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Muro meridional

Identificador
24514_01_024
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 35' 2.35'' , -6º 49' 1.17''
Idioma
Autor
Pedro Luis Huerta Huerta
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Miguel

Localidad
Corullón
Municipio
Corullón
Provincia
León
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA SE ENCUENTRA a la entrada de la población, sobre la ladera de un pequeño promontorio situado junto a la carretera. Fue declarada Monumento Nacional el 4 de junio de 1931 y restaurada en 1977 y 1978 por iniciativa del Ministerio de la Vivienda según proyecto de Pons Sorolla. La primera referencia histórica sobre el templo se halla en un documento fechado el 13 de agosto de 1120 por el que la reina doña Urraca entregó a los ermitaños de Santa Marina de Valverde el monasterio de San Martín situado “entre el monte y la parroquia de San Miguel”. Como bien señala Cosmen Alonso, durante la plena Edad Media no se la cita entre las posesiones de la diócesis de Astorga ni entre las que formaban el dominio monástico de Carracedo. Sólo algunos documentos de este último aluden a ella, como el trueque llevado a cabo en 1274 con Pedro García en el que se incluye “o quiñon de la eiglesia de San Miguel de Corullon”. Varios han sido los autores que se han ocupado de su estudio. El primero que dio a conocer este templo fue José María Quadrado que lo relacionó con la Orden del Temple, la cual tuvo en la zona importantes posesiones, aunque tal idea no ha sido refrendada hasta la fecha con pruebas documentales. Manuel Gómez-Moreno, que definió al edificio como una construcción románica avanzada, no hizo ninguna mención a tal dependencia, pero sí José María Luengo y Martínez que la fechó hacia mediados del siglo XII. También Javier Castán se hizo eco de la tradición templaria sin llegar a descartarla del todo. M.ª Concepción Cosmen se mostró más cauta sobre este particular y fechó la construcción en la segunda mitad del siglo XII. Se trata de una iglesia en cuya fábrica se mezclan la sillería y el sillarejo de pizarra, caliza, toba y algunas piezas de granito. Consta de una sola nave, dividida en tres tramos de distinta longitud, y un ábside semicircular sin tramo recto. A los pies se añadió posteriormente una torre de planta rectangular a la que se accede desde el interior por un sencillo arco de medio punto abierto en el muro occidental de la iglesia. Lo más notable de este templo es su fachada meridional cuya ordenación responde a un proyecto muy maduro inspirado en la decoración del brazo meridional del crucero de San Isidoro de León. En la parte baja se abre la portada -ligeramente adelantada respecto a la línea general del muro- formada por un vano adintelado sobre el que se dispone un tímpano liso decorado con una retícula y enmarcado por una moldura de bocel. El arco de medio punto que lo cobija presenta un grueso baquetón entre medias cañas y se guarnece bajo una chambrana de billetes. Está soportado por una pareja de columnas provistas de sus correspondientes capiteles y cimacios. La del lado derecho presenta un fuste de dos piezas, una de ellas de mármol, rematado con una cesta vegetal -tal vez reutilizada- compuesta por hojas de acanto muy esquemáticas y sobre ellas caulículos estriados que se enroscan modo de volutas. El capitel del lado izquierdo tiene el collarino sogueado y el resto cubierto con dos filas de cabezas antropomorfas y de animales ejecutadas con suma tosquedad. Los cimacios se decoran con tres filas de tacos. Sobre la portada se colocó un friso de tres arcos de medio punto moldurados como el de la portada y soport ados por cuatro columnas de fustes monolíticos, coronadas por capiteles esculpidos con parejas de figuras humanas de aspecto muy grotesco y cimacios de tacos, salvo uno que presenta simples molduras rectas. En las enjutas se disponen tres mascarones de rasgos deformes. Junto a estos arcos aparece otro que alberga unas aspillera y que se prolonga hacia abajo ocupando el espacio que queda entre la puerta y el contrafuerte más occidental de la nave. En este muro sur se abren dos ventanas profusamente decoradas situadas sobre una imposta de billetes. Constan de una aspillera protegida por un guardapolvo taqueado y dos arquivoltas de bocel soportadas por dos parejas de columnillas con capiteles ornados con mascaras antropomorfas, figuras deformes y motivos vegetales. Los cimacios se adornan con tacos, listeles y hojas. Por encima de estas ventanas corre una imposta lisa sobre la que apoyan una serie de basas y fustes que según Cosmen Alonso pudieron formar parte de una galería ciega destinada a soportar el alero del tejado. El muro septentrional está jalonado por cuatro contrafuertes, dos en los extremos y otros dos a lo largo del muro. En los tramos más cercanos a la cabecera se abren dos sencillas aspilleras. El ábside se levanta sobre un alto zócalo o banco corrido de mampostería y canto rodado. Se articula en tres paños por medio de dos contrafuertes prismáticos que llegan hasta la cornisa. El paño central está perforado por una sencilla aspillera. La cornisa -en gran parte restaurada- está sustentada por una serie de canecillos de variada temática entre los que se distingue a un exhibicionista, una parturienta, un personaje mesándose las barbas, otro sujetando una máscara, un león recostado y varios animales más. Algunos de ellos parecen directamente inspirados en los de la vecina iglesia de San Esteban. Varias piezas de la cornisa presentan también decoración de entrelazo. En la pared exterior de una casa cercana a esta iglesia se ha conservado un relieve -posiblemente restos de un antiguo capitel- decorado con dos personajes de ojos saltones y pupilas horadadas, de estilo cercano al de los canecillos de San Miguel, a cuya fábrica pudo pertenecer en origen. En el interior, la nave se cubre con una techumbre de madera a dos aguas, aunque en origen tuvo, al menos proyectada, una bóveda de cañón dividida en tres tramos por arcos fajones que no se llegaron a hacer o no se han conservado. Actualmente los muros norte y sur están reforzados por dos pilastras rectangulares que se corresponden con los contrafuertes exteriores. Las del lado del evangelio se rematan con impostas de rombos. Otras dos pilastras se colocan delante del arco triunfal. Coronando los muros corre una imposta biselada que en origen debería haber marcado el arranque de la bóveda de cañón. La nave recibe la luz del exterior a través de cinco vanos abiertos en los lienzos norte y sur. En el primero de los casos se trata de simples aspilleras, mientras que en el segundo son una saetera y dos ventanas abocinadas con arcos de medio punto sobre columnillas provistas de capiteles pésimamente conservados en los que a duras penas se intuye la presencia de cabezas antropomorfas y motivos vegetales. Al ábside da paso un arco triunfal de medio punto doblado soportado por una pareja de columnas con sus correspondientes capiteles. El de la derecha lleva cimacio con pequeñas molduras de bocel y cesta cubierta de hojas carnosas con bolas en la parte superior. El de la izquierda presenta un motivo de entrelazo muy esquemático en torno a una máscara central. Durante las últimas obras de restauración se descubrió en el centro del hemiciclo una ventana compuesta por una saetera de amplio derrame cobijada por un arco de medio punto doblado soportado por una pareja de columnillas dispuestas sobre basas áticas con plinto decorado con bolas y capiteles ornados con motivos vegetales muy esquemáticos. Este espacio se cubre con una bóveda de horno construida con finas lajas de piedra. El análisis de todos estos elementos no permite, ni mucho menos, establecer conclusiones categóricas y definitivas sobre la cronología del edificio. Los argumentos esgrimidos en su día por Cosmen Alonso para fijar su construcción en la segunda mitad del siglo XII son perfectamente válidos para adelantarla a la primera mitad de la misma centuria. El tipo de planta, los arcos de medio punto y las labores escultóricas que según la citada autora son síntoma de la asimilación de corrientes del románico pleno no creemos que sean argumento suficiente para llevar su cronología más allá de los años centrales del siglo. Ya hemos señalado, además, que los canecillos del ábside parecen inspirados en los de la cercana iglesia de San Esteban y no vemos un motivo aparente para retrasar demasiado su cronología respecto a ésta.
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