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Vista general del Castillo y villa de Bellver de Cerdanya

Identificador
25051_03_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.370850, 1.778040
Idioma
Autor
Montse Jorba i Valero
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Castillo y villa de Bellver de Cerdanya

Localidad
Bellver de Cerdanya
Municipio
Bellver de Cerdanya
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Castillo y villa de Belllver de Cerdanya

Descripción

BELLVER DE CERDANYA

El municipio de Bellver (denominado Bello videre, Belvezer, Belver en el  siglo xiii) es un conglomerado de diferentes pueblos, masías aisladas y aldeas diversas que conforman uno de los mayores municipios de la comarca. Bellver es el principal núcleo de la subcomarca de la Batllía, situada al suroeste de la Cerdanya, y que también incluye los municipios de Prullans y Riu de Cerdanya. Administrativamente pertenece a la provincia de Lleida, aunque sus hechos históricos y geográficos la vinculan estrechamente con Puigcerdà, capital de la comarca, con la Seu d'Urgell y con Ripoll y Vic, más allá de la collada de Tosas, desde la Alta Edad Media. Situado en el centro de la Batllia o Petita Cerdanya, ocupa la cuenca alta del Segre y se extiende a ambas riveras del río y sus afluentes. En su territorio se encuentra el parque natural del Cadí-Moixarò. Por el coll del Pendís se cruza la sierra del Cadí por el antiguo camino que en época medieval, comunicaba la Cerdanya con el Berguedà. Sus entidades de población son: Baltarga, Beders, Bor, Coborriu de Bellver, Cortàs, Èller, Nas, Olià, Ordén, Pedra, Pi, Riu de Santa Maria, Sant Martí dels Castells, Santa Eugènia de Nerellà, Santa Magdalena de Talló, Talló, Talltendre y Vilella.

 

Una de las primeras muestras de la presencia humana en este término corresponde a las pinturas rupestres prehistóricas del abrigo de la Vall d´Ingla, descubiertas en 1983. Del mismo modo, las cuevas de Bor o los dólmenes megalíticos de Ordén y Anes confirman también esta presencia. Se han localizado, igualmente, vestigios de la etapa ibérica, como pequeñas figuras de bronce o monedas en Gallissà y Baltarga. A pesar de no contar con documentación escrita, si que se tiene constancia de asentamientos romanos por los vestigios arqueológicos hallados en Talló, si se tiene en cuenta su emplazamiento estratégico, en una encrucijada de caminos (strata Ceretana). Más adelante fueron los visigodos quienes se instalaron en la zona aprovechando la estructura del castillo romano, en lo alto de la colina, para establecer una guarnición militar con la que consolidar su dominio. Alrededor del castillo edificaron un núcleo para residir con sus familias, que se denominó Bellid o Beliu, según la documentación que se conserva. Este vocablo, en opinión del filólogo Corominas, tiene una clara raíz germánica, hecho que da pié a dicha suposición. El primer documento escrito que menciona el término Bellid, data del año 890, y las dudas que había referentes a dicho vocablo, se aclararon al transcribir, Antoni Novell, los archivos notariales de Bellver, del siglo xv, donde sorprendentemente se mencionan, en el mismo lugar, habitantes de Bellver y Bellid. En el siglo x este territorio constituía el pagus Tollonensis, que junto con el valle de la Llosa formó en la Baja Edad Media la subveguería del Baridà. Entre los siglos x y xi surgieron una gran cantidad de poblados y parroquias, gracias a los bosques y a las buenas condiciones del terreno. Esta proliferación de pequeños núcleos habitados estaba bajo la  jurisdicción del obispado de Urgell, o del monasterio de Cuixà, pero asimismo, sometidos a los intereses y dominios de los vizcondes y condes de Castellbò, Urgell, Foix o Cerdanya. Esta superposición de jurisdicciones hizo que la población de esta zona estuviese sometida a múltiples conflictos. Finalmente, y en relación a al supervivencia del patrimonio, merece la pena citar la resistencia que, durante la contienda de 1936, ofrecieron los habitantes de Bellver a los grupos del comité revolucionario, capitaneados por Antonio Martín, conocido como “el cojo de Málaga”. Lograron salvar las imágenes de Santa Maria de Talló y la Virgen del Roser (de la parroquia de Sant Jaume de Bellver), escondiéndolas en un retrete del Ayuntamiento. Nada pudieron hacer para evitar la destrucción de diversos objetos litúrgicos, mobiliario u otras imágenes, que fueron quemados o arrojados desde la muralla al vacío.

 

Castillo y villa de Bellver de Cerdanya

El momento más destacado de su historia se remonta al año 1225, cuando el conde de Cerdanya, Nunó Sanç, otorgó la carta de población de Bellver y le confirió los páramos del castillo de Bello videre. Posteriormente, en 1277, el rey Jaime II de Mallorca, ordenó la construcción de la muralla, con objeto de proteger el núcleo que agrupaba las casas de Bellid y las que habían construido los recién llegados en los páramos del castillo. Este hecho, convirtió al núcleo en villa, y condicionó su posterior desarrollo urbanístico, con una plaza porticada, que aglutina el día a día de las actividades que en ella tienen lugar, más una vía circular sobre la muralla que facilita la circulación de sus habitantes. En 1233, en una concordia entre Nunó Sanç y el conde Roger de Foix, en la cual, la fortaleza de Bellver quedaba a merced del señor de la Cerdanya. En 1429, padeció, al igual que toda la comarca de la Cerdanya, los efectos demoledores del terremoto, que afectó un gran número de edificios, como consta en documentos notariales.

 

El castillo estaba situado al oeste de la colina, donde actualmente se ubica el barrio antiguo. Al principio, y durante casi dos siglos, se denominó “castell de Talló”, pues hay que tener en cuenta que Bellver no existía, y en cambio Talló era un enclave estratégico en las comunicaciones entre Llívia y la Seu d’Urgell, además de punto de partida hacia el Berguedà. Parece que fue fundado entre 1072 y 1090 por el conde Guillem Ramon I de Cerdanya. En un pergamino de 1090 se cita el castillo de Tolló en una conveniencia entre el obispo de Urgell y el mencionado conde. Más adelante, en 1105, aparece mencionado en el testamento del caballero Ramon Arnau, redactado antes de partir al Santo Sepulcro de Jerusalén. Relacionado con Talló, no podemos olvidar las citas a la iglesia de Sant Vicenç de Talló que, según documentos, estaría ubicada en el cerro de Bellver, y que probablemente se construyó por la fama que adquirió el santo con el traslado de sus restos desde Valencia a Castres (Francia) en 863.

 

Del castillo apenas quedan restos visibles, únicamente una cisterna para abastecer de agua a la población, que estaba en el interior del recinto amurallado. De planta rectangular, sus lados miden 3,40 m los cortos, y 5,24 y 5,34 m los largos, con una altura total de 3,20 m, y un zócalo de 1,50 m., a base de grandes sillares de piedra calcárea, similares a los que cubren el suelo. El resto de los muros está elaborado con piedras de río unidas con cal de forma irregular. La bóveda que la cubre es de cañón con perfil semicircular, y tiene una abertura por donde entraba el agua. Su posible datación oscila entre finales del siglo xii y primera mitad del xiii, si bien hay quien le otorga un origen romano.

 

A raíz de trabajos de consolidación llevados a cabo en los años 80 del pasado siglo, los historiadores Bolós y Paretas, estudiaron un túnel semiexcavado en la peña, durante la segunda mitad de siglo xiii, y dispuesto en perpendicular a la muralla de la villa de Bellver, para permitir la salida en caso de asedio. Actualmente, sólo se pueden recorrer unos 20 m. El primer tramo es muy inclinado y consta de 35 gradas excavadas en la peña que terminan en un pasadizo horizontal que se dirige al exterior, fuera de la muralla, pero que está obstruido en su parte final. La bóveda es redondeada y permite el paso de una persona.

 

De todas las construcciones medievales, quedan algunos tramos de los 535 m que conformaban el perímetro de la muralla, en concreto en los sectores norte y este, que han sido restaurados en los últimos años. Así mismo, de las albarranas y torres que estaban adosadas a la muralla, se conserva la del sureste, destinada a defender el portal de este sector. La denominada Torre de la Presó (torre de la prisión), en alusión a la función que cumplía,  se conserva en el Este, al lado de uno de los portales de acceso a la villa. Es de planta ligeramente rectangular (2,20 x 2,95 m), sus muros tienen un grosor de 110 cm y una altura de unos 15 m. En su interior tiene tres niveles diferentes, y en el exterior se aprecian numerosas aspilleras, que probablemente corresponden a etapas constructivas diversas. Las más antiguas, protegidas por sillarejos, son similares a las que se ven a lo largo de la muralla. Como dato curioso cabe añadir que el poeta Gustavo Adolfo Bécquer, estuvo alojado, en el verano de 1860, en una posada de la localidad que le inspiró en su leyenda La cruz del diablo, que también sitúa en esta torre.

 

El aparejo de la torre y de la muralla está compuesto por sillares de piedra granítica, bien tallados en la base y las esquinas, y piedras pequeñas de tamaños diversos en el resto de los muros. Todo lo que queda de la etapa medieval, es decir, el recinto amurallado, la Torre de la Presó, y los restos de otras tres o cuatro torres más, se deben datar hacia la segunda mitad del siglo xiii.

 

Texto y fotos: Montse Jorba i Valero

 

 

Bibliografía

 

AA. VV., 1989, p. 379; Bellmunt i Figueras, J., 1992, pp. 85-99; Blasi i Solsona, J., 2002, pp. 7-16 y 39; Bolòs i Masclans, J. y Pagés i Paretas, M., 1990, pp. 23-24; Buron i Llorens, V., 1989, p. 116; Buron i Llorens, V., 1994, p. 65; Campillo i Quintana, J., 2007, pp. 84-87 y 90-92; Castells Catalans, Els, 1967-1979, IV, pp. 669-675 y 730-731; Catalunya Romànica, 1984-1998, VII, pp. 39, 42, 44 y 87-90; Gasc, S., Lobo, R., 1996, p. 40; Gay de Montellà, R., 1949, pp. 59-61; Novell i Bofarull, A., 1997, pp. 14, 25, 27, 33, 35, 54, 66, 69, 87 y 96; Salsas, A. 1899, pp. 127-130; Vila, P. 1926 (1984), pp. 93 y 166-167.