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Vista meridional de Santa Maria (o Santa Magdalena) de Vilajoan

Identificador
17075_07_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.166414, 2.934870
Idioma
Autor
Marcos Ojosnegros Marin
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Santa Maria (o Santa Magdalena) de Vilajoan

Localidad
Garrigàs
Municipio
Garrigàs
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Santa Maria (o Santa Magdalena) de Vilajoan

Descripción

Iglesia de Santa Maria (o Santa Magdalena) de Vilajoan

 

La iglesia de Vilajoan, conocida como Santa Maria o como Santa Magdalena, preside el pequeño pueblo situado en el sector suroccidental del término de Garrigàs; muy cerca, al lado del río Fluviá, se alza el interesante castillo gótico de Vilajoan. Se llega al lugar desde un desvío de la carretera N-II que hay en el punto kilométrico 742, pasada, en dirección norte, la población de Báscara.

 

Según el historiador Pere Vayreda i Olivas, la iglesia de Santa Maria Magadalena de Vilajoan fue donada al priorato agustiniano de Santa Maria de Vilabertran en el año 1093 por el presbítero Arnau Gausbert. No obstante, la iglesia no aparece mencionada en la bula de confirmación de bienes de la canónica otorgada por el papa Calixto II en 1124. Con todo, el mismo historiador halló noticias según las cuales el priorato recibió las primicias de esta parroquia hasta el siglo xviii. En las Rationes decimarum de 1279 y 1280 consta que esta iglesia parroquial pertenecía al diaconado de Empúries. Más adelante se refiere a Santa Magdalena de Vilajoan el testamento de Saurina (1302), hija de Arnau de Pontós (el linaje de los Pontós que ostentaba la señoría de la zona), en el que ésta pide ser enterrada en dicha iglesia. Destacamos, por último, que en 1316 le fue redimido el derecho de bovaje del lugar y la parroquia al conde Ponç VI Malgaulí d’Empúries.

 

El templo de Santa Maria de Vilajoan se compone de dos naves rectangulares que se comunican entre sí mediante arcos formeros y que terminan, a Oriente, con sendos ábsides. La más antigua de las dos, origen de la construcción, es la que se sitúa al Norte. Posteriormente, aún en época románica, el templo fue ampliado con la nave del lado sur. Centrémonos pues, en primer lugar, en lo que fue el templo primitivo, el del sector septentrional. Esta edificación está rematada con un ábside de planta semicircular ultrapasada, cubierto con bóveda de cuarto de esfera. Antiguamente, el muro del ábside estaba decorado con pintura mural, de la que se conservan algunos fragmentos, a los que haremos breve referencia más adelante. La cabecera se asienta sobre un basamento de sillarejo de unos 50 cm de altura, claramente visible desde el exterior, puesto que sobresale ligeramente del muro. La unión del ábside con la nave se realiza mediante un doble arco triunfal de medio punto.

 

La nave presenta, por su parte, una cubierta con bóveda de cañón reforzada mediante tres arcos fajones, el occidental anejo a la contrafachada, que arrancan de la imposta del mismo muro. El peso de la bóveda lo sustentan sendos engrosamientos del ancho de los muros laterales, a los que se abrieron tres arcos ciegos, uno de los cuales conserva parte de la imposta. De estos arcos quedan sólo los del lado norte, dado que los del lado sur fueron eliminados para conectar el edificio con la ampliación mencionada de la segunda nave del edificio. Con todo, por encima de los arcos formeros que separan las dos naves se distinguen restos materiales de los antiguos arcos ciegos, que eran simétricos a los del sector norte. En cualquier caso, la estructura conformada por la bóveda y los arcos sustentantes se considera posterior a la construcción original, que debió de cubrir con techumbre de madera y disponer de muros más estrechos.

 

En el templo primitivo existen dos ventanas de diferente tipología. La que se supone más antigua se abre en el muro occidental: tiene una anchura considerable, presenta un derrame simple y se remata con un arco de medio punto tallado en un dintel monolítico, características por las cuales se ha situado en la línea de la tradición prerrománica (Sant Pere de Rodes, Santa Maria de Vilanant). En el centro del muro semicircular del ábside se abre una ventana que se cree de estructura más evolucionada: presenta un doble derrame y está coronada por un arco de medio punto adovelado, sobre jambas monolíticas. No tenemos constancia de posibles vestigios materiales de la puerta original de este templo, que debió de abrirse en el costado sur, posiblemente en algún punto en dónde actualmente se localizan los arcos de comunicación con la otra nave. El aparejo conservado es bastante uniforme en los diferentes muros. Donde mejor puede observarse es en el exterior, con un sillarejo de aspecto irregular aunque con tendencia a formar hiladas. En la parte superior, el muro norte está rematado por una cornisa con moldura de listel que corre por debajo del alero.

 

Como se ha dicho, la unión de las dos naves que integran el templo, la que venimos analizando y la de construcción posterior (a la que pasaremos a continuación) se efectúa mediante dos arcos formeros de grandes dimensiones. Apoyan sobre pilastras adosadas al muro perimetral, y sobre un pilar central de sección cuadrangular. De los dos arcos formeros tan sólo uno conserva la imposta, que se decora con una moldura de cuarto de bocel con listel superpuesto.

 

En lo que toca a la nave meridional hay que decir, en primer lugar, que perdió su cabecera original románica, de modo que el ábside de perfil poligonal que hoy se contempla corresponde a una reforma posterior, efectuada en torno a los siglos xvii-xviii. Centrémonos, pues, en la estructura de la nave, que es ligeramente más ancha que la septentrional y que cubre con una bóveda de cañón rebajada de mampostería de losetas. Longitudinalmente se decora con una cornisa con perfil de cuarto de bocel con listel superpuesto, sobre la que se ven claramente los mechinales de un andamio.

 

En el muro sur se abren dos vanos: por un lado una ventana correspondiente al lateral del ábside poligonal, por lo tanto muy posterior al período que nos ocupa, y, por el otro lado, la puerta de acceso, que se considera original. Ésta presenta un doble arco de medio punto en gradación y un tímpano liso con una cruz griega inscrita en un círculo esculpido en bajo relieve. El dintel presenta, como única decoración, tres líneas incisas horizontales y paralelas en la parte inferior, así como una cornisa con moldura en caveto que prosigue por la parte alta de las jambas.

 

En el muro occidental, casi en la línea de contacto entre las dos naves, también existe una pequeña puerta, con arco de medio punto adovelado. En el mismo muro se abre una saetera de doble derrame con arco de medio punto tallado en un solo bloque. En la actualidad, esta fachada está coronada por una espadaña de dos vanos, aunque una fotografía de 1919 revela la existencia, aquí, de un campanario de base cuadrangular, de notables dimensiones. Por otro lado, y según la mencionada fotografía, había algunas pequeñas construcciones adosadas al muro meridional, en particular unas escaleras dispuestas sobre un arco de medio punto, que se suprimieron en una restauración del templo llevada a cabo en el año 1983. De la antigua fotografía, por cierto, se deduce también la existencia de un edificio desaparecido anexado en el sector occidental del lado sur, porque la cornisa queda interrumpida en este punto.

 

En resumen, la evolución constructiva de este edificio funcionaria del siguiente modo: en un primer momento se construyó un templo de una sola nave, posiblemente con cubierta de madera. Los elementos arquitectónicos presentan un carácter arcaico, por lo que la historiografía sitúa su construcción en el siglo xi, sin descartar una posible datación de finales del x. Posteriormente, aunque todavía en el mismo siglo xi, la nave fue cubierta con la bóveda existente hoy en día, para lo que se hubieron de engrosar los muros laterales, en los que se abrieron grandes arcos de descarga ciegos. Más adelante, esta primitiva fábrica fue ampliada con una nave paralela sita en el sector meridional, posiblemente edificada en el siglo xii según parece desprenderse de las características de esta parte de la edificación, con un aparejo de sillares grandes y bien labrados. La cabecera de esta nave posterior se reconstruyó por completo en época barroca, dándole un perfil poligonal.

 

Pila bautismal

 

En el interior del templo se conserva una pila bautismal que se considera de época románica. Se trata de una pieza monolítica de piedra arenisca, sin pie, que en la actualidad se apoya sobre una sencilla losa en el suelo. Sus dimensiones principales son: 36 cm de altura, 39 cm de diámetro exterior en la parte superior de la copa y 17 cm de diámetro en la base. Presenta una sencilla decoración esculpida en la parte superior con un friso de arquillos ciegos con triángulos en el interior. La copa ha sido retocada con mortero y ha perdido parte de su decoración. Aunque se ha dicho que podría fecharse en torno al siglo xii, se ha advertido también que su aspecto tosco podría ser engañoso y que podría ser de una época muy posterior.

 

Restos de pintura mural

 

En la parte interior del ábside de la nave antigua (Norte) de la iglesia se conservan algunos restos de pintura mural muy fragmentarios y de difícil interpretación, pertenecientes al período románico.

 

A tenor de los vestigios existentes se constata la existencia de dos registros: uno inferior, del que quedan personajes nimbados sosteniendo filacterias; y uno superior del que se conserva una escena con un personaje sedente del que tan sólo se distinguen los pies descalzos, así como otra escena enmarcada en un marco arquitectónico y en donde se distingue el busto de una mujer de cabellos dorados. Ambos registros se separan por una franja con decoración geométrica con una línea ondulante. Por otro lado, el arco triunfal muestra algunos fragmentos de una decoración similar, a base de líneas ondulantes de color ocre que enmarcan una decoración geométrica. En los laterales aparecen algunas escenas de la Pasión.

 

Se trata de un conjunto de cronología muy avanzada, que en realidad podemos situar a los inicios de la época gótica.

 

Texto: Marcos Ojosnegros Marín – Fotos: Marcos Ojosnegros Marín /Ángela Trapero Rodríguez – Planos: Ángela Trapero Rodriguez

 

 

Bibliografía

 

AA.VV. 1995, p. 130; Badia i Homs, J., 1975; Badia i Homs, J., 1977-1981, II-A, pp. 191-193; Badia i Homs, J., 1985 p. 109; Barral i Altet, X., 1981, p. 272; Castells Catalans, Els, 1967-1979, II, pp. 417-418; Catalunya Romànica, 1984-1991, IX, pp. 494-495; Collelldemont i Oliva, P., 1984, pp. 49-51; Egea i Codina, A. y Pujol i Fabrelles, D., 1998, pp. 44-45; Marqués i Casanovas, J., 1969, pp. 7-10; Marquès i Planagumà, J. M., 1995b; Marquès i Planagumà, J. M., 2000; Oliva i Prat, M., 1962, p. 80; Vayreda i Olivas, P., 1989, p. 150.