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Portada románica

Identificador
50028_01_026n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 4' 11.18'' , -1º 20' 0.09''
Idioma
Autor
Jesús Andrés Navarro
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Blas

Localidad
Anento
Municipio
Anento
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Descripción
La iglesia de San Blas de Anento ejerce como templo parroquial. Ubicada en la parte oriental del pueblo, el instrumento que atestigua su pertenencia al arciprestazgo de Daroca en 1280 avala la existencia de una construcción ya en el siglo XIII. El edificio, al igual que el conjunto de la localidad, debió de sufrir abundantes desperfectos durante la Guerra de los Pedros, en el tercer cuarto del siglo XIV, fecha en la que se datan varias intervenciones. En época gótica se le añadió un pórtico de cuatro tramos en el lado sur, que cubre la portada románica primitiva. Según Mañas, a partir de la segunda mitad del siglo XIV la totalidad del templo estuvo decorado con pinturas murales, de las que sólo se han conservado las de la cabecera y parte de la nave. Quedan a la vista las del lado meridional y las de la bóveda (las restantes permanecen ocultas tras el gran retablo) que el mismo autor atribuye a los artífices de los murales franco-góticos de San Miguel de Daroca. Más tarde se realizaron el púlpito, de traza mudéjar, y el coro. Con motivo de unas obras de canalización en 1985 aparecieron junto a la cabecera del templo restos humanos de época moderna, que formaban parte del antiguo cementerio parroquial. El atrio y el exterior de la iglesia han sido restaurados recientemente. El primero de ellos, hasta hace algunos años, estaba dividido en dos pisos y habilitado para vivienda del párroco. La portada románica se encontraba tabicada y al interior del templo quedaba oculta por un retablo. Se trata de un edificio de nave única rematada en testero recto correctamente orientado. De dimensiones considerables (21 m de longitud y 7,40 de anchura), consta de nueve tramos, incluyendo el correspondiente a la cabecera, separados por arcos fajones apuntados que apean sobre pilastras sencillas. Pertenece a una tipología rural que alcanzó cierta difusión en la segunda mitad del siglo XII y a lo largo del XIII, aquí ejecutada con modestia especialmente evidente en lo relativo a los materiales constructivos y a la ornamentación. Abbad, inexplicablemente, destaca la rudeza de su inexistente cilindro absidial. La mampostería que predomina en su fábrica alterna con sillares o ladrillo en elementos estratégicos como arcos y vanos. Se cubre con bóveda de cañón apuntado sobre arcos fajones, al igual que la estancia de la sacristía, aunque en este caso la bóveda cuenta con un fajón intermedio que apea sobre ménsulas. Conviene resaltar que los tres arcos fajones más cercanos a la cabecera están realizados en ladrillo; para los otro cuatro utilizaron sillares de unos 24 a 27 cm. El resto del espacio interior se encuentra enlucido y pintado, por lo que es imposible distinguir las características del aparejo. Sobre la bóveda se dispone directamente una cubierta de teja a doble vertiente. Junto al tramo más cercano a la cabecera, en el lado norte, la planta se prolonga en una sala cuadrangular, con funciones de sacristía, a la que se accede por una puerta adintelada. Parece corresponder a la construcción original la aspillera alta, perfilada en ladrillo, abierta en el testero. Debajo se abre otra ventanita más pequeña, también de ladrillo, retocada. Ambas quedan ocultas tras el retablo, lo que dificulta su valoración. Una tercera aspillera con derrame interior terminado en medio punto se localiza en el muro meridional junto al retablo; su presencia no cuadra con los motivos ornamentales pintados a su alrededor. Junto a él, hacia el interior, se puede apreciar el derrame interno de otro vano de medio punto que quedó cegado tras construirse el pórtico gótico; éste, en cambio, sí que dispone de enmarque pintado. Existen además otros vanos de iluminación añadidos a la construcción original (uno apuntado en el hastial y tres de medio punto en el lado sur, por encima del pórtico). La portada románica, cobijada por el pórtico gótico, se abre en el quinto tramo del muro meridional. Se trata de un vano de medio punto con una luz de 1,81 m y una anchura total de 3,49 m. Se configura a base de arco interior liso y dos arquivoltas decoradas, la interior con doble baquetón y la exterior ornamentada mediante rosetas de seis pétalos inscritas en círculos. La chambrana exterior se adorna con puntas de diamante, aunque por su posición tan cercana a la arquivolta exterior parece formar parte de ésta. El conjunto apoya sobre una imposta de molduraje sencillo que a su vez apea sobre jambas lisas. En el lado oriental de la imposta aparece una pequeña cabeza antropomorfa, de factura tosca, en la que se distinguen claramente los rasgos faciales como ojos, nariz y boca, a pesar de que la mejilla derecha haya perdido parte de su volumen. Los motivos ornamentales y su disposición achaflanada acreditan su elaboración en época tardorrománica. A ambos lados de la nave, sustentando el alero, en la parte más cercana a los pies de la iglesia, se conservan varios modillones, diez en el lado norte y nueve en el lado sur. Algunos son lisos, aunque la mayoría presentan decoración geométrica muy sencilla. En uno se distingue el motivo en forma de tonel con boquilla que encontramos utilizado como instrumento musical en canecillos de templos románicos más septentrionales. De época gótica datan los dos principales elementos añadidos al templo románico: la torre de piedra emplazada al oeste de la sacristía y adosada al muro norte, y el ya citado pórtico meridional. En el interior de la iglesia se puede contemplar una pieza relevante: el retablo mayor, uno de los de mayores dimensiones dentro del estilo gótico conservados en Aragón. Con sus 7 m de alto por 6,80 m de ancho se adapta perfectamente a la cabecera del edificio. Cuenta con una triple advocación, algo frecuente en la escuela pictórica zaragozana: San Blas, la Virgen del Patrocinio y San Zenón. Se ha fechado en torno a 1440 y se atribuye a Blasco de Grañén. Ha sido restaurado recientemente recuperando gran parte de su esplendor original.
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