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Restos de la muralla primitiva de la Ciudadela de Roses

Identificador
1752_08_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.266900, 3.170000
Autor
Marcos Ojosnegros Marín
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Murallas de la Ciutadella de Roses

Localidad
Roses
Municipio
Roses
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Ciudadela de Roses

Descripción

ROSES

 

El municipio de Roses se sitúa en la costa sur del cap de Creus, presidiendo la badía homónima; parte de territorio se eleva en forma de cadena montañosa, la sierra de Rodes, que es el extremo más oriental de la cordillera pirenaica. El término municipal, que tiene una extensión de casi 46 km2, incluye la villa de Roses y varias urbanizaciones tanto en la costa (Santa Margarida, Canyelles petites, l’Almadrava) como en el interior. El acceso se realiza por la carretera C-260, en formato autovía, desde Figueres.

 

La ciudad griega de Rhode, origen de la actual Roses, es atestiguada por varias fuentes clásicas como fundación rodia hacia el siglo viii aC. La moderna arqueología ha confirmado la existencia de la ciudad griega antigua, aunque al parecer fundada no por los rodios sino por los masaliotas de Marsella, probablemente en torno a mediados de siglo iv aC. Tras un periodo floreciente en la época helenística, la ciudad queda bajo la influencia de la potente Emporion, situada en la parte meridional del golfo. Hay restos también de ocupación romana, gracias a los que se detecta un período de cierto auge en la época bajoimperial, ya con una notable comunidad cristiana.

 

La historia moderna de la villa parece vincularse al establecimiento del monasterio de Santa Maria, documentado desde el siglo ix y en torno al cual debió crecer un pequeño nucleo de hábitat, que parece consolidarse en el siglo xii. La villa, precozmente fortificada, dependió de Castelló d’Empúries, la capital del condado, hasta el siglo xv. Pese a la decadencia del monasterio, en el siglo xvi la importancia estretégica del lugar motivó que se fortificara, creándose la actual Ciudadela, el recinto amurallado que preside todavía la entrada de la villa. La población se fue desplazando hacia la costa a partir del siglo xviii, época en que se construyó también una nueva iglesia parroquial. En la actualidad, Roses es, sobre todo, un activo centro de turismo tanto local como internacional.

 

 

Murallas de la Ciutadella

 

En la entrada del pueblo de Roses, al lado de la carretera, se conserva un gran recinto fortificado conocido como la Ciutadella, en el interior del cual hay los restos del an tioguo monasterio de Santa Maria. La fortificación se corresponde con el límite de la población primitiva de Roses, antes de su desarrollo hacia el sector costero, que se hizo a partir del siglo xviii, ya extramuros.

 

Aunque no se conserva documentación sobre la construcción de estars grandes murallas, los estudios y sucesivas campañas arqueológicas permiten conocer por lo menos tres grandes fases constructivas. La primera, que correspondería al siglo ix, se sitía en la parte meridional del conjunto monástico, al lado de los restos del antiguo claustro. Encontramos aquí un tramo de muro de unos 15 m largo,  con aparejo dispuesto en opus spicatum, elaborado con bloques de piedra granítica. En el costado oriental hay unas escaleras de fábrica posteriores, que cabe suponer que no se abren hasta la construcción de una segunda muralla perimetral.

 

En una segunda fase constructiva, ya durante los siglos xi-xii, se reforzó el muro perimetral. En la fachada oeste se añadieron contrafuertes de grandes dimensiones y en la esquina suroccidental se ha encontrado una torre circular ataludada que pertenece al conjunto de la obra. Esta torre circular conserva una ventana saetera muy alargada, elaborada con sillares de piedar caliza bien labrados, a modo de jambas. Se levanta unos 5 m y tiene una cubierta semiesférica de encofrado de ripio y argamasa. El paramento se construye a base de sillarejo irregular de piedra simplemente desbastada, con algunos sillares bien labrados de reaprovechamiento, que se disponen en hiladas y van ligados con mortero.

 

En la fachada oeste del conjunto también se encuentran otros restos de este segundo nivel defensivo. Se trata de dos cuerpos arquitectónicos que se cree que eran dependencias del monasterio, pero que a su vez protegían la entrada principal. Muy posiblemente se encontraba, junto a estos cuerpos adosados, una puerta de acceso a las dependencias monacales. Se trata de dos cuerpos arquitectónicos separados por un acceso; al Norte se levanta una construcción circular que parece que tuvo funciones de cisterna o lavadero. Las excavaciones recientes han permitido conocer esta fase constructiva en detalle. La hipótesis versa en torno a que se trataba de un recinto adosado al templo románico que servía para las varias dependencias monacales. El templo se disponía dentro del recinto en su costado noreste, de modo que su muro septentrional cerraba el conjunto del monasterio compuesto por iglesia, claustro y sus dependencias, y dependencias en la entrada principal orientada a Oeste. Prueba de esto son los restos de muro perimetral que quedan dispuestos en la cabecera. A los ábsides semicirculares de la iglesia de Santa Maria de Roses se le añade un pequeño cuerpo arquitectónico rectangular que cierra este segundo nivel defensivo. También queda por dirimir qué se disponía en la fachada norte que aún conservan partes de un arco sobre la nave lateral norte. Parece como si la nave lateral norte del templo hubiera tenido un segundo piso. Además, encontramos decoración a partir de arcos ciegos en esta parte del muro perimetral norte. Algunos historiadores se atreven a afirmar que en este segundo nivel defensivo se viste el edificio de Santa Maria de Roses con una gran torre de sección cuadrangular. Y es, ciertamente, fundamentado ya que aún hoy encontramos un gran paño de muro por encima de la nave central, que es la mas alta.

 

La tercera fase defensiva, fechada en el siglo xii-xiii se compone de un gran muro ataludado que enmarca el conjunto monacal. De perímetro poligonal y con torres cuadradas en sus extremos, se dispone a lo largo de todo el perímetro del conjunto y es la fortificación definitiva. De esta fase constructiva, a falta de nuevas investigaciones, sólo se conserva un gran tramo del muro este con la base de una torre cuadrada, un tramo de la muralla sur al que se le adosan otras construcciones posteriores, y algunos restos del muro norte que aún no se han excavado y que actualmente forman un pequeño promontorio. Cabe añadir un tramo del muro oeste, que suponemos que es donde se encontraba el acceso principal.

 

Toda esta estructura es formadoa por un muro de grandes dimensiones, ataludado, con aparejo irregular a base de sillarejo y ripio argamasado. En la parte superior se abren pequeñas saeteras con derrame al interior, conseguidas a partir de sillares bien labrados dispuestos como jambas y rematadas por un sencillo dintel monolítico. Recientemente, en la esquina sureste del muro se ha excavado y dejado al descubierto el basamento de una torre de planta cuadrada de la que no se conserva más que unos sesenta centímetros de muro.

 

En la fachada interior este de esta muralla defensiva se han desenterrado unas dependencias que parece que podrían ser unas caballerizas o un almacén de grandes dimensiones. Mientras no aparezcan otros elementos constructivos parece difícil saber el uso del edificio adosado, pero nos ha permitido saber que se disponen dos pisos adosados a la muralla. Un primer piso que circundaba todo el muro perimetral a la altura de las ventanas saeteras, y un piso inferior en el que se disponían  dependencias.

 

J. Badía i Homs cree que la fábrica de este tercer nivel defensivo corresponde al siglo xiii-xiv. Basa su teoría en que se adosan a esta muralla nuevas dependencias por su lado sur. Un gran almacén y partes de otros muros perimetrales que alargan el recinto en su prolongación hacia el sur y que añaden una torre circular y otra semicircular.

 

Texto y fotos: Marcos Ojosnegros Marín

 

 

Bibliografía

 

De la Fuente, P, 1998; AA. VV., 1998, núm.77; Catalunya Romànica, 1981-1998, IX, p. 781; badia i homs, J., 1977-1981, II-B, p. 230; Puig i Grissenberger, A. M. et alii, 1994; Puig i Grissenberger, A. M. et alii, 1995; Pujol i Hamelink, M., 1997.