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Fachada oeste de Sant Martí de Ogassa

Identificador
17112_03_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.272258, 2.233653
Idioma
Autor
Margarida Muñoz Milán
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Iglesia de Sant Martí de Ogassa

Localidad
Sant Martí de Ogassa
Municipio
Ogassa
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Martí de Ogassa

Descripción

Iglesia de Sant Martí d’Ogassa

 

Situada en el extremo noroeste del municipio, y a 1370 m de altitud, la antigua parroquial de Sant Martí d’Ogassa es la iglesia que se encuentra a mayor altura de todo el obispado de Vic. Desde Ogassa, y una vez pasada la urbanización de Prat del Pinter, una pista forestal en buen estado nos conducirá hasta ella en aproximadamente 5 km.

 

El primer testimonio documental conservado sobre la existencia de un templo en el lugar en el que hoy se alza la actual iglesia de Sant Martí, lo constituye el acta de la ceremonia de consagración que celebró el obispo Oliba el 9 de febrero de 1023. El documento hace referencia a una iglesia anterior, dedicada también a san Martín, y que ya había sido consagrada, no muchos años antes, por Arnulf, obispo de Vic entre los años 993 i 1010. La proximidad en el tiempo de las dos consagraciones permite una reflexión en torno al que debía ser el estado de conservación del primer edificio, que probablemente consistiría en una capilla de fábrica muy humilde, y bastante empobrecida ya en las primeras décadas del siglo xi, tal y como informa el mismo documento de 1023: Fuerat autem olim dedicata a predecessore iam dicti presulis Arnulfo sed destructa quia vilis erat et in melius restaurata postmodum est a predicto episcopo consecrata (Dedicada anteriormente por su predecesor, el ya mencionado obispo Arnulf, había sido destruida, debido a su pobreza, y fue restaurada después y consagrada por el predicho obispo).

 

El acta –en el que la iglesia es referenciada como Santi Martini in loco dicto Aguacia– aporta, además, una valiosa información sobre su promotor y sobre los privilegios que le fueron atorgados. Se conoce, así, que la iglesia fue edificada sobre unos terrenos propiedad de los señores de Ogassa, Joan Oriol y su esposa Adelaida, quien era la hermana del obispo Oliba. Los nobles esposos, durante el acto de dedicación del templo, confirmaron todas las posesiones atorgadas por el obispo Arnulf, así como la percepción de diezmos, primicias y otros bienes.

 

En enero de 1093, Sant Martí d’Ogassa se convirtió en propiedad del monasterio de Sant Joan de les Abadesses como consecuencia del legado testamentario que realizó el monje Bernat Joan, descendiente de la familia Oriol. La donación será suscrita escasos días más tarde mediante un documento en el que el mismo Bernat Joan reitera la pertenencia de la iglesia al monasterio, a la que añade algunos terrenos propiedad, hasta entonces, del castillo de Pena. Sin embargo, la titularidad del templo supondrá un conflicto entre los herederos del señorío de Ogassa y el monasterio de Sant Joan: pese a que la donación fue ratificada el 13 de agosto de 1108 por Arnau Joan i Berenguer Arnau, hermanos del monje, un hijo de Arnau Joan, Galceran de Sales, será acusado de usurpar dichas propiedades, iniciándose con ello un litigio que no llegará a su fin hasta el 29 de septiembre de 1166. Será entonces cuando Galceran se verá obligado a reconocer los derechos del cenobio y a restituir la posesión de la iglesia de Sant Martí, quedando vinculada de manera definitiva a la abadía.

 

En el plano arquitectónico, Sant Martí d’Ogassa es un edificio de difícil interpretación a causa de las múltiples modificaciones a que se ha visto sometido a lo largo de su historia. En planta se trata de una construcción sencilla, de una única nave cerrada con bóveda de cañón seguido bajo una cubierta a dos aguas, y rematada por un ábside de perfil semicircular, cubierto con bóveda de cuarto de esfera.

 

A los pies, la iglesia está coronada por un campanario que, en origen, debió ser de tipo espadaña de dos vanos de medio punto, pero que posteriormente fue modificado hasta convertirse en un cuerpo macizo de planta cuadrangular y con escasas aberturas, alterando con ello la configuración de la fachada que aloja la puerta de acceso, y potenciando así la sensación de verticalidad.

 

Durante el siglo xviii, y en un proceso similar al que afectó a la vecina iglesia de Sant Martí de Surroca, fueron añadidas a la nave dos capillas laterales junto a la cabecera (ambas de planta rectangular y cubiertas con bóveda de cañón), así como una sacristía anexa a la capilla del lado de la epístola que, como puede verse en las fotografías anteriores a los años noventa, desdibujaba por completo el perfil del ábside románico en el exterior. También en este momento se abrió, en el mismo muro, un pequeño oratorio dedicado a la Virgen de la Bonaventura.

 

La configuración espacial del edificio, basada en la yuxtaposición de los elementos descritos, se traduce claramente al exterior, caracterizado por un juego de volúmenes de diferentes alturas –correspondientes a la nave, el cuerpo del campanario, las capillas... – que lo alejan sustancialmente del que debió ser su aspecto original.

 

La cronología diversa de los distintos cuerpos se hace aún más evidente a la vista de la falta de homogeneidad de los paramentos. En términos globales se distinguen tres tipos de aparejo: el primero, de sillares pulidos, bien tallados y de tamaños distintos pero creando hiladas regulares, visible en la zona del ábside; el segundo, de sillares más pequeños y dispuestos de manera irregular, en los muros; y el tercero de mampostería, en la torre-campanario.

 

Todas las fachadas carecen por completo de decoración escultórica, incluida la cabecera, las ventanas –situadas en el ábside, en la fachada sur y en la fachada principal– y la puerta, configurada mediante un arco de medio punto. Tampoco en el interior encontramos ningún tipo de ornamentación, a excepción de la cornisa que, bajo la bóveda, recorre todo el perímetro del templo hasta el muro occidental –hoy parcialmente decorada con una moldura y cubierta por una capa de enlucido, al igual que la bóveda–, y que en el ábside hace más evidente la transición entre el muro presbiteral y la cubierta.

 

En función de las características técnicas de la fábrica, la historiografía sitúa el edificio en el siglo xii y, más concretamente, en los años en los que el obispo de Tortosa Ponç de Monells fue abad de Sant Joan de les Abadesses (1140-1193). El hecho de no identificar en el edificio ningún elemento arquitectónico propio del siglo xi ha llevado a algunos autores a definir Sant Martí d’Ogassa como un templo edificado de nueva planta en el siglo xii, que habría sustituido el edificio anterior consagrado por Oliba en el 1023.

 

El estado de degradación en que se encontraba Sant Martí d’Ogassa a finales del siglo xx supuso la necesidad de una intervención, que tuvo lugar entre los años 1990 y 1991 y en la que se llevó a cabo una restauración global que asumió como objetivo preferente suprimir los cuerpos añadidos al edificio románico que se consideraron de poco interés o, que perjudicaban más gravemente la vista del edificio medieval. Así, la restauración consistió fundamentalmente en el derribo de la sacristía, liberando el ábside románico; la apertura de los vanos del campanario –que habían sido parcialmente cegados– y del arco de medio punto de la puerta de acceso –también cegado con un tímpano posterior; y en la eliminación de los nichos del pequeño cementerio adosado al muro sur, en la zona que toca a los pies del templo.

 

Un año más tarde, se localizó una zona de sepulturas medievales en losa tocando el muro meridional del edificio, pertenecientes, según los estudios arqueológicos, a una necrópolis que constituiría la sacraria de Sant Martí, esto es, el circuito sacralizado entorno a la iglesia, delimitado por treinta pasos, protegido de la violencia feudal bajo amenaza de excomunión.

 

Cabe añadir, por último, que el Museu Episcopal de Vic conserva una bella imagen tardomedieval procedente de la iglesia de Sant Martí d’Ogassa (MEV 7035). Se trata de la Marededéu del Puig de França, una talla de alabastro que representa a la Virgen sedente con el Niño, fechada, según el actual estado de la cuestión, en el segundo cuarto del siglo xiv. Es atribuida a los talleres de escultores que trabajaban en el monasterio de Sant Joan de les Abadesses.

 

 

Texto y fotos: MARGARIDA MUÑOZ MILÁN – Planos: ROSA GIL GUACH

 

 

Bibliografía

 

AA.VV., 1995, pp. 479-480; Catalunya Romànica, 1984-1998, X, pp. 160-164; Dalmau i Font, A., 2001, p. 14; Dalmau i Font, A., 2011, pp. 18-19; Ferrer i Godoy, J. 2009, pp. 50-52, 86-93, 97-99, 179-180; Junyent i Subirà, E., 1992, pp. 126-129.