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Vista desde el lado sur de Sant Pere d'Olopte

Identificador
17084_03_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.390000, 1.810000
Idioma
Autor
Montse Jorba i Valero
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Pere Olopte

Localidad
Olopte
Municipio
Isòvol
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Pere de Olopte

Descripción

ISÒVOL

 

El municipio de Isòvol pertenece al partido judicial de Puigcerdà, y forman parte de su término los pueblos de Olopte, All y alguna pedanía como el Mas Ravetllat, en el que queda parte de un muro correspondiente a la antigua iglesia de Sant Jaume d’Alf, integrada en los establos, o el antiguo santuario de Santa Maria de Quadres, convertido en un hotel-restaurante. Está situado a 1043 m de altitud, a la derecha del Segre, justo donde le desguaza el río Duran. Constituye el límite natural entre la Baixa Cerdanya y La Batllia o Petita Cerdanya, y su entorno consta mayoritariamente de prados y algunas elevaciones, como el tossal d’Isòvol (1288 m) y el Montcurto (1378 m). Antiguamente hubo una cantera de mármol rojizo y gris, material que está presente en los principales edificios de la zona (portadas románicas, torres de vigilancia, etc.)

 

Consta ocupación en el lugar desde el neolítico. En época romana, el paso de la Strata Ceretana aportó prosperidad y valor a la zona, siendo una importante vía de comunicación entre el Norte y el Sur de los Pirineos. Isòvol está documentado desde el siglo xii, cuando, en 1131, el conde Ramon Berenguer III hizo donación del lugar al monasterio de Santa Maria de Ripoll. La actual iglesia de Sant Miquel fue reconstruida por el arquitecto Josep Danés i Torras en estilo neorrománico, en substitución de un templo antiguo, de origen medieval, que fue quemado completamente, con todo su ajuar interior, en los inicios de la Guerra Civil (1936).

 

 

Iglesia de Sant Pere d’Olopte

 

Olopte es un núcleo de población situado a 1160 m de altura, en una elevación entre la Vall Tova y la Plana Cerdana. En su término se pueden observar los restos de una fortificación de época medieval, la Força, que debía formar parte del castillo de Olopte. Para acceder al pueblo se debe tomar el ramal de la N-260 que se encuentra entre All e Isòvol (GIV-4032) y, tras recorrer unos 2 km, se llega a la iglesia, en la parte más alta de la localidad.

 

El lugar de Olorbite, perteneciente al pagus Ollorbitensis (división administrativa de época romana), aparece citado en el acta de consagración de la catedral de la Seu d’Urgell, falso fechado en el 819 pero redactado seguramente a comienzos del siglo xi. Mencionado también en documentos del año 994 y del 1001, se sabe que su iglesia estaba inicialmente bajo la advocación de san Félix (Sant Feliu d’Olopte), según consta en una permuta de tierras de 1015; posteriormente aparece así citada en la descripción de las visitas de los delegados arzobispales tarraconenses, entre 1312 y 1314.

 

Está documentado que en el año 1338, la Virgen de Olopte recibió una donación de diez sueldos barceloneses de Raimunda, esposa de Ramon Ferrer d’Olopte, destinada a la compra de ropajes de tela. En el mismo escrito se explica que dicha imagen estaba ubicada en el altar de san Félix, de lo que se deduce que todavía no había cambiado la advocación del templo. Durante la Guerra Civil sufrió un incendio en su interior que destruyó un retablo barroco y causó graves desperfectos, aunque luego acabó destinada a escuela, hasta el fin de la contienda.

 

La iglesia se emplaza sobre una pronunciada elevación, desde la que se dominan amplísimas vistas panorámicas. El edificio actual se levantó entre los siglos xii y xiii, aunque en época barroca se amplió con la construcción de dos capillas laterales y una sacristía. También se construyó entonces una rectoría adosada al muro oeste, y un campanario de torre, cerca de la cabecera, que sustituyó a la antigua espadaña de doble vano que coronaba la fachada. En las obras de restauración realizadas en la década de 1980 se derribaron la rectoría y la sacristía, pero se mantuvieron las capillas laterales y el campanario romboidal. Al restaurar la fachada oeste, se recuperó parcialmente la espadaña, pero sin construir los arcos, con lo que su aspecto es más el de un muro fortificado con almenas, que no los restos de una espadaña.

 

El templo se dispuso orientado de Sur a Norte, adaptándose al relieve de la montaña donde se asienta, y para poder mantener la orientación canónica, fue necesario construir un alto basamento para el ábside de casi 3 m de altura. Este, a pesar de todo, confiere a la iglesia una gran esbeltez y empaque. Cabe señalar la posible existencia de una cripta, que según Durliat fue inutilizada a raíz de unos trabajos de reconstrucción llevados a cabo en la primera mitad de los años cincuenta del siglo xx.

 

La iglesia tiene planta rectangular, formada por una sola nave, con un presbiterio de tramo recto que precede al ábside semicircular, cuyo basamento sobresale ligeramente del perímetro del hemiciclo. En el centro de éste, se abre una ventana de doble derrame, y en la parte superior se observa una cornisa decorada con un friso de dientes de sierra y canecillos labrados a bisel, siguiendo un modelo que se repite en otros muchos edificios de la zona (Santa Maria d’All, Santa Cecília de Bolvir, Sant Martí d’Ix, Sant Julià d’Estavar, etc.). Todo el conjunto está rematado por otra cornisa bajo tejado, en caveto.

 

Los canecillos representan siete cabezas antropomorfas (uno es doble) y cuatro zoomorfas, siendo lisos los restantes. Los ojos son saltones y algunas de las cabezas tienen unos bigotes filiformes que parten de las comisuras de los labios, siendo las restantes imberbes y sin pelo. Si nos referimos a los zoomorfos, representan un ciervo, un jabalí, un buey y un lobo respectivamente. Si observamos las caras humanas a modo de máscaras, vemos que la frente está substituida por una superficie plana rectangular sobre la que descansa el friso. Merece la pena destacar que se encuentran canecillos muy parecidos en iglesias de la zona, como la de Sant Fructuós de Llo.

 

El aparejo es a base de sillares de piedra caliza gris de la zona de Isòvol, de buena calidad, cortados con esmero. Para los elementos decorativos se utilizó gres gris y rosado procedente, así mismo, de las cercanas canteras de Isòvol, todavía activas en la actualidad. Los sillares que conforman el ábside son alargados, con un tamaño que oscila entre los 12 y 25 cm, y están dispuestos en hiladas unidas por juntas de poco grosor mientras que para el resto de la nave se usaron piedras menos trabajadas y de diversos tamaños. Las ventanas de derrame del ábside y del muro sur están coronadas por dovelas de piedra tosca y porosa.

 

El interior, muy modificado, permite observar el ábside original (siglos xii-xiii), con el arranque de la bóveda ojival, precedida por dos arcos en gradación, sustentada por una cornisa convexa que sobresale del muro y de la que solo se conservan algunos fragmentos.

 

Lo más destacable del edificio es la portada abierta al Sur, que está protegida por un porche que se proyecta a partir de la capilla lateral de este costado, y que por tanto se debió construir en la misma época que la capilla (pese a que, con anterioridad, muchas iglesias de la zona estaban dotadas de porches que servían de cobijo a los feligreses para resguardarse de las inclemencias del tiempo a la salida de  los oficios religiosos, como lo indican las aberturas en las que encajarían las vigas que los soportaban). Esta portada no sigue la tónica habitual de otras portadas esculpidas de la zona de la Cerdanya con arcos de medio punto, sino que presenta la singularidad de que los arcos son ligeramente apuntados, como los de algunas iglesias del Rossellón; se deduce, por ello, que corresponde a una cronología más tardía, situada ya en el siglo xiii.

 

La conforman cinco arquivoltas abocinadas, tres de planta rectangular, que se alternan con dos de cuerpo cilíndrico sobre columnas o fustes, de piedra de la zona, que descansan sobre basas, compuestas por una escocia, entre dos toros, sobre base cuadrada decorada con un florete (solo se conservan los de las basas interiores), y coronadas por sendos capiteles.

 

Los capiteles de la izquierda de la portada se debieron realizar con un tipo de piedra distinto a los de la derecha, y por este motivo, presentan un deficiente estado de conservación que hace complicada su interpretación, aunque en el exterior izquierdo, se pueden apreciar unas figuras de animales rampantes enfrentadas, con las cabezas hacia atrás (podrían ser leones), con las patas delanteras juntas sobre lo que podría ser una figura humana, mientras que en el más deteriorado se intuye un animal fantástico y unas palmas, de las que pende una piña en los ángulos. Durliat encuentra semejanzas con algunos de Cornellà de Conflent, por el despliegue de las alas, y las hojas que sostienen piñas, de manera intercalada, en una aproximación al repertorio de Elna y Cornellà. En cambio, la pareja de capiteles de la parte oriental, mejor conservados, y cercanos al repertorio de Ripoll y Elna, están coronados por un ábaco, y presentan una decoración a base de dos hileras de grandes piñas, el exterior, y motivos vegetales a modo de hojas de acanto trabajadas con trépano, el interior, reposando ambos sobre un baquetón liso que los une a los respectivos fustes. Las jambas dispuestas en derrame se alternan con las columnas y albergan en la media caña, de modo un tanto incoherente, cuatro cabezas o máscaras esculpidas, de las cuales tres con barba y una imberbe, con ojos almendrados y saltones, y bocas feroces. Aquí aparece la mano de un escultor primerizo, que podría ser el mismo de Saga, pero dotado de un instinto capaz de plasmar el mundo animal y fantástico.

 

La decoración más espectacular y mejor conservada, la encontramos en la arquivolta exterior, en concreto en la media caña de las dovelas. Empezando desde la derecha del espectador, vemos a una figura femenina desnuda, con el pelo hacia atrás, que se ha identificado con Eva, y en el lado opuesto hay una figura masculina, igualmente desnuda, con barba, con el pelo hacia atrás, que representaría a Adán. Ambas se pueden relacionar, por su estilo, con las figuras que decoran la portada de la cercana iglesia de Santa Eugènia de Saga, por lo que es de suponer que sean obra del mismo taller. El resto de dovelas están decoradas con dos piñas y siete cabezas con barba (algunas mostrando dientes grandes y puntiagudos) que según algunos historiadores representarían seres maléficos en un lejano recuerdo de las creencias de los pueblos celtas.

 

Sobre la portada se conservan tres ménsulas que servían de apoyo al porche románico, que fue sustituido por el actual más moderno. Dos de ellas están decoradas, una con una bola y la otra con un atlante. El modelo iconográfico del conjunto de relieves describe las consecuencias del pecado original a través del atlante y los seres maléficos. El estilo de ejecución nos remite a sus homólogos del repertorio de Elna y de Cornellà de Conflent, pero también es preciso recordar su similitud con los animales fantásticos de la media caña de las jambas exterior e interior de la portada Ripoll y que nos remiten a temas relacionados con la salvación de las almas. En el dintel de la puerta del cementerio se reaprovechó una lápida de granito con inscripciones, de época romana.

 

En el interior se conserva una pila bautismal redonda de mármol de Isòvol, en la zona del coro del lado del Evangelio, y una pila de aceite, rectangular, también en la zona del coro pero en el ángulo de poniente.

 

 

Virgen de Olopte

 

La Mare de Déu de Sant Pere de Olopte pertenece hoy al Museu Nacional d’Art de Catalunya (núm. inv. 15939) desde que la adquirió a la Diócesis de la Seu d'Urgell en 1930, aunque actualmente está cedida al Museu de Història de Catalunya.

 

Al igual que la mayoría de vírgenes románicas de la Cerdanya, es una talla de madera policromada y dorada (60 x 30 cm) que representa a la Madre entronizada con el Niño y se incluye en el denominado grupo de Sedes Sapientiae. Está sentada en un sitial de tipo arcaico, con dos columnillas que acaban en una piña, que seguramente fue repintado uniformemente, en el color azul verdoso actual. Viste túnica y velo-manto dorados, hasta los pies, que asoman calzados en negro. El Niño, descalzo, viste túnica de color crudo con ribete dorado, y manto a modo de toga, del mismo tono dorado de los ropajes de la Madre.

 

Se puede englobar bajo el modelo iconográfico de la Virgen de Cornellà de Conflent, si bien pertenece a un momento un poco más tardío, hacia finales del siglo xii. La Madre acoge al Niño en su regazo, en este caso desplazado sobre la rodilla izquierda. Este, bendice con la mano derecha elevada, en tanto que sostiene con la izquierda una bola, de tamaño desproporcionado, cosa que lleva a pensar que anteriormente, era la Virgen quien sostenía el objeto. Ninguno de los dos lleva corona, y el Niño va peinado con raya en medio. La actitud protectora de la Madre, colocando el brazo sobre el hombro del hijo, remite a las vírgenes de All (Cerdanya), Eina, Odelló (Francia) o Planès (Ripollès). Otros parecidos los encontramos en imágenes de zonas distantes de la Cerdaña, como serían la Virgen de Gósol (Berguedà), o con una de procedencia desconocida que se conserva en el MNAC con el número 4388, y con otra, la del Tura, en la Garrotxa, pese a que ninguna de ellas conserva la policromía ni la figura del Niño. Por lo que se refiere a la vestimenta, de Maria, guarda gran parecido con la imagen de Cornellà, presentando ésta una mejor factura.

 

Dejamos constancia de la intervención que padeció en el siglo xvii, que seguramente consistió en rehacer la policromía y el dorado. Quizás en este momento se cambió de lugar la bola que sostiene el Niño, que debía sostener la Madre. También se debió alterar en parte los rasgos faciales de la Virgen, y quién sabe si se eliminó la corona.

 

Texto y fotos: MONTSE JORBA I VALERO – Planos: JOSÉ MIGUEL RODRÍGUEZ MANJÓN

 

 

Bibliografía

 

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