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Fachada oeste de Santa María del Catllar

Identificador
17224_07_005
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.191917, 2.172411
Idioma
Autor
Margarida Muñoz Milán
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Santa Maria del Catllar

Localidad
Tregurà
Municipio
Villalonga de Ter
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Santa María del Catllar

Descripción

Capilla de Santa Maria del Catllar

 

Entre Vilallonga de Ter y Setcases, a 1165 metros de altitud, se encuentra un templo dedicado a santa María que, por su proximidad al lugar en el que se cree estuvo situado el castillo del Catllar, ha sido considerado el único vestigio que se conserva del mismo.  El edificio es visible desde la carretera GIV-5264, y se accede a él desde un desvío situado entre los kms 8 y 9 de la misma. En este punto es recomendable dejar el coche y continuar a pie los aproximadamente 200 m que separan la carretera de la capilla.

 

El castillo del Catllar estuvo gobernado por los Descatllar, importante linaje probablemente originario del Rosselló que ostentó el dominio de todo el territorio que hoy conforma el municipio de Vilallonga de Ter, a excepción de la zona que correspondía al castillo de la Roca de Pelancà. La familia de los Descatllar tenía diferentes ramificaciones, cosa que ha generado algunos problemas entre los historiadores para establecer correctamente su genealogía e identificar –lo que aquí nos interesa– a los miembros del linaje que realmente gobernaron el castillo. Pese a no conocerse la existencia de ningún pacto feudal, parte de la historiografía sostiene que fueron los condes de Besalú los verdaderos señores del castillo, mientras que los Descatllar habrían gobernado el lugar en calidad de castellanos.

 

En cualquier caso, la documentación histórica permite afirmar que el dominio efectivo del castillo estuvo en manos de esta familia, especialmente a partir de principios del siglo xii, momento en que su condición de castellanos se hace explícita en los textos de manera habitual. Este último dato sugiere que la construcción de la capilla pudo coincidir con este momento en el que la presencia de los Descatllar en el castillo es permanente. Esta situación se mantuvo hasta el siglo xiv: la noticia del permiso concedido por el rey Pedro el Ceremonioso para fortificar la domus de la Sala (y trasladarse a ella) nos alerta del estado de ruina en el que se encontraba el castillo en el año 1362, y de su posterior abandono y cese de las funciones defensivas. 

 

Por su parte, las referencias relacionadas estrictamente con la capilla castral son mucho menores y se reducen a alguna mención aislada que no aporta información sobre edificio ni sobre las condiciones de su construcción. Una excepción a esta norma la constituye la noticia, en los primeros años del siglo xiii, de la donación realizada por Guillem Descatllar de un conjunto de reliquias traídas desde Tierra Santa.

 

Un primer análisis visual del edificio hace evidente que, como es habitual en las iglesias medievales de la comarca, estamos ante un templo de origen románico pero alterado en el siglo xviii. El edificio primitivo debió ser una construcción de nave única, rematada al Este por un ábside de perfil semicircular. La nave va cubierta hoy por una bóveda de cañón seguido, ligeramente apuntada, que probablemente es fruto de una reforma tardía, realizada a finales del siglo xv tras los posibles desperfectos ocasionados por el terremoto de 1428 que afectó a toda esta zona.

 

En el exterior, la iglesia estuvo hasta hace algunos años completamente recubierta por una capa de enlucido, igual como lo está el interior. Sin embargo, los agentes meteorológicos han ido deteriorando esta capa, dejando al descubierto en algunas zonas el aparejo, lo que permite intuir un cambio en la disposición de los sillares en la zona de los pies que puede deberse a una ampliación de la nave hacia el oeste. De ser así, seria en el marco de esta ampliación del edificio que debió construirse la fachada que hoy contiene la puerta de acceso, formada por un sencillo arco de medio punto creado a partir de grandes dovelas. Por encima de ella, se encuentra un óculo que permite la entrada de luz a la zona del coro y una espadaña de dos vanos de medio punto que potencia la verticalidad de la fachada.

 

En el interior, la construcción del citado coro a los pies del templo supuso la apertura en el muro norte de una puerta por la que se accede a el. Fue probablemente en el marco de estas reformas que debió levantarse la sacristía en el lado del Evangelio, que constituye un cuerpo de planta rectangular adosado al muro y al que se accede mediante una apertura practicada en la zona del presbiterio. 

 

Tanto el interior como el exterior carecen de decoración de época románica. Sin embargo, el montaje de un retablo barroco en la zona de la cabecera supuso que la única ventana del ábside fuese cegada, aunque su perfil de medio punto es perfectamente visible en el exterior. El resto de las ventanas se encuentran en el muro sur.

 

Tal y como ya se ha apuntado más arriba, los restos –abundantes en algunas zonas– de la capa de enlucido que años atrás cubría todo el templo, dificultan en gran medida la posibilidad de realizar una correcta lectura de los paramentos. Sin embargo, es posible afirmar que la falta de homogeneidad de los mismos es indicativa de los cambios que sufrió el edificio en el siglo xviii. Las diferencias son especialmente visibles en el muro norte si se compara la disposición de los sillares de la zona más cercana al ábside con la manera en que lo hacen en la zona de los pies. Por lo que respecta a la parte románica, parece que los sillares son de distinto tamaño pero que han sido dispuestos formando fileras uniformes. 

 

Por último, cabe añadir que se conoce la existencia de una talla románica de madera, hoy perdida, llamada la Marededéu del Catllar.

 

Texto y fotos: MARGARIDA MUÑOZ MILÁN – Planos: CONCHITA RUIZ TERRADILLOS

 

 

Bibliografía

 

Castells Catalans, Els, 1967-1979, V, pp. 129-139; Catalunya Romànica, 1984-1998, X, pp. 474-77; Noguera i Massa, A., 1977, p. 294.