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Vista general de Sant Martí de Surroca

Identificador
17112_04_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41.380300, 1.611110
Idioma
Autor
Margarida Muñoz Milán
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Iglesia de Sant Martí de Surroca

Localidad
Sant Martí de Surroca
Municipio
Ogassa
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Martí de Surroca

Descripción

OGASSA

 

En el centro de la comarca del Ripollès y a los pies de la sierra Cavallera, se encuentra el término municipal de Ogassa. La capital es el pequeño pueblo homónimo, pero el término comprende, además, las entidades poblacionales de Sant Julià de Saltor, Sant Martí de Surroca, Sant Martí d’Ogassa, Prat de Pinter, El Taller, Les Costes i Ca l’Enric. El acceso principal al municipio se hace por la carretera GIV-5211, que lo comunica con Sant Joan de les Abadesses, del que lo separan tan solo 4,6 km.

 

Ogassa es conocido, especialmente, por su riqueza geológica y por su patrimonio vinculado a las explotaciones mineras del carbón.  Fue en las últimas décadas del siglo xix y las primeras del xx cuando se vivió el período de máxima actividad industrial, convirtiéndose la cuenca minera carbonífera de Ogassa en la más productiva de Cataluña. Este crecimiento económico no sólo propició un importante aumento de población, sino que además supuso el impulso necesario para la llegada del alumbrado eléctrico al municipio, y del ferrocarril a la comarca del Ripollès.

 

Todo el término está salpicado por varios templos de estilo románico que, junto con la capilla decimonónica de Santa Bàrbara, constituyen el patrimonio arquitectónico del lugar. Se trata de cuatro iglesias con vinculación monástica, dos con el cercano monasterio de Sant Joan de les Abadesses (Sant Martí de Surroca y Sant Martí d’Ogassa), y dos supeditadas a Santa Maria de Ripoll (Sant Julià de Saltor y Santa Maria de Vidabona). Todas ellas comparten una historia común, vinculada al castillo de Pena.

 

Situado probablemente en las proximidades de la cima de Sant Amand y documentado desde el 1023, el castellare Penna Matricis estuvo gobernado por los descendientes de la familia Oriol. La relación matrimonial de Joan Oriol, señor de Ogassa, con una de las hijas del conde Oliba Cabreta, permite establecer un vínculo entre los Oriol y las casas condales de Cerdanya y Besalú, así como con el influyente abad de Ripoll, Cuixà y obispo de Vic, Oliba. A finales del siglo xi, el castillo fue cedido al monasterio de Sant Joan de les Abadesses, manteniendo, no obstante, la gestión de sus propiedades y el derecho de castellanía, estableciendo de esta manera una relación feudal con los abades del monasterio. En este sentido, la documentación conservada –fundamentalmente en forma de juramentos de fidelidad– permite establecer una relación de los sucesivos gobernantes del castillo, hasta que la abadía adquirió plenamente su jurisdicción en un proceso que se alargó hasta mediados del siglo xiv. Los territorios que aglutinó el castillo de Pena pueden considerarse el germen del actual municipio de Ogassa.

 

 

Iglesia de Sant Martí de Surroca

 

El vecindario de Sant Martí de Surroca y su pequeña iglesia de estilo románico se encuentran en el lado noroeste del término municipal. El acceso se realiza siguiendo la carretera que une Ogassa con Prat del Pinter, desde donde un desvío a la derecha nos llevará, en menos de 1 km, hasta este pequeño nucleo, también conocido como Surroca de Dalt.  Encontraremos la iglesia a la izquierda de la pista.

 

El lugar aparece referenciado en la documentación histórica desde el siglo x, y lo hace con múltiples variantes de un topónimo (Sorrocha, Sub rocha, Sots-rocha...) que significa literalmente “al pie de la roca”, en una clara alusión a su situación geográfica, en la falda de la sierra Cavallera. 

 

Por lo que respecta a su iglesia románica, son pocas las noticias antiguas que se conservan de ella. La primera y más importante alusión directa a la parroquia de Sancti Martini de Surrocha data del 1104. Consiste en el acta de consagración del templo, realizada por el obispo de Vic Arnau de Malla (1102- 1109), celebrada probablemente a petición de Elisabet y Albert, priora y prior respectivamente de las comunidades masculina y femenina de Sant Joan de las Abadesses. Cabe recordar aquí el convulso capítulo de la expulsión de la comunidad femenina de Sant Joan promovida por el conde Bernat Tallaferro en el año 1017, que tuvo como consecuencia un periodo de inestabilidad que no concluyó hasta el 1114. En la última etapa de esta crisis convivieron en el monasterio una pequeña comunidad femenina de monjas venidas de Santa Perpètua de Brignoles y un grupo de monjes marselleses, encabezados por Elisabet y Albert respectivamente. En cualquier caso, aceptar que ambos promovieron la consagración de Sant Martí significa que ya a principios del siglo xii la iglesia estaba bajo la titularidad del monasterio de Sant Joan, sin que se conozca ningún litigio en este sentido entre el cenobio y el señorío de Ogassa, como si ocurre en el caso de la cercana iglesia de Sant Martí d’Ogassa.

 

Merece una mención especial un texto que, con fecha de 1772 relata el descubrimiento, por parte del entonces rector de Sant Martí de Surroca, de un frasco en la zona del altar que contenía lo que al parecer eran algunas reliquias y el acta de consagración original del templo; todo ello se perdió, no se sabe en que momento. Puede leerse en diuho texto que Rafel Coll mestra de casas (...) del altar major de dita iglesia en lo padro de ell estant jo present va encontrar una ampolla de vidra rompuda del demunt qual jo prengui y dins hiis trobi ossos y altres reliquias molt consumidas junt ab un poch de pergami censer y escrit lletra molt clara qual diu lo següent. Anno ab incarnatione domini millesimo c iiii Arnalus, ausonensis ecclesiae episcopus, et dedicavit ecclesiam Sancti Martini… (“Rafel Coll, maestro de casas [...] estando yo presente, encontró una botella rota sobre el altar mayor de dicha iglesia, de donde yo la cogí y encontré dentro huesos y otras reliquias muy consumidas junto con un trozo de pergamino entero y escrito con letra muy clara que dice lo siguiente: Anno ab incarnatione...”). El texto habría sido hallado en el contexto de las reformas que se realizaron en la iglesia a finales del siglo xviii.

 

El edificio actual es fruto, por tanto, de las modificaciones que han tenido lugar en diferentes momentos de la vida del templo, así como de la restauración que se llevó a término durante los años ochenta del pasado siglo y que le devolvió, en gran medida, su aspecto inicial.

 

Sant Martí de Surroca es un edificio de reducidas dimensiones, de una sola nave y ábside semicircular. La cubierta de la nave es de bóveda de cañón continua y reforzada por arcos fajones que arrancan de pilastras de sección rectangular adosadas a los muros.  La transición hacia la zona de la cabecera se realiza mediante un arco triunfal, que da paso a la bóveda de cuarto de esfera que cubre el ábside.

 

En el exterior, el perfil del edificio románico original resta alterado por la imponente presencia de la torre-campanario, adosada posteriormente a los pies de la iglesia. Se trata de una construcción de planta cuadrangular, cubierta a dos aguas, con dos ojos en cada uno de sus lados –de mayor tamaño los de los muros sur y oeste– y articulada en dos pisos a los que se accede por una escalera alojada en el interior, en la zona del coro.  La torre fue construida en el siglo xvi, substituyendo quizás una antigua espadaña.

 

Por lo que respecta a los paramentos, el edificio presenta un aspecto muy uniforme como resultado de una restauración realizada a finales del siglo xx, lo que impide valorar la fábrica del edificio románico. La decoración aparece únicamente en la zona del ábside en forma de arquillos ciegos dispuestos regularmente en series de cuatro y entre lesenas, siguiendo el modelo del primer románico que en Cataluña se perpetúa durante el siglo xii en las zonas rurales. La presencia de una de las lesenas en el centro del muro absidal provoca un ligero desplazamiento de la ventana respecto al eje de simetría. Esta pequeña ventana, de doble abocinamiento, junto con otra situada en el muro oeste del campanario y otras dos al mediodía, constituyen las entradas de luz al templo. Dichas ventanas del lado sur, que tampoco presentan ningún tipo de decoración, fueron totalmente reconstruidas en la última reforma del edificio. 

 

Tampoco la puerta de acceso al templo presenta ningún tipo de ornamentación. Situada también en el muro de mediodía, es una arcada de medio punto creada a partir de grandes dovelas protegidas por un guardapolvo que las enmarca. La apertura del que constituye el único acceso al templo se realizó después del derrumbe de la bóveda que, al reconstruirse, dio lugar a la puerta actual. Este hecho nos lleva a pensar que, en origen, la puerta pudo estar alojada en la fachada occidental.

 

Como en el caso de la vecina iglesia de Sant Martí d’Ogassa, a finales del siglo xviii se levantaron dos capillas laterales junto al presbiterio, así como una sacristía adosada a la capilla sur –a la que se accedía por medio de un paso practicado en el muro–, la cual alteraba por completo la visión exterior del ábside, que quedaba parcialmente oculto tras los muros de este nuevo espacio.

 

El examen previo a la restauración, que se realizó entre los años 1982 y 1986, evidenció el estado de degradación en que se encontraba el edificio: presentaba graves problemas estructurales, deformaciones en la bóveda de la nave y profundas grietas tanto en las cubiertas como en el muro absidal, donde se intervino de forma preferente. También se demolieron las capillas laterales y la sacristía, se cegaron las aperturas que se habían practicado en los muros para acceder a ellas y se reconstruyeron las ventanas del muro de mediodía y el piñón que, en el exterior, delimitaba los espacios de la nave y el ábside. De esta manera se liberó la cabecera y devolver al templo su perfil original, respetando, no obstante, la torre campanario que desde hacía algún tiempo tenía –y tiene todavía hoy– adosado el cementerio municipal en uno de sus costados. Al fin de estas obras de restauración tuvo lugar la última consagración del edificio.

 

Algunos años antes de esta restauración, las obras de ampliación de la pista forestal de acceso a Surroca de Dalt comportaron el derrumbe de los terrenos marginales de la iglesia, como consecuencia de lo cual quedó a la vista todo el corte estratigráfico de la necrópolis de la parroquia, que los exámenes arqueológicos realizados dataron en el siglo x. Este hecho nos alerta de la existencia de un espacio sagrado, y probablemente de un templo anterior, en el lugar que, desde el siglo xii, ocupa la iglesia Sant Martí.

 

De la iglesia procede una bonita talla en alabastro gótica del siglo xiv dedicada a su patrón, san Martín, representado con los atributos característicos de la dignidad episcopal; se conserva en el Museu Episcopal de Vic (MEV 268).

 

Texto y fotos: MARGARIDA MUÑOZ MILÁN – Planos: ROSA GIL GUACH

 

 

Bibliografía

 

AA.VV., 1995, pp. 481-482; Catalunya Romànica, 1984-1998, X, pp. 164-165; Dalmau i Font, A., 2001, p. 12; Dalmau i Font, A., 2011, pp. 20-21; Ferrer i Godoy, J., 2005-2006, pp. 81-82; Ferrer i Godoy, J., 2009, p. 97.