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Vista meridional de la Mare de Déu de Vilademany

Identificador
17002_04_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41.9194645,2.767728
Idioma
Autor
Annaïs Pascual Alfaras
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Mare de Déu de Vilademany

Localidad
Migdia
Municipio
Aiguaviva
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Mare de Déu de Vilademany

Descripción

AIGUAVIVA

 

Al Suroeste de la plana de Girona se encuentra el municipio de Aiguaviva, a unos escasos 7 km de la capital, desde donde se accede por la carretera comarcal GI-533. El municipio, que limita con la comarca de la Selva, está  regado por tres riachuelos que en el extremo noreste acaban formando el río Güell. En medio de un paisaje ligeramente ondulado, con extensos campos de cultivo y algunas zonas boscosas se encuentra el pequeño pueblo de Aiguaviva, con sus aproximadamente 600 habitantes y su caserío aglutinado alrededor de la iglesia de Sant Joan. Está rodeado por cinco núcleos rurales dispersos diseminados por el término municipal: Masrocs, Güell, Cau del Grill, Migdia, Rajoleries y Puigtorrat.

 

La primera noticia del municipio de Aiguaviva la encontramos en el año 882, cuando el obispo Teuter de Girona decide solemnizar el culto de la catedral y ordena que algunas parroquias próximas a Girona contribuyan a ello, entre ellas la de Sant Joan de Aiguaviva. Aunque consta que el lugar fue poblado desde la Antigüedad, en la Edad Media su importancia en el territorio se intensifica bajo el señorío feudal de los Vilademany, familia documentada desde el siglo x, que fue propietaria del castillo de Vilademany y de sus dominios, entre ellos la ermita o capilla de la Mare de Déu y la propia capilla castral dedicada a san Jaime. Desde los siglos xi y xii en adelante, los Vilademany, feudatarios del vizconde de Cabrera, fueron una familia muy relevante; destaca en particular un Petrus Raimundi de Vila de Man, que en el año 1121 aparece como testimonio en un juramento de fidelidad prestado por Berenguer, hijo de Teresa, al conde de Barcelona Ramon Berenguer III para varios castillos (entre otros los de Gurb, Voltergà, Orís y Solterra). La saga de los Vilademany vivieron un momento de especial esplendor durante los siglos xiv y xv, cuando sus dominios se extendieron por la Selva y Osona. Del castrum de Vila de Man no tenemos noticias directas hasta el año 1362, cuando aparece en el Llibre Vert del capítulo de Girona. En 1365, el rey Pedro el Ceremonioso vendió la jurisdicción de Aiguaviva a la ciudad de Girona, y el lugar aparece en nómina de 1698 como sitio real. Cabe notar que, paralelamente,  Aiguaviva albertgó en plena Edad Media la más destacable encomienda de templarios de las comarcas de Girona, fundada a finales del siglo xii e instalada en el actual recinto conocido como la Casa del Temple de Santa Magdalena, al noreste del municipio. Del antiguo convento templario, citado en 1192 y activo a inicios del siglo xiii, quedan pocos vestigios incrustados en las paredes y bajo los muros sobre los que hoy se levanta una masía del siglo xvi.

 

 

Ermita de la Mare de Déu de Vilademany

 

Muy próxima al recinto del aeropuerto de Girona, en el actual caserío de Migdia, se encuentra la ermita o capilla de la Mare de Déu de Vilademany. El edificio se puede ver desde la carretera, en la ladera de una de las colinas que quedan al Oeste de la vía que lleva de Aiguaviva al aeropuerto, concretamente a 2’5 km de Aiguaviva por la GIV-5331. Un indicador de rutas señala el camino rural que lleva hasta la finca.

 

La capilla, cuyo ábside románico llama inmediatamente la atención, se levanta justo al lado de una masía, antigua rectoría, de la que hoy forma parte. El lugar se encuentra a unos 2’5 km al sur del castillo de Vilademany, al que en un principio aparece vinculada la capilla. El pequeño templo depende actualmente de la parroquia de Aiguaviva y se mantiene abierto al culto puntualmente, pues en él se celebra el oficio cada segundo domingo de septiembre.

 

En cuanto a las noticias históricas relativas al templo, debemos tener en cuenta la observación que hacía J. M. Marquès al respecto, pues en muchos casos se habla de la “capilla de Vilademany” sin hacer distinción entre la capilla de Sant Jaume y la de la Mare de Déu, también llamada Santa María.

 

La primera noticia documental de la iglesia la encontramos en el año 1066, en el testamento de un propietario de Vilademany, dónde aparece cómo Santa Maria ispo castro, estableciendo relación directa con el no muy distante castillo de Vilademany. Si hacemos caso a dicha referencia, entendemos que la iglesia, fechada en la segunda mitad del siglo xi, fue el primer templo perteneciente a los dominios del castillo dónde más tarde se construiría, dentro del recinto fortificado, la capilla de Sant Jaume.

 

Fuentes documentales posteriores nos informan de que en el siglo xiii estaba abierta al común de los fieles aldeanos y que la Mare de Déu a quién se dedicó la capilla gozaba de mucha devoción. En el año 1271, un clérigo llamado Ferrer Moragues se dio a la capilla prometiendo servir allí hasta la muerte y legar todos sus bienes a ésta, que por aquel entonces dependía del arcediano de la catedral de Girona, Pere el Pontós. La capilla recibe de nuevo un beneficio en 1320. Desde el siglo xiv el templo se sostuvo gracias a la caridad de los vecinos, pues en 1326 piden al obispo autorización para pedir limosna por los pueblos de su entorno con el objetivo de restaurar o intervenir en el edificio. Una bella imagen gótica, esculpida en alabastro en algún momento del siglo xv, tras ser enterrada o lanzada a un pozo durante la Guerra Civil, se conserva hoy en la iglesia parroquial de Sant Joan d’Aiguaviva. Dicha imagen fue restaurada en el año 2000 por el escultor Carrera, pues tenía pequeños desperfectos en la cabeza del niño Jesús y en la corona de la Virgen.

 

Aportan de nuevo noticias sobre el estado del edificio en el devenir de los siglos las visitas pastorales. Por la visita de 1689 sabemos que la capilla estaba bien arreglada, disponiendo de ara, cáliz y ornamentos para celebrar la misa. Entonces había un beneficio fundado por Joan Vern en 1682 en honor a san Jaime, que obtiene el rector de Peralada. El Reverendo Ferrusola visita la parroquia por orden del obispo en 1735, y deja constancia que en “Santa María” de Vilademany siguen habiendo ornamentos, cáliz y patena para celebrar misa y que existe un beneficio (el mismo que en 1682) a favor del Francesc Bocardit, residente en Barcelona. 

 

Tenemos noticia del estado en el que quedó la capilla en 1936 gracias a una relación del estado en que se encontraban las iglesias del municipio redactada por el párroco Joan Geli, quien asegura que “se quemó el altar y todo lo existente en la sacristía, excepto algunos ornamentos que escondieron personas piadosas. La imagen antigua de la Virgen (de alabastro) se enterró y fue salvada. La moderna de talla se quemó. La campana de unos 50 o 75 kilos se la llevaron los rojos”.

 

Se trata de un edificio de humildes dimensiones, que como se ha dicho está adosado, en su lado norte, al edificio de la antigua rectoría. Presenta una sola nave de planta rectangular, ligeramente irregular, con ábside semicircular en la cabecera. La cubierta con tres tramos de bóvedas de arista de la nave, soportados por anchos arcos fajones, corresponde a las reformas realizadas en época barroca, cuando se construyó también una pequeña sacristía que hay adosada en el muro de mediodía. Aunque conserva en buena parte la estructura primitiva, el único elemento arquitectónico claramente románico es el ábside semicircular, que presenta en su muro exterior una cornisa bajo la que se dispone un friso de dientes de sierra regular, elaborado con piedra volcánica oscura. No hay rastro de ventanas en todo el edificio; si las hubo, se encuentran hoy emparedadas e invisibles. A pesar del enfoscado, en el muro del ábside, en la zona noreste, bajo lo que parecen las señales de un tejado que en algún momento fue adosado allí, se distinguen algunas hiladas irregulares de sillarejo de piedra volcánica negra. Mientras, la zona baja del ábside, bajo el rebozado, deja entrever un muro de mampostería con algunos grandes sillares de arenisca, intercalados con fragmentos de otros materiales.

 

En el muro oeste se encuentra la fachada principal con la puerta de entrada al templo, un ojo de buey y una ventana sobre los que se levanta una espadaña de doble vano, de época barroca. En el muro meridional se abre una segunda puerta interna que conduce a la pequeña sacristía, cubierta con una bóveda de cañón.

 

La ermita, en general se encuentra en bastante buen estado de conservación. En el exterior se aprecian algunos paños de pared añadidos y el muro está totalmente rebozado; aún así en algunas partes se han desconchado y dejando ver, en algún caso, hiladas del paramento románico de sillares de piedra volcánica y de piedra arenisca, medianos tan sólo desbastados y más o menos bien alineados. Se pueden ver en la parte media norte de la fachada y en el ángulo sur de ésta. El interior también rebozado y enyesado, presenta una decoración contemporánea antiquizante muy sencilla en el ábside, que se abre a través de un gran arco presbiterial que genera la característica gradación de alturas del anteábside románico. Aunque el edificio está cuidado y bastante limpio, se han detectado preocupantes desperfectos en el enyesado del muro interior norte y en parte del ábside debido a la humedad y al mal estado del tramado de vigas de madera que soporta la cubierta exterior, de teja árabe, a dos aguas.

 

Según dicen, en el muro interior de la capilla se conserva una cruz grabada en la piedra (que no hemos logrado detectar, dado que uno de los muros laterales se encuentra cubierto por una tela protegiendo el interior de la humedad), testimonio de una antigua consagración testificada por la lipsanoteca de madera que actualmente se encuentra depositada en el Museu d’Art de Girona.

 

En cuanto a la valoración de las estructuras románicas del conjunto, diríamos que aunque el aspecto de la capilla actual es resultado de varias intervenciones posteriores, las dimensiones de la nave, sus muros y el ábside son de época románica. El vano interior del ábside, con su arco presbiterial de medio punto y su cubierta de cuarto de esfera, y la articulación del muro absidial exterior con el friso de dientes de sierra, permiten suponer una construcción primitiva fechada en el siglo xi.

 

 

Lipsanoteca de madera

 

La pequeña lipsanoteca de madera de la Mare de Déu de Vilademany que hoy conserva el Museu d’Art de Girona (núm. inv. XXXXX), habría guardado el acta de consagración de ésta iglesia. Se trata de un recipiente de madera torneada, cilíndrico, sencillo, con una tapa también circular, ligeramente convexa, en la que falta el tirador.

 

El recipiente presenta una decoración sencilla a base de líneas incisas y paralelas; dos rozando la boca del recipiente y otras dos cercanas a su base. Entre éstas incisiones se disponen horizontalmente cuatro franjas de color pintadas sobre la superficie: negro, verde oscuro, verde claro y naranja. La tapa presenta también una ligera capa de policromía en la que se alternan los mismos colores. Teniendo en cuenta tanto la tipología cómo la técnica de fabricación de la pieza, debemos fechar la pieza más allá del siglo xii.

 

Texto y fotos: Annaïs Pascual Alfaras

 

 

Bibliografía

 

Badia i Homs, J. y Olavarrieta i Santafè, J., 1987, pp. 14-17; Bosch i Mercader, J., 2000, pp. 24, 30-33; Catalunya Romànica, 1984-1998, V, p. 83; Freixas i Camps, P., 1983, pp. 179, 198; Llinàs i Pol, J. y Merino i Serra, J., 2010, pp. 20-21; Marquès i Planagumà, J. M., 2000, p. 38; Marquès i Planagumà, J. M., 2007, p. 252; Planas i Font, M. y  Gorbs, C., 2010, p. 212.