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Vista general de la Cabecera y transepto de Santa María de Besalú

Identificador
17019_01_021
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.200000, 2.700000
Idioma
Autor
Laura Bartolomé Roviras
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Santa Maria de Besalú

Localidad
Besalú
Municipio
Besalú
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Santa María de Besalú

Descripción

Antigua canónica de Santa Maria de Besalú

 

La iglesia de Santa Maria se halla en la parte más alta del municipio de Besalú, en el promontorio donde originalmente se situaba el antiguo castrum, dentro del perímetro de la muralla castrense. En este mismo recinto se encontraban, también, el castillo de los condes de Besalú, al menos desde el 957, y la capilla condal dedicada a Santa Maria, documentada a partir del 1012. A la luz de los estudios más recientes, es muy probable que la antigua canónica aquisgranesa dedicada a Sant Genís y Sant Miquel se ubicara también en este mismo recinto. Esta área permanece hoy dentro de una propiedad privada, que puede visitarse periódicamente a través de visitas concertadas.

 

Los restos de la iglesia de Santa Maria conservados in situ, la cabecera y el transepto, son el mayor testimonio de la antigua canónica agustiniana erigida en este lugar. La mayor parte de sus dependencias han desaparecido a lo largo de los siglos, mientras que algunos restos importantes han sido trasladados a otros lugares durante el decurso de los siglos xix y xx. Como se verá más adelante, el Conventet de Pedralbes y el Museu Nacional d’Art de Catalunya en Barcelona son actualmente los principales depositarios de obras procedentes de Santa Maria de Besalú.

 

El primer capítulo que se debe abordar es el de los orígenes de esta canónica, sobre los cuales todavía hoy existe una cierta confusión. Esto se debe, en parte, a la ambigüedad de las advocaciones que figuran en los documentos datados entre los siglos x-xi, y también a la transcripción e interpretación de esta información en época moderna y contemporánea. Este desarreglo ha sido atenuado, en parte, por los trabajos de investigación más recientes, si bien existen todavía ciertas contrariedades difíciles de resolver. En cualquier caso, es bastante probable que la ascendencia de Santa Maria de Besalú deba relacionarse, en gran medida, con la canónica aquisgranesa dedicada a Sant Genís y Sant Miquel. Su instauración tiene lugar en el 977, cuando Miró Bonfill, conde de Besalú y obispo de Girona, dispone el establecimiento de una comunidad de canónigos regulares ad domum Sancti Genesii seu Sancti Michaelis sitam infra muros castri Bisulduni. En una bula concedida este mismo año por el papa Benedicto vii, esta comunidad figura como Sancti Salvatoris et Sancti Genesii ac Sancti Michaelis rectori quorum Ecclesia est aedificata juxta castrum Bisulduni. A partir de este momento, son numerosos los documentos que se refieren a este establecimiento y en la mayor parte de las ocasiones lo sitúan infra muros castri Bisulduni (1000) o bien infra menia civitatis Bisulduni (1006). El conde Bernat Tallaferro (998-1020) se convierte en el más acérrimo protector de esta canónica, hasta el punto que la escoge como sede del nuevo y efímero episcopado de Besalú (1017-1020). Aquí se custodian las reliquias de san Esteban papa y también las de la Vera Cruz, que el mismo Bernat Tallaferro transporta celosamente desde Roma en 1016, para la dotación de la sede episcopal. Así, en 1027 todavía se hace referencia a esta iglesia con las advocaciones de sancti Genesii Martyris et sancti Michaelis Archangeli et sancti Stephani Papae et sancti lignum preciose crucis Domine nostre Iesu Christi.

 

Resulta un tanto más complicado describir la evolución de Sant Genís y Sant Miquel  con posterioridad a la extinción del episcopado y, al mismo tiempo, tratar de entender en qué medida precisa se relaciona con la nueva canónica agustiniana de Santa Maria. En estos años, algunos miembros de la comunidad se refugian en el monasterio de Sant Joan de les Abadesses, mientras que otros permanecen en la misma villa de Besalú, si bien no está todavía claro si se alojan en la iglesia de Santa Maria i Sant Joan de Bell·lloc, situada extramuros, o bien intramuros en la capilla condal dedicada a santa María. Paralelamente, se ha planteado la posibilidad que la canónica de Sant Genís y Sant Miquel se sitúe dentro del espacio del castrum, junto al castillo y la capilla condal. Tradicionalmente, este edificio se ha ubicado fuera de las murallas del castillo, debido al uso generalizado en los documentos de la preposición latina infra, cuya traducción más común es “fuera de” o “debajo”. Sin embargo, los últimos estudios, aguzados por la publicación en 2002 de los pergaminos procedentes de Santa Maria de Besalú conservados en la Biblioteca del Col·legi d’Advocats de Barcelona, plantean la posibilidad que esta preposición pueda traducirse también por “dentro de”. Esta hipótesis se basa en tres documentos del 999, 1003 y 1012, de cuya lectura se puede inferir la localización de dicho establecimiento dentro del espacio del castrum de Besalú. De hecho, en la mención contenida en la bula del papa Benedicto vii del 977, ya citada, se hace uso de la construcción juxta castrum Bisulduni, indicando una inminente proximidad con el castillo. En cualquier caso, Sant Genís y Sant Miquel de Besalú continúa figurando en la documentación hasta 1075.

 

Por otra parte, existe todavía cierto equívoco sobre la primera noticia relacionada con la nueva canónica agustiniana de Santa Maria. Y este hecho se debe, de nuevo, a la ambigüedad de las advocaciones y a la dificultad intrínseca de identificar y ubicar de manera precisa los diversos edificios a los que se hace referencia en los documentos. Concretamente, a lo largo del siglo xi se tiene constancia de tres iglesias con la misma dedicación a Santa María: la iglesia de Santa Maria i Sant Joan de Bell·lloc o Santa Maria de Capellada, documentada desde el 998; la capilla condal de Santa Maria, documentada desde el 1012; y finalmente la nueva canónica agustiniana de Santa Maria. Mientras que la primera se halla claramente fuera de la muralla, en los aledaños de Bell·lloc, y la segunda se encuentra dentro del castrum, no resulta tan claro la ubicación primigenia de la canónica. De nuevo, la interpretación de la preposición infra, utilizada en los documentos para situar el emplazamiento de estas iglesias, ha sido poco edificante. En esta tesitura, y sin espacio para desarrollar extensamente las distintas tesis planteadas en este sentido, a continuación, se relatan algunas de las noticias más importantes, mientras que para su interpretación se remite a la bibliografía específica detallada en este estudio.

 

En el documento de donación de una tierra a favor de Ramon Miró en 1048 consta cum cuncta congregatione Sanctae Mariae qui est sita infra muros Bisuldini. Esta alusión podría constituir ciertamente una primera referencia a la comunidad de canónigos de Santa María, aunque no queda claro si, además, debería interpretarse también la existencia de un edificio ad hoc. De hecho, se ha propuesto que esta mención haga referencia a la iglesia de Santa Maria de la Capellada, fuera de la muralla. Existe otro documento, datado en 1055, que durante largo tiempo se ha interpretado como el acta de consagración de la iglesia de Santa Maria de Besalú. No obstante, en los últimos años se ha matizado que este documento responde a una pacificación entre el conde Guillem ii y el obispo de Girona Berenguer Guifré, en cuyo contenido se recuerda ut consecraret ecclesiam Sanctae Dei genitricis Mariae quae est in castello vocitato Visulduno. Por lo tanto, la consagración de una iglesia dedicada a Santa Maria junto al castillo de Besalú habría acontecido seguramente con anterioridad a la fecha de este documento. Si bien aquí se abre de nuevo un tremendo interrogante, puesto que algunos de los estudios más recientes indican la posibilidad de que dicha iglesia pueda identificarse tanto con la capilla condal, como con una nueva canónica dedicada a Santa Maria, como con la antigua canónica de Sant Genís y Sant Miquel, consagrada bajo esta nueva advocación. Aunque, sin duda, una de las noticias más importantes de este período es la concesión de la Ecclesiam beatae Mariae virginis intra muros Bisulduni fundatam al orden de Saint-Ruf d’Avignon. Esta donación, dispuesta en 1084 por el conde Bernat II, con el beneplácito del obispo de Girona, supone la implantación de una nueva comunidad agustiniana, seguramente, en sustitución de la aquisgranesa. No obstante, parece que esta transición no resulta ni inmediata, ni tampoco del todo pacífica. En 1111, extinguida la autoridad del condado de Besalú, el conde de Barcelona Ramon Berenguer III se ve obligado a ratificar la ascendencia de prephate ecclesie sancti Rufi et eidem abati atque canonicis ecclesiam sancte marie intra muros bisillunensis castri constitutam. Y, finalmente, acaba por afianzar la comunidad agustiniana, mediante la donación del ámbito del castillo en 1137. Las noticias que permiten atestiguar la existencia del nuevo edificio de Santa Maria de Besalú, el que todavía hoy permanece en pie, no se encuentran hasta la segunda mitad del siglo xii. Sin ánimo de trasladar aquí todas las referencias, se puede destacar que en un documento del 1180 esta iglesia consta como sancte marie novelle, hecho que invita a imaginar el resultado de una edificación reciente. Si bien, la construcción debe de alargarse, al menos, hasta finales de la centuria, puesto que en 1185 el rey Alfonso el Casto, concede al prior de Santa Maria de Besalú y a sus sucesores ut possint accipere petram sue lapides ad omnis opera dicti prioris.

 

De este modo, cuánto queda todavía hoy por esclarecer es el emplazamiento concreto de la comunidad agustiniana de Santa Maria durante el período comprendido entre mediados del siglo xi y la primera mitad del xii. Mientras que algunos autores piensan  que los orígenes de dicha comunidad se sitúan en la iglesia de Santa Maria i Sant Joan de Bell·lloc, otros prefieren indicar la capilla condal de Santa Maria, y situarla, por tanto, dentro del castrum. Esta problemática adquiere una nueva dimensión a partir del resultado de las campañas arqueológicas emprendidas en el actual perímetro de Santa Maria de Besalú entre 2004 y 2005. Estos trabajos han permitido establecer, en primer lugar, los límites precisos del perímetro de la iglesia del siglo xii, que anteriormente tan solo se intuía de manera indirecta a través de fotografías antiguas. Aunque, sin duda, el dato más importante es el descubrimiento de una cabecera igualmente tripartita, subyacente al actual transepto. Estos restos arquitectónicos atestiguan la existencia de un templo anterior, con una cabecera formada por tres ábsides, y cuya longitud oscila en torno a los 28,5 metros. Todo esto apunta a una iglesia de dimensiones monumentales, de la que todavía queda por certificar la identidad. En un primer momento, estos restos fueron identificados con la capilla condal dedicada a Santa Maria, documentada desde el 1012. Esta posibilidad sostiene la hipótesis planteada anteriormente, sobre los orígenes de la canónica agustiniana en relación con la capilla del castillo condal. Sin embargo, esta cabecera también se puede asociar, con mucho sentido, a la antigua canónica aquisgranesa de Sant Genís y Sant Miquel, documentada a partir del 977. Como ya se ha expuesto, la reciente reubicación de este edificio dentro del espacio del castrum, respalda esta segunda posibilidad, hecho que además permitiría vehicular de manera más clara la relación y continuidad entre la comunidad aquisgranesa de Sant Genís y Sant Miquel y la comunidad agustiniana de Santa Maria, dependiente de Saint-Ruf de Avignon. Acaso, este traspaso hubiera acaecido precisamente en el marco de la reforma gregoriana, durante el último cuarto del siglo xi.

 

Para tratar de compensar estas dudas, lo mejor es avanzar en la descripción de la iglesia que permanece hoy en pie. De ella, tan solo se conservan in situ los vestigios de la cabecera y una parte del transepto, en los que se a su vez cabe identificar numerosas pérdidas y también los efectos de una reciente restauración. El resto de la iglesia se ha malogrado a lo largo de los siglos, bien a causa de su ruina, bien a causa del  traslado de algunas partes a otros emplazamientos. En el siglo xv el edificio sufre ya algunos daños materiales importantes como consecuencia del terremoto de 1429, que asola la villa de Besalú y la mayor parte del territorio del condado. Se tiene fe de ello a través de la visita pastoral realizada por el abad Vidal de Saint-Ruf de Valence, entre el 10 y el 13 de marzo del mismo año. En este documento se describen desperfectos en los muros de la cabecera, así como el derrumbe de una parte importante de la bóveda de la nave. En 1592 esta canónica es secularizada y se transforma en colegiata por mandato del papa Clemente viii. El proceso de degradación definitivo se inicia hacia mediados del siglo xviii, cuando el 7 Desembre 1746 á las nou horas del matí poch mes ó menos, caigué la volta mayor de dita iglesia ab gran estruendo, y continúa a lo largo de los siglos xix y xx. Como consecuencia de la Desamortización de 1835, este conjunto pasa a manos privadas. Durante el siglo xix debe lamentarse también la desaparición del claustro, situado con toda probabilidad en correlación con la iglesia. El proceso de degradación culmina a principios del siglo xx, cuando algunas partes muy significativas, como las portadas del templo y una gran cantidad de los elementos decorativos del exterior del ábside, se trasladan a otros lugares, y algunos acaban formando parte de nuevos edificios como el Conventet de Pedralbes de Barcelona. En 1939 se hunde el campanario edificado sobre el brazo meridional del transepto, un cuerpo arquitectónico de base cuadrada, que todavía se aprecia en algunas fotografías realizadas por Josep Salvany i Blanch en 1912 (Biblioteca de Catalunya) y también en otras de 1920, pertenecientes al archivo Almató (Institut Amatller d’Art Hispànic. Arxiu Mas).

 

Superadas algunas interpretaciones que situaban los vestigios conservados en el siglo xi, hoy parece claro, en cambio, que esta iglesia corresponde a una remodelación y/o ampliación de un templo anterior (este, quizás sí, construido durante el siglo xi), cuya obra cabe situar grosso modo durante la segunda mitad del siglo xii. Una posibilidad es que se hubiese implantado una nueva cabecera con un transepto sobre el trazado de la iglesia preexistente. De hecho, la arquitectura de estas partes “nuevas” ofrece el testimonio de una tipología constructiva muy concreta que se observa en diversos edificios del condado de Besalú desde finales del siglo xi y, especialmente durante el siglo xii. Se distingue por la incorporación de un aparato constructivo con una clara predilección por la colocación de unos sillares rectangulares de medidas más o menos homogéneas, tallados con especial esmero y colocados ordenadamente. La iglesia del priorato del Sant Sepulcre de Palera, consagrada en 1085, es uno de los primeros testimonios de la implantación de esta nueva tecnología constructiva, que se afianza durante el siglo xii, tal y como lo demuestran los principales edificios de la misma villa de Besalú. En particular, se detecta en la iglesia del monasterio benedictino de Sant Pere, cuya obra parece situarse entre la segunda mitad y finales del siglo xii, durante el mandato del abad Pedro (1171-1211). Y también en la iglesia parroquial de Sant Vicenç, cuya construcción se inicia, aproximadamente, durante este mismo período. Y aunque estas iglesias bisuldunenses muestran planteamientos arquitectónicos y decorativos distintos, lo cierto es que su tecnología constructiva muestra unos denominadores comunes innegables. Prueba, quizás, que la edificación y/o renovación de estos edificios corre en paralelo durante la segunda mitad del siglo xii, convirtiendo a la villa de Besalú en un auténtico hervidero constructivo y artístico.

 

Los restos actuales de la iglesia definen la forma de una cabecera trilobulada, con un ábside principal de mayor capacidad y profundidad respecto de los dos laterales, y un transepto poco pronunciado. En origen, es muy probable que en el espacio central del crucero se alzara un cuerpo abovedado o linterna, aunque en la actualidad tan sólo se conserva la base de los pilares que formaban parte de este sector. Esta estructura está formada por una gran basamento circular sobre el que se alza la sección de un pilar cruciforme, resultado de la superposición de semicolumnas sobre una base cuadrada. La envergadura de esta base refleja la notoria capacidad y proyección que debió tener esta iglesia del siglo xii. Puede que el prototipo de esta cabecera se pueda poner en relación con la iglesia de Saint-Ruf d’Avignon. Incluso la disposición original del campanario, ahora desaparecido, comparte determinadas analogías con el modelo proporcionado por el edificio provenzal. Estas relaciones son perfectamente factibles, puesto que a partir de 1137 la comunidad aviñonesa empieza a regir definitivamente el destino de Santa Maria de Besalú, en virtud de la donación efectuada por el conde Bernat II en 1084. Como curiosidad, cabe destacar que algunos sillares del exterior del ábside lateral septentrional y otros de la zona de unión con el ábside principal conservan inscripciones funerarias, entre las que se encuentran algunas pertenecientes a canónigos de Saint-Ruf. Estas inscripciones, datadas entre finales del siglo xii y principios del xiii, evidencian la presencia de un particular e inusual espacio votivo, testimonio acaso de la ascendencia indiscutible de los canónigos de Saint-Ruf. Por otra parte, este no es el único edificio del condado de Besalú que refleja, durante la segunda mitad siglo xii, el influjo de la arquitectura de Saint-Ruf d’Avignon. En esta línea también se han identificado ciertas relaciones con la iglesia de Sant Esteve d’en Bas, con motivo de su cabecera de planta poligonal. Tal vez se pueda considerar que Santa Maria de Besalú se establece, en virtud de su vinculación directa con la canónica provenzal, como eje vehicular de ciertos programas arquitectónicos, y también ornamentales, desarrollados en la Provenza de la segunda mitad del siglo xii, en ciertas obras del condado de Besalú.

 

La decoración arquitectónica de esta iglesia es muy sobria y se halla, básicamente, en los capiteles de las columnas de los arcos torales y fajones del presbiterio y del transepto, mientras que en el interior de los ábsides se aprecia tan sólo una cornisa lisa. Dichos capiteles reproducen ciertas variantes del orden corintio. Presentan un collarín liso, sobre el que se disponen dos registros superpuestos de hojas de acanto, recreándose las del piso superior en forma de volutas en los ángulos, con un florón en la parte central. En la parte superior, los ábacos incorporan distintos modelos de palmetas, muy característicos del siglo xii, que se han relacionado con aquellos que aparecen en Santa Maria de Costoja y Santa Maria de Lladó. Los capiteles se han identificado en algunas ocasiones como obras del siglo xi y, por este motivo, se han relacionado con los de la iglesia de Sant Pere de Rodes. De modo más conveniente, se han establecido nexos con los capiteles de Sainte-Marie de Rieux-Minervois y con los del presbiterio de la iglesia de Saint-Papoul, ambas iglesias situadas en pleno corazón del Aude. En otra dirección, esta escultura se ha asociado al entorno más directo de la canónica provenzal de Saint-Ruf de Avignon. En realidad, este tipo de capitel corintio resulta bastante común durante el siglo xii en aquellas zonas donde la recuperación de la escultura de ascendencia clásica, romana, observa un mayor “florecimiento”. Por todo esto, resulta fundamental la comparación con algunos de los testimonios más destacados de la escultura provenzal del siglo xii, y especialmente con aquella vinculada a los talleres que intervienen en la construcción de la iglesia de Saint-Ruf de Avignon, hacia mediados del siglo xii. En esta línea, conviene recordar el célebre documento de 1156 que atestigua la existencia de unos talleres especializados de escultura formados por fratres ecclesiae S. Rufi, es decir, canónigos de la propia comunidad agustiniana. Parece que estos talleres gozaron de una proyección inusitada, puesto que este documento recoge, de hecho, la misiva del papa Adriano IV para que dichos fratres sean recibidos por los canónigos de la catedral de Santa Maria de Pisa en Toscana, pro incidendis lapidibus et columnellis. Esta destacada confluencia de talleres formados en la cultura de retorno a la escultura clásica, concretamente romana, se encuentra de nuevo en Besalú en la portada del hospital de Sant Julià, una de las obras escultóricas más exquisitas de este período, realizada probablemente durante el último cuarto del siglo xii.

 

En el exterior del ábside se puede adivinar la presencia de un programa ornamental más complejo, si bien la mayor parte de los elementos originales no se conservan hoy in situ, puesto que fueron despojados de este lugar hacia 1919. La decoración de los tres ábsides presenta un esquema muy parecido, organizado a partir de arcuaciones de medio punto. En los dos ábsides laterales, dichas arcuaciones descansan sobre un capitel con columna, mientras que en el principal tan sólo encuentran el remate de una suerte de ménsulas. La cornisa superior aparece rematada por canecillos, mediante un diseño que también se repite en los muros del transepto. Actualmente, todos los capiteles y los canecillos presentan una superficie absolutamente lisa, resultado de una campaña de restauración y de restitución de los elementos faltantes. A finales del siglo xix Francisco de Zamora deja constancia del aspecto primigenio de la magnífica espalda de la colegiata, adornada con columnas, aunque para restituir el detalle se debe recurrir a algunas fotografías realizadas a principios del siglo xx, entre 1912 y 1916. Así algunas imágenes conservadas en el Arxiu Mas de Barcelona muestran los canecillos y capiteles originales esculpidos, y permiten identificar estas piezas como las que se conservan hoy entre el Conventet de Pedralbes y el Museu Nacional d’Art de Catalunya en Barcelona.

 

El conjunto escultórico que recabó en el Conventet fue adquirido en 1919 y fue  integrado a la remodelación de este edificio, construido al lado del monasterio de Pedralbes, según el proyecto del arquitecto barcelonés Enric Sagnier. En consecuencia, los canecillos forman parte hoy del voladizo de la cubierta de este edificio. Muestran una rica y variada decoración integrada por motivos vegetales, hojas de acanto, florones, cabezas humanas y zoomórficas, animales de cuerpo entero y también un personaje alado devorado por una serpiente. Con toda probabilidad, los capiteles del ábside deben identificarse con aquellos que forman parte de la galería superior del Conventet y la portada principal del mismo edificio, si bien es cierto que existe cierto desacuerdo en algunos casos. Estos capiteles están esculpidos tan solo en tres de las cuatro caras, hecho que concuerda con su ubicación primigenia. En primer lugar, se identifica un tipo de capitel corintio que muestra un doble registro de hojas de acanto, con volutas en los ángulos, muy parecido a los que se han descrito en el interior de la iglesia. Otros capiteles de la galería superior, y uno de la portada principal, presentan un personaje masculino de cuerpo entero y en pie, que sujeta con sus manos las volutas dispuestas en los ángulos del capitel. Esta figura se repite en las tres caras trabajadas de la pieza, y se intercala con las de unas águilas con alas visiblemente desplegadas. Aunque se aprecian distintos niveles técnicos, es cierto que todos los capiteles responden a un mismo modelo, relacionado por algunos autores con el claustro de Sant Miquel de Cuxa y la galería de Sant Jaume de Queralbs. Un último capitel ofrece una tipología distinta, con parejas de águilas afrontadas situadas en los ángulos, cuyas cabezas se sitúan bajo las volutas del capitel; entre las figuras aparece una cabeza zoomórfica en la parte central. Este modelo se ha relacionado con algunos de los repertorios más comunes del Rosellón, Conflent, Vallespir y del noreste de los condados catalanes de mediados y la segunda mitad del siglo xii. Por último se debe señalar el otro capitel de la portada principal restituida en el Conventet, con figuras de leones en cada una de las caras visibles, sobre un fondo decorado con ornamentos vegetales y una gran cabeza antropomórfica en la parte central superior. Por otro lado, el Museu Nacional d’Art de Catalunya conserva desde 1994 cinco capiteles labrados en mármol travertino, procedentes de Santa Maria de Besalú, que responden a las mismas tipologías que se acaban de describir. Tres muestran la misma variante de capitel corintio, con un doble registro de hojas de acanto, entre las que se intercalan ciertos elementos o palmetas. Y los otros dos presentan la misma composición formada por un personaje masculino y cuerpos de águilas.

 

Por otra parte, se deben mencionar tres capiteles aislados, conservados en cierto momento en la iglesia de Santa Fe de Besalú. La labra de sus caras parece indicar que formaron parte de una estructura arquitectónica engastada a un muro. El primero, con un estado muy deteriorado, muestra los restos de decoración de hojas de acanto. Otro, presenta unas figuras identificadas como sirenas-pájaros, unos seres con cuerpo y alas de águila y rostro humano. Estos personajes se representan en una postura y actitud absolutamente hieráticas y se repiten en las tres caras labradas del capitel. El último capitel es el que ofrece, sin duda, un comentario más interesante, por las relaciones que permite establecer, de nuevo, con cierta escultura de ascendencia clásica. Incorpora una ornamentación de carácter vegetal dispuesta en forma de roleo, cuya composición recuerda una de las bases de columna del deambulatorio de Sant Pere de Besalú. A su vez, este tipo de ornamentación deriva de un modelo que se encuentra entre las fórmulas más características de la escultura provenzal de inspiración romana, en monumentos tan importantes como las portadas de Saint-Trophime d’Arles y Saint-Gilles du Gard. También se ha identificado un capitel de características muy parecidas procedente de Saint-Ruf de Avignon, conservado hoy en el Musée Calvet de la misma ciudad. Estas obras responden, sin duda, a las muestras de escultura más destacadas y selectas de la escultura provenzal datada entre mediados y segunda mitad del siglo xii.

 

Igualmente, merecen un comentario las ventanas que actualmente forman parte de la arquitectura de la fachada del Conventet. Parece probable que estas estructuras, con sus correspondientes elementos decorativos, se hallaran originalmente en distintos espacios del transepto de Santa Maria de Besalú. Están formadas por arcos de medio punto en degradación, cuya moldura más exterior presenta motivos decorativos en forma de bolas. Los capiteles muestran una variante del corintio, distinta a la que se ha descrito anteriormente, formada por hojas de acanto, cuyos extremos superiores se doblan hacia el interior incorporando un elemento esférico que recuerda a una bola o fruto, tipología muy difundida también durante la segunda mitad del siglo xii.

 

Hasta aquí la descripción de las estructuras arquitectónicas que se mantienen en pie del antiguo templo, junto a los fragmentos dispersos asociados. Aunque es cierto que se cuenta con algunas informaciones de carácter documental que permiten trazar una idea más completa del alcance de la iglesia primitiva, resulta complicado presentar una restitución fidedigna. Algunas de las últimas investigaciones han puesto de manifiesto las dificultades intrínsecas para validar las planimetrías y las restituciones realizadas a principios del siglo xx por Josep Puig i Cadafalch y Vicente Lampérez y Romea. Se trata de dos aproximaciones sensiblemente distintas a la posible organización del templo románico, especialmente por cuanto se refiere a la distribución de las naves y a la tipología de sus pilares. Mientras que el primero restituye pilares articulados con columnas adosadas a lo largo de las naves, el segundo tan sólo prevé esta solución en los dos primeros trazados más próximos al transepto, y considera la existencia de pilares cuadrados en el resto. Estas dos versiones desiguales deben cotejarse, a su vez, con la descripción de la iglesia del arquitecto Lluís Domènech i Montaner, resultado de su visita el 31 de octubre de 1893: Era la iglesia de planta de tres naus, crehuer general á las tres y tres absits, lo del centre molt mes gran y sortit que’ls laterals= los pilars de la nau base cuadrada sense senyal de columna adosada= los del crehuer y absits ab columnas adosadas. Parece más probable, pues, que la distribución de los pilares de estructura cruciforme con semicolumnas adosadas se encontrara tan sólo en la zona del transepto, mientras que los de la nave fueran de una factura más sencilla con base cuadrada, tal y como los imagina Lampérez y Romea. Estas observaciones llevan a pensar, de nuevo, en la posibilidad que la nueva iglesia erigida durante la segunda mitad del siglo xii incorporara una nueva cabecera y transepto, sirviéndose de parte del trazado de la iglesia preexistente.

 

Con esta idea un tanto más aproximada a la dimensión del templo original, se pueden acabar de describir ciertos elementos de su estructura que también se conservan en el Conventet de Pedralbes. Se trata de las dos portadas de la fachada del Conventet, que corresponden a la portada occidental y septentrional de la iglesia de Santa Maria de Besalú. Estos elementos, en los que se concentra la mejor parte de la decoración esculpida de la iglesia, permanecían todavía in situ a principios del siglo xx. A través de algunas fotografías de la época se puede reconocer la ubicación y la estructura original de los dos portales. Una placa de cristal estereoscópica de J. Salvany de 1914 reproduce la portada occidental, situada a los pies del templo, una puerta de marco rectangular, con dintel, y con el mismo tímpano que se conserva hoy en la portada principal del Conventet. De este modo, se puede afirmar que la restitución de la fachada del Conventet no responde al aspecto primigenio de la portada, aunque también es cierto que la imagen de 1914 puede que responda a una remodelación de época moderna de la portada románica original. En cualquier caso, destaca el tímpano esculpido con la imagen de un Pantocrátor sentado sobre un trono y rodeado de las figuras de los tetramorfos, una representación bastante recurrente en la escultura monumental del siglo xii. En virtud de su estilo, este tímpano ha sido relacionado con distintas muestras de escultura de mediados y la segunda mitad del siglo xii, en concreto, con los talleres de Ripoll y Vic, y también con el estilo y técnica de la escultura de Serrabona, Cornellà de Conflent y Saint-Pons-de-Thomières. De manera más concreta, también se ha vinculado a la composición y al estilo del Pantocrátor que corona la portada de Santa Maria de Ripoll.

 

En otra placa de J. Salvany de 1914 se reproduce la portada del muro de cierre septentrional, que con toda probabilidad debía ceder el paso al claustro de la canónica. En esta foto se reconocen todos los elementos que actualmente forman parte de la portada desde la que se accede al patio o jardín del Conventet. La decoración escultórica se concentra especialmente en los capiteles y en los frisos sobre los que descansan distintas arquivoltas en degradación. A la izquierda, se encuentra un capitel organizado con un doble registro, con una corona de hojas de acanto en la parte inferior y dos pájaros que unen sus cabezas o picos en los ángulos, en el superior. El collarín presenta motivos espigados. El friso situado a su derecha muestra unos roleos entrelazados con motivos vegetales. Estos elementos son parecidos a los que se encuentran en una de las arquivoltas de la portada de San Rafael de la parroquia de Sant Vicenç de Besalú. Por su parte, a la derecha se encuentra un capitel cuyo estado de conservación no permite describir la decoración original; aun así, puede llegar a identificarse un tronco del que emanan un conjunto de tallos entrelazados en forma de círculos. En esta ocasión, el friso que se sitúa a la izquierda del capitel presenta una decoración con leones afrontados en posición rampante, que reproducen algunas de las fórmulas más típicas de los repertorios de los talleres de Serrabona y Cuixà desde mediados del siglo xii, continuados en gran medida por los talleres de Ripoll. Lo cierto es que esta obra  también muestra algunos elementos que pueden establecerse en correlación con la portada principal de Sant Vicenç de Besalú, concretamente las arquivoltas y molduras anilladas, cuya realización se sitúa a caballo entre los siglos xii y xiii.

 

Aparte de la iglesia, la canónica de Santa Maria de Besalú debió disponer, con toda seguridad, de las dependencias propias de un establecimiento de su categoría. Si bien es cierto que en la actualidad poco o nada se sabe acerca de su distribución. En la visita pastoral del 1429, a la que ya se ha hecho referencia anteriormente, se describen con detalle algunos espacios, y se hace alusión de manera explícita a dictum dormitorium. En este mismo documento, se reproduce un inventario de los volúmenes de la antigua biblioteca, una colección nada desdeñable cuyo cómputo asciende, en 1429, a cuarenta y dos títulos, si bien el número inicial debió ser mayor. Entre ellos se identifican trece títulos que podrían corresponder a obras anteriores al 1200. Además, cabe distinguir dos piezas, el Dialogon continens decreta antiqua y las Ordinaciones episcoporum, con toda probabilidad del siglo xi, acaso relacionadas con las necesidades litúrgicas de la sede episcopal efímera de Besalú (1017-1020).

 

Otro de los espacios del que tan sólo tenemos constancia a través de la documentación es el claustro. Aunque no se conserva ningún rastro de su existencia, debió situarse, con toda probabilidad, en el sector norte, junto a la iglesia. En la visita pastoral del 1582 se deja constancia de su deficiente estado de conservación, aunque parece claro que permanece en pie al menos hasta finales del siglo xviii, cuando Francisco de Zamora describe un claustro antiquísimo, con columnas pareadas, en cuyos capiteles están esculpidas prolijamente figuras de hombres y animales, y en él también hay algunas inscripciones sepulcrales. Hacia 1890 Francesc Monsalvatje lamenta la completa desaparición del conjunto y la venta de algunos de sus capiteles, y por tanto es posible que su “dispersión” se produjera a lo largo del siglo xix. Tampoco se sabe a ciencia cierta a qué período corresponde su edificación, ni si existen una o varias etapas constructivas. Tan sólo se puede constatar que en el año 1304 se contrata al maestro Pedro de Ordis para que realizara capitels et basarum que sunt in claustro ecclesie vestre Sancte Marie. Aunque esta noticia documental no proporciona per se información concisa sobre la datación de los capiteles ya existentes en el claustro, es casi seguro que serían anteriores al siglo xiv, y no se puede descartar que pertenecieran a una factura románica. De hecho, se ha planteado la posibilidad que estas piezas pudieran encontrarse entre un conjunto de 23 capiteles procedentes de Besalú, que Esteban Trayter Colomer identifica en una carta escrita a José Pella y Forgas el 28 de marzo de 1887. Estas piezas, posteriormente en manos de los condes de Peralada, se conservan hoy en el Museo del Castillo de Peralada. También se ha afirmado la posibilidad que tres capiteles conservados en el Hospital de Sant Julià de Besalú pudieran proceder de este mismo claustro. Si bien, más allá de las hipótesis no pueden suscribirse ninguna afirmación concreta. Según estas noticias, se puede ponderar que el claustro de la canónica de Santa Maria de Besalú puede ser una construcción erigida sucesivamente a lo largo de los siglos xii y xiii, y culminada a principios del siglo xiv.

 

Como colofón, cabe señalar un fragmento disperso de estuco asociado a Santa Maria de Besalú, actualmente conservado en el Museu Episcopal de Vic. A pesar de su estado de conservación, se distingue una figura antropomórfica que podría corresponder al período románico.

 

Texto y fotos: Laura Bartolomé Roviras – Planos: Francesc Xavier Llagostera Gelis

 

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