrica de entrelazo de doble bucle continuo. La superior se dispone a la altura de los cimacios de los capiteles y recorre por completo el perímetro interior del templo, y la inferior, desarrollada tan sólo en la cabecera, se ubica bajo las basas de las columnillas de los ventanales. Al exterior, el cilindro absidal también se encuentra dividido en tres lienzos verticales por cuatro haces de triples columnas adosadas, con la central de mayor diámetro que las laterales. Una moldura con la misma decoración que las interiores rodea el perímetro del edificio a la altura de los cimacios de los capiteles exteriores de las ventanas del ábside. Por encima, una cornisa con canecillos lisos compone el pequeño alero del tejado. Reforzando los paramentos laterales exteriores se disponen pares de columnas adosadas que se elevan hasta la cornisa, coincidiendo en su ubicación con las interiores. En el primer tramo del muro sur abre una de las dos portadas de este templo. Se trata de una sencilla puerta arquitrabada, de 0,76 m de anchura, en la que el dintel queda sustentado por dos ménsulas en nacela, que presentan en su cara externa dos sencillas decoraciones incisas geométricas. En el muro occidental abre la portada principal, de mayor envergadura, con 5 m de anchura y un vano con 1,28 m de luz. Está formada por un arco de medio punto con seis arquivoltas, de las que todas tienen sección angular salvo la interior, con un grueso toro en su arista, y la segunda comenzando por el exterior, de sección cóncava. En referencia a las primeras, presentan en sus caras visibles diferentes variantes de motivos en zigzag que han sido relacionados con la arquitectura cisterciense, combinados en dos de las roscas con decoración vegetal de tallos y hojas flordelisadas. El conjunto de arquivoltas apea sobre una imposta constituida por los cimacios de los capiteles, con la particularidad de que al lado sur presenta una lacería curvilínea y al lado norte roleos de los que brotan hojas de lóbulos picudos. Los capiteles, decorados con abundantes motivos vegetales esquematizados y plásticos, como combinaciones diversas de tallos, hojas lobuladas picudas o lisas, en ocasiones vueltas en piñas, volutas y tallos toscamente entrelazados, botones y roleos, coronan los fustes cilíndricos lisos de las columnas. Dos ménsulas en nacela molduradas sustentan el tímpano de la portada, que contiene un crismón circular, trinitario, de seis brazos fileteados, con aro recorrido por un motivo en zigzag, y una roseta central a modo de flor de 12 pétalos. Las letras que lo componen aparecen en su posición ortodoxa y también se encuentran fileteadas. El crismón está sustentado por tres tallos vegetales con hojas bifurcadas en sus extremos. A ambos lados del crismón, en lo alto del tímpano, se disponen un sol con nueve rayos, y una luna en cuarto menguante, el primero en el lado de la letra alfa y la segunda en el de la omega, componiendo la habitual tríada cósmica que encontramos en tantos crismones de la época. En los ángulos laterales del tímpano aparecen dos árboles o arbustos, con nueve ramas cada uno, de las que cuelgan piñas. El borde exterior, en su parte superior se adorna con una sencilla sucesión de cabrios, y en la base se aprecia una inscripción en la que nos detendremos más adelante. El interior de la nave, dividida en dos tramos por un arco fajón central sustentado por dos columnas pareadas, está cubierto por bóveda de crucería simple. En el tramo más cercano a la cabecera los nervios de la bóveda presentan sección en doble baquetón y alojan en su intersección una pequeña roseta de doce pétalos. Los nervios del tramo occidental se componen de baquetón triple y en la clave muestran la misma solución ornamental que los anteriores. Estos nervios descargan en columnas alojadas en los ángulos de cada tramo. Todos los capiteles presentan decoración de motivos vegetales y lacerías geométricas. Tanto los capiteles interiores de columnas y ventanas como los exteriores despliegan temas de notable homogeneidad: tallos rematados en hojas picudas, hojas lisas o hendidas, a veces vueltas en piñas, orificios de trépano, secuencias de roleos por delante de las hojas, trenzados, perlados y sogueados, sucesión de cabrios incisos, distintas modalidades de entrelazos de patrones circulares o de otro género; en los cimacios, motivos geométricos de entrelazo (en ocasiones bastante torpes) y roleos; incluso a veces decora con sogueado o cabrios las basas de las columnas. Es muy notable la coherencia formal y temática de la decoración en relieves de este templo, con variantes debido a la participación de maestros individualizados, lo que nos indica una construcción continuada y no muy dilatada en el tiempo, llevada a cabo por un mismo taller que hace evolucionar a su manera el repertorio ornamental de la época. Muy efectista, pero con evidentes limitaciones en el tratamiento plástico y compositivo de los motivos, su quehacer marca un hito en las ornamentaciones de las iglesias de Cinco Villas. Tanto en el interior como en el exterior del templo han perdurado numerosas inscripciones que nos ayudan a conocer mejor su devenir histórico. Comenzando por el exterior, en la jamba norte de la portada principal aparecen inscritas las siguientes líneas: ERA MCC LX / II OBIIT G(i)L GAS / TON SACERDOS PODI / LAMPADI IN DIE E[...]U / P[ER]IIT [...] PETRU(m) P[ER]IT ET PETRU(m)/ LUPIES PEREGRINI DISCIPULOS / EIUS ISTAS LITERAS FECERUNT, que se traducen como “En la era 1262 murió Gil Gastón, sacerdote de Puilampa. En el día (...) Pedro Perit y Pedro Lupies, peregrinos, sus discípulos, hicieron estas letras”. Se trata del epitafio de Gil Gastón, sacerdote de Puylampa, realizado en el año 1224 por estos dos discípulos suyos. Siguiendo el perímetro de la iglesia hacia nuestra derecha, la siguiente inscripción que nos encontramos se encuentra en la parte superior de las dovelas centrales de la arquivolta inmediata al tímpano, donde puede leerse BERNARDUS ME FECIT, cuya traducción es “Bernardo me hizo”, identificada con bastante seguridad con la mano del autor de la portada o del maestro de obras. En la parte baja del perímetro del tímpano se observa otra inscripción, que en este caso hace alusión a la puerta sobre la que se encuentra, en la que dice + PORTA: PER: HANC: CEL: FIT: PER VIA CUIQUE: FIDELI: +, cuya traducción es “Por esta puerta el cielo se hace accesible a cualquier fiel”. Como bien indican Cabañero y Escribano, se trata de un texto similar a la primera parte de la puerta mozárabe de San Juan de la Peña, dentro de la tradición de referencias a la puerta del cielo tan usuales en la época románica y que en Aragón cuenta con ejemplos semejantes como las inscripciones de las puertas de Santa María de Iguácel y Santa María de Santa Cruz de la Serós. Junto a la pequeña puerta secundaria situada en el primer tramo del muro sur se encuentra otro epitafio, en esta ocasión de fray Juan Furtia, datado el 24 de mayo de 1186 (?), cuyo texto original es el siguiente: + ...XXIIII VIIII K(a)L(endas) IVNII OBIIT FR (ater) IOH(anne)S FURTIA. Su traducción es: “En las nueve calendas de junio (24 de mayo) murió fray Juan Furtia”. Su parte inicial se ha perdido debido a la erosión, aunque los expertos consideran que se leería [ERA MCC XXIIII], indicando la era de 1224, o año 1186. El resto de inscripciones se sitúan en el interior del edificio y hacen referencia probablemente a su fecha de consagración. Son tres, aunque una de ellas no se llegó a acabar, y ofrecen las siguientes transcripciones: en la primera, situada en el muro norte del primer tramo, se lee E(ra) MCC XXVIIII traduciéndose por “Era 1229”, o lo que es lo mismo, el año 1191. En el mismo lienzo de muro se encuentra la inacabada, era m + que según Cabañero y Escribano debió de estar imaginada como la anterior. En el muro oeste, al norte del acceso principal, se encuentra la tercera, en la que se lee ERA M + CC XXVIIII, haciendo alusión a la misma fecha de consagración que la primera, el año 1191, fecha muy próxima a la del epitafio de fray Juan Furtia, 1186, y entre las cuales se deben situar las inscripciones de la portada. Algunos elementos de la iglesia de Puilampa guardan relación con otros vestigios románicos de la zona, como el caso del tímpano, que contiene un programa similar a los de la iglesia Volada de El Bayo, a escasos 10 km de distancia, y en menor medida con el de la Virgen de la Concepción de Cambrón, visible desde el pequeño montículo sobre el que se eleva Puylampa. Gracias a la inscripción de la primera arquivolta de Puilampa, ya comentada, conocemos el nombre del autor, el maestro Bernardo, que se puede asociar a los de El Bayo y Cambrón comparando los paralelismos temáticos y técnicos, aunque en este caso con una cronología más temprana ya que en la iglesia Volada de El Bayo utiliza esquemas más elaborados dentro de la corriente favorable a la eliminación de las representaciones historiadas. Por otro lado, Abbad subraya que las iglesias de Puilampa, Cambrón, Castiliscar y Layana se caracterizan por la menor influencia de la escuela que en sus tiempos se relacionaba con la peregrinación a Santiago de Compostela y que hoy englobamos en la difusión de fórmulas ornamentales hispanolanguedocianas, por la ausencia de temas vivos, animales o humanos, por la personalidad en el modo de desarrollar los temas vegetales y por la decoración de las molduras y sus perfiles. Otro elemento de interés en la arquitectura del edificio que no se debe dejar pasar por alto es el tramo de escaleras que prueba la existencia de un cuerpo elevado (terraza o torreón-faro de Podium Lampadii -el hipotético pedestal del fuego- situado en el vértice noroccidental de la iglesia), por encima del nivel actual de la techumbre, que serviría según la propuesta tan difundida (pero problemática como ya ha quedado dicho) para guiar a los peregrinos. Accesible desde el interior gracias a un vano adintelado, de 0,60 m de anchura y 1,67 m de altura, abierto en la parte norte del hastial a unos 3,5 m del suelo, se puede subir el primer tramo de una escalera de caracol distribuida en torno a un machón central, alojada en el grosor del muro oeste. No se conserva ningún indicio de la forma que pudo tener el torreón al que conducía, y por ello en la última restauración se procedió a cubrirlo con la techumbre a dos vertientes del resto de la iglesia. Conviene comentar que no es el único caso de puerta en alto en ese emplazamiento del hastial dentro de iglesias tardorrománicas, puesto que lo vemos, por ejemplo, en Santa María Jus del Castillo de Estella, donde nada tuvo que ver con un pretendido faro de peregrinos. Por otro lado, Oliván, Pérez y Jiménez hacen referencia a un antiguo sarcófago de piedra, hallado junto al muro norte, que en el momento de la edición de sus estudios era utilizado como pila de agua para los animales y que actualmente ha desaparecido. Gracias a las inscripciones conmemorativas conservadas en los muros interiores suponemos que la consagración se llevo a cabo en el año 1191. A pesar de ello, lo avanzado de parte de los esquemas edilicios utilizados ha llevado a algunos autores a suponer la existencia de varias fases constructivas. Por ejemplo, tal como indican Almería y Abbad, el sistema de cubrición de la nave es más propio de un románico avanzado, en torno a principios siglo XIII, al igual que las formas escultóricas de su portada. Sin embargo, el uso de bóvedas de crucería en el románico tardío del tercer tercio del siglo xii constituye una constante en el área geográfica en torno al valle del Ebro, con ejemplos tan señalados como La Oliva o Tudela. Las bóvedas con nervios convergentes en el arco de embocadura se desarrollan en la zona desde la construcción de la cabecera de Santo Domingo de la Calzada, iniciada en la década de 1150. La consagración de Santa María de Ejea de los Caballeros en 1174, donde encontramos dicho tipo de bóveda asociada a nervios de sección trebolada, confirma que en Puilampa se estaban empleando fórmulas difundidas en las inmediaciones. En cuanto a la portada, ciertamente se aprecian soluciones ornamentales algo distintas de las reconocibles en la cabecera, pero pertenecientes a un mismo repertorio y que pueden explicarse con facilidad, como se ha dicho, por la presencia de distintos escultores. En consecuencia y como ya hemos avanzado, la fecha de 1191 nos ofrece un referente válido para enmarcar en un corto plazo de años antes y después la ejecución completa de la iglesia.
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