Pasar al contenido principal
x

Vanos de la zona suroeste del castillo al patio de armas

Identificador
50248_05_097n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 28' 17.42'' , -1º 7' 16.21''
Idioma
Autor
Delia Sagaste Abadía
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Castillo

Localidad
Roita
Municipio
Sos del Rey Católico
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Descripción
El castillo de Rueyta, también llamado de Roita, Sercastiello, Sierracastilla, Cercastiel y Charat-Kachtilla, fue construido sobre la fortaleza fronteriza musulmana de Charat-Kachtilla durante el reinado de Sancho III el Mayor (1004-1035). Al menos una fortificación ya estaba construida antes del 900, tal y como atestiguan algunos sillares típicos de época califal, y se contaba entre los dominios del caudillo oscense muladí Muhammad ibn As Al-Malik ben Sharbrit, a quien por su altura llamaban “El Largo” o Al-Tawil, emparentado con los condes de Aragón. Al parecer, en mayo de 911 y tras una frustrada razzia que tenía a Pamplona como objetivo, Al Tawil se retiró a Charat Kachtiella (Roita). Ante el rumor de un ataque de Sancho Garcés I de Pamplona, abandonó furtivamente la fortaleza. Sus desmoralizados moradores rindieron el sitio. Supuestamente sería destruido en este año, pero no está tan clara la fecha exacta de su recontrucción, que parece se produjo a mediados del siglo XI. No pudo permanecer en ruina mucho tiempo, en cualquier caso, por la importancia estratégica de esta zona. En 1036 Ramiro I confió la tenencia de Roita a Lope Sangiz y Aznar Galindones, para luego donarla a su propia esposa junto con los castillos de Lobera de Onsella y Atarés. El siglo XII se caracterizó por los continuos enfrentamientos entre Aragón y Navarra. La cercanía con Sos del Rey Católico, que cambiaría sucesivamente de manos, haría de Roita un enclave fundamental. Sin embargo, Rueyta no vuelve a aparecer citado como tal en la documentación aragonesa hasta 1294. En el siglo XIV las menciones serán, en cambio, constantes; posiblemente debido a que fue parcialmente reconstruido en este tiempo, época de la que datarían algunos elementos arquitectónicos de estilo gótico, que confieren cierto aire palaciego a lo que anteriormente había cumplido una mera función militar. Las crónicas refieren, sin embargo, que a este castillo, ocupado presumiblemente por un tenente o alcaide y su guarnición, no estaba asociado ningún pueblo o villa. En 1348, bajo poder unionista, es nombrado alcaide Pedro Fernandez de Saviñán. Con una última denominación, Çer Castiello, es incluido en 1363 en la nómina de castillos entregados como rehén a los reyes Pedro IV y Carlos II de Navarra. Este monte, históricamente vinculado al realengo, pertenece hoy al Gobierno de Aragón y, como medida de protección medioambiental, sus pistas forestales están cerradas al tráfico rodado. La desconocida belleza del paraje, así como su evocadora arquitectura, deberían ser motivos más que suficientes para conservar y poner en valor esta joya de nuestra historia que amenaza ruina. En la peña de Roita, el ascenso nos depara una sorpresa. A unos 200 m al sur del castillo, el sendero cruza lo que parecen ser rocas cubiertas de musgo. Pronto se revelan los sillares desperdigados de lo que, según Berraondo, pudo ser una ermita a los pies del castillo. Todavía se conservan bastante definidos los muros de su nave única, que mediría 5 m de ancho y 11 de largo, así como parte del ábside semicircular, aunque algunos arbustos de boj ocultan sus casi 2 m de altura. Desgajado y sobre la hojarasca, un bloque en el que se dibuja la parte superior de un arco de medio punto que pudo abrirse en el eje de la cabecera. Los muros, rellenos de argamasa, tendrían 1,20 m de espesor. Un hueco en lo que sería el muro norte, apunta a la existencia de una puerta de unos 170 cm de luz. Berraondo refiere la existencia de los restos de una columna y de una cruz patada inscrita en uno de los sillares, vestigios que parecen no hallarse ya entre las ruinas. Estos son los restos constitutivos de lo que pudo haber sido una iglesia románica. El aparejo se muestra un tanto irregular en la continuidad de las hiladas, lo que no constituye argumento suficiente como para afirmar su realización en época prerrománica, dado que muros semejantes se pueden ver en edificaciones románicas de carácter rural, como podría haber sido la presente. El arquillo que supuestamente culminaba la ventana axial está tallado en un sillar semejante a los visibles en numerosos ábsides románicos. Una vez arriba, desde donde se alcanza una vista privilegiada, distinguimos que el conjunto posee una planta trapezoidal, cuyo lado más largo mide unos 25 m. Los lienzos de la muralla que dan al Norte y al Este son de mampostería, quizá la parte más antigua de la construcción, mientras que los otros son de buena sillería gótica. En este material están levantados los torreones del conjunto, situados en esquinas opuestas. Entre ellos se despliega un amplio patio de armas, hoy lleno de vegetación. El conjunto es de factura bajomedieval. La torre del nordeste presenta planta cuadrada y mide seis metros de lado. A través de un pequeño agujero que hay en su base se puede acceder a su interior, donde puede verse la roca sobre la que se levanta, así como las tres plantas que debió de tener apoyadas en ménsulas. Tiene algunas saeteras y una ventana rectangular que da al Sur. Su hermoso remate debió de poseer ocho buhardas, una en cada esquina y en el centro de cada lado, apoyadas a su vez sobre tres ménsulas que sí se conservan. En la esquina occidental se alza otra torre, de dimensiones y estructura similares. Si bien en los años 90 todavía conservaba dos de sus lienzos, hoy día no queda más que uno, surcado por una amenazante grieta. Está adosado a un edificio que tendría dos plantas y un sótano o cripta, y en el que se conservan abundantes elementos que parecen de la segunda mitad del siglo XIV. Es el caso de los arranques de los arcos apuntados que servirían para sustentar la techumbre de la primera planta. Aún quedan algunos de estos arcos recortados contra el cielo como único techo, y unas frondosas hiedras que se enredan por sus dovelas. Desde el patio de armas se accede a este espacio residencial, que pudo estar destinado como morada del tenente y que está ubicado en la zona suroeste del castillo, a través de una puerta de arco apuntado, flanqueada a su vez por una bella ventana gótica, compuesta por un par de arcos apuntados con celosías góticas y parteluz, elementos que dotan a la fachada de un refinamiento insospechado.