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Pila bautismal

Identificador
34842_01_002
Tipo
Fecha
Cobertura
42º 53' 29.61'' , -4º 37' 30.86''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de El Salvador

Localidad
Rebanal de las Llantas
Municipio
Cervera de Pisuerga
Provincia
Palencia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA PILA BAUTISMAL, CONSERVADA en la capilla occidental de la nave, es el único vestigio medieval del edificio. Se labró en una compacta arenisca y tiene forma semiesférica, de 90 cm de diámetro por 52 cm de altura, alzándose sobre un moderno tenante circular. Tanto por su espléndido estado de conservación como por su iconografía y estilo constituye uno de los ejemplares más interesantes de la provincia. La figuración se distribuye a modo de friso corrido, sin elementos separadores de escenas, y se enmarca entre dos cenefas decorativas. El borde superior se decora con una prominente orla de tetrapétalas inscritas en un tallo perlado serpenteante y la base de la copa recibe decoración de semibezantes o arquillos, torpe remedo de las ovas andresinas. Comenzamos la descripción de las escenas desarrolladas en la superficie de la copa por una de las imágenes caracterizadoras del vicio de la lujuria: la mujer cuyos pechos son amamantados y mordidos por una pareja de serpientes de largas y enrolladas colas. A ambos lados de la fémina y completandola escena, aparecen una tercera serpiente enroscada en las piernas y atacando a otra mujer, que protege de la serpiente sus pechos con su mano izquierda y su sexo con la diestra. Es clara la alusión y al mismo tiempo la reprobación del vicio. El mismo motivo aparece en la pila bautismal de Osorno. Sigue por la derecha la representación de un combate de jinetes, armados con yelmos, cotas de malla y lanzas cuya acometida es detenida por una dama mediadora. Ésta, ase las riendas del caballo del jinete de su izquierda, que blande una espada, y sujeta la lanza del caballero de la derecha. La escena, relativamente frecuente en la escultura románica tardía (Cezura, Gama, Revilla de Collazos, Villavega de Aguilar o Resoba, por sólo citar algunos ejemplos palentinos), se ha interpretado como representación de las instituciones de la Paz y la Tregua de Dios. Siempre en el sentido contrario a las agujas del reloj y tras una esquemática hoja de acanto -que sigue a otras que hacen de fondo a las escenas de la lujuria y del combate de jinetes-, aparece un grupo compuesto por cuatro personajes. Los dos centrales son una pareja abrazada besándose y realizando el coito, flanqueados a su izquierda por un hombre barbado vestido con capa de fiador, que realiza un gesto con su mano derecha extendida de dirigirse a los amantes, mientras que por la derecha una mujer vestida con manto y toca con barboquejo posa su mano sobre la espalda de la fémina. El carácter explícito y obsceno de la representación no deja dudas sobre la condena del vicio al que se refiere. La crudeza de la escena la relaciona con el grupo de relieves obscenos encabezado por la serie de canecillos de la iglesia cántabra de San Pedro de Cervatos. Continúan el friso un músico tocando la vihuela con arco, acompañado por una dama tocada y con barboquejo, posiblemente una bailarina, que realiza el gesto de asirse la muñeca izquierda con su diestra. La escena pudiera interpretarse como de juglaría y en ese caso se relacionaría con un nutrido grupo de representaciones tardorrománicas de esta índole (así en los capiteles de Moarves de Ojeda, portada burgalesa de Hormaza, etc.). El carácter reprobatorio de tal representación se trasluce en el gesto que realiza con su mano la mujer, gesto de desesperación e impotencia ante el pecado -la actividad juglaresca se asocia frecuentemente a la lujuria- según interpretación de François Garnier (Le Langage de l´Image au Moyen Âge. Signification et Symbolique, París, 1982, pp. 198, 200-201). Finalizan el friso dos personajes, vestidos con túnicas cortas, violentamente abrazados, en actitud de lucha -posiblemente representación de la discordia o la ira, también presentes en las pilas de Guardo y Osorno-, y una madre que sujeta a su hijo contra su regazo y realiza un gesto de protección con sus manos. Como vemos, es difícil determinar un hilo conductor coherente para la serie de escenas aquí desarrolladas. Varios son, no obstante, los puntos en común que ofrecen estas representaciones. En primer lugar su carácter simbólico y en una primera lectura profana, como ejemplificaciones que son de contenidos que se prestan a una lectura moralizante. Así, las alusiones a la lujuria ocupan varias de las escenas: mujer de pechos mordidos por serpientes, escena de coito y músico y juglaresa. Estas reprobaciones de vicios carecen, no obstante, de un claro referente al carácter salvífico -y por tanto liberador de la condena consecuente a los vicios- del bautismo, tal como vemos en otros ejemplares de pilas (principalmente Calahorra de Boedo y Colmenares). Más bien se relaciona la colección de viñetas aquí desarrolladas con la decoración de las pilas de Cantoral, Respenda de Aguilar o Payo de Ojeda, todas impregnadas del mismo carácter anecdótico y fragmentario en su discurso iconográfico, al que envuelve un cierto contenido moral. Desde el punto de vista estilístico, las figuras denotan cierta tosquedad y rudeza. La reducción al cilindro de las extremidades, el carácter estereotipado de los ovalados rostros, de ojos almendrados, narices triangulares y ausentes de expresión y la escasa concesión al detalle manifiestan un cincel poco diestro, muy popular. Ciertos detalles de la indumentaria hacen pensar en una cronología avanzada dentro del siglo XIII para la pieza, que se relacionaría con los ejemplares citados de la zona norte palentina.