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Vista occidental de Sant Vicenç de Viladasens

Identificador
17216_05_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.0962566,2.9282352
Idioma
Autor
Annaïs Pascual Alfaras
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Vicenç de Viladasens

Localidad
Viladasens
Municipio
Viladasens
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Vicenç de Viladasens

Descripción

VILADASENS

 

Situado en el extremo noreste de la comarca del Gironès, a unos 32 km de la capital, justo en el límite con las comarcas del Pla de l’Estany, el Alt y el Baix Empordà, se encuentra el municipio rural de Viladasens. Montes y colinas que no alcanzan los 150 m de altura definen su ondulada orografía, similar a la del vecino municipio de Cervià de Ter. La autopista AP-7 cruza estas tierras por el lado oeste del municipio, al que dan acceso varios caminos y vías locales que comunican sus varios caseríos con la N-II y los pueblos vecinos. Desde Girona se llega a Viladasens tomando la carretera GIV-6234.

 

Cercanas al río Ter, sus tierras son regadas por riachuelos y afluentes este río. De Noroeste a Sureste discurre la riera Cinyana uno de los principales afluentes del Ter. Mientras buena parte del término municipal se destina al cultivo, en montes y colinas encontramos bosques de pinos y encinas en una mezcla particularmente mediterránea. 

 

Configuran el municipio de Viladasens el caserío del pueblo, en el centro del término, a unos 96 m de altura y dispuesto en torno a la iglesia parroquial de Sant Vicenç; y tres caserío rurales: el de la Mora (dónde se encuentra la capilla de Sant Martí), el llamado de Mata, y el de Mas Nicolau. Finalmente, integrada dentro del mismo término, se encuentra la parroquia de Fellines, con su caserío aglutinado en torno a la iglesia de Sant Martí.

 

Desde tiempos ibéricos (siglos iii-ii aC) y luego romanos, el pueblo de Viladasens (Villadeasinis significa literalmente “villa de asnos”), estuvo poblado. La Vía Augusta, en época romana cruzaba ya sus tierras, y habría traído cierta prosperidad al lugar, que algunos siglos después albergaría las parroquias de Viladasens y de Fellines, ya existentes en el siglo xi, y que aparecen citadas por primera vez Vilam de Asinis en 1046, y Felinis en 1058. Ambas parroquias en época medieval se deben al obispado gerundense, el cual, en Sant Vicenç de Viladasens cobra diezmos junto a la Pia Almoina.

 

 

Iglesia de Sant Vicenç

 

En medio del núcleo poblacional rural de Viladasens, formado por grandes masías y casas solariegas, se levanta la iglesia parroquial de Sant Vicenç. Bajo su actual apariencia barroca, pues fue muy reformada y ampliada en el siglo xviii, se encuentran integrados en la obra, aun visibles y en buen estado, buena parte de los elementos arquitectónicos y decorativos que corresponden al antiguo templo románico. En el año 1046, la iglesia aparece citada por primera vez, indirectamente, a raíz de la venta de unos alodios por parte de los señores de Cervià, Silvi y Adalets, a un tal Seguer Onofret y a Bremon Ramon.

 

Pocos años después de ésta primera noticia, la iglesia aparece de nuevo citada entre las propiedades que la condesa Ermessenda restituye al entonces obispo, Berenguer de Girona, en 1058. Durante el siglo xii la iglesia de Viladasens aparece documentada en varias ocasiones, pues en 1181 Pere, clérigo de Sancti Vicentii de Villa Asinorum compra una villa situada en esa misma parroquia. Nos consta documentalmente que a inicios del siglo xiii, el señor Bernat de Foixà, caballero, se encargaba del cobro del diezmo de Sant Vicenç para el obispo de Girona. En torno esos mismos años, en 1210, el entonces señor de Cervià, Arnau de Llers, restituye al obispo Arnau de Creixell los derechos que aún percibía injustamente en Viladasens, entre otros lugares. Según fuentes de los siglos xiii-xiv el término parroquial de Viladasens era considerable pues ya formaban parte de dicha parroquia los caseríos o vecindades de la Móra (dónde se documentan en 1305, al menos dos señores caballeros, Arnau y Berenguer de Móra), de Mata, y otro, llamado de “Vilabenç”. La iglesia y buena parte de las tierras en la parroquia de Viladasens eran propiedad del obispo de Girona, pues figura en las Rationes decimarum de los años 1279 y 1280.

 

Posteriormente, en 1320, el obispo Pere de Rocabertí destina parte del diezmo cobrado en Viladasens a la Pia Almoina de Girona. En 1382 la iglesia aparece citada en el pago realizado por el obispo Bertran de Montrodon a Jaume Soler, hombre que la Pia Almoina tenía en propiedad junto a la casa de la Móra (Viladesens).

 

Llama la atención que, en época medieval, el núcleo rural de Viladesens contara con un templo de grandes dimensiones y tan prolija decoración escultórica. Muy probablemente debemos relacionar la construcción con los intereses que el obispado y la diócesis de Girona tenían en este lugar, y con los recursos de una población comercial ubicada junto a vías importantes (el camino que viene de Orriols y llega a Girona pasando por Cervià de Ter y Medinyá; y con la cercana Vía Augusta).

 

El edificio actual, construido en el siglo xviii reaprovecha los ápices del edificio románico. Organiza su planta a partir de una gran nave cubierta con bóveda de cañón con lunetos, dos capillas laterales dispuestas a ambos lados de la nave, coronada por un ábside semicircular, precedido de un ancho presbiterio rectangular, a ambos lados del cual se encuentran las sacristías de planta cuadrangular. A los pies de la iglesia, bajo el ancho coro, al norte se encuentra adosada una tercera dependencia eclesiástica, mientras en el lado sur se levanta un campanario de tres pisos, de base ataluzada y planta cuadrada, integrado completamente en el edificio.

 

Se conserva prácticamente completa la fachada occidental del edificio románico, hoy integrada en la fachada principal del edificio barroco, ciertos sectores del muro septentrional y en el hastial de levante, en su sector norte, al que se adhiere el cilindro absidial moderno.

 

El paramento románico se levanta a base de sillares muy bien labrados y escuadrados de piedra arenisca de grano fino, dispuesto en hiladas regulares. En algunas partes del edificio, sobre todo en el muro meridional y en muro del ábside semicircular, el aparejo de sillares bien labrados románico ha sido reutilizado dispuesto en hiladas algo más irregulares, unidos con abundante argamasa y con presencia de ripios de cerámica en las juntas entre sillares. En ambos lugares la fábrica del nuevo edificio reaprovecha la cornisa románica que habría culminado los muros originales, de caveto en el muro meridional y de bocel en el muro del ábside. Los muros fueron reconstruidos según J. Badia i Homs en el siglo xiii, pero nosotros consideramos que el remonte de todo el muro sur corresponde al xviii, dada la coherencia edificatoria con los vanos rectangulares que presenta. A ese momento corresponderían los grandes contrafuertes ataludados de ambos extremos del muro sur y las ventanas dinteladas bien integradas en el aparejo moderno.

 

La fachada románica quedó desbordada por la ampliación del s. xviii por ambos lados y por la cima. El aparejo de sillería arenisca ocre bien labrada y regular testimonia el perfil de la fachada original, a dos aguas, que en el vértice asume un sillar con pequeña cruz griega inscrita dentro de un círculo. Badia i Homs interpretó que el eje del edificio actual se encuentra desplazado al norte respecto al de la iglesia románica. Sin embargo, en la vertical bajo el presunto piñón del hastial románico se encuentra una ventana (abocinada de medio punto y de doble derrame, perfil achaflanado con doble acanaladura de media caña, con codillo ocupado por columnas sobre basa compuesta y rosca con medio bocel en la arista sobre cimacios en caveto), pero no la huella de ninguna puerta obliterada, y que no podía estar ausente de este paño occidental cuando no hay ninguna razón que exija su ausencia al oeste y su presencia a mediodía, hacia un callejón estrecho. La puerta original, por tanto, estuvo donde se halla hoy la neoclásica y, en consecuencia, el eje del espacio eclesiástico del siglo xviii se superpone al original. De hecho, el error de interpretación viene dado por la presunción de que la vertiente izquierda del superviviente muro románico es el perfil original. Pero no hay tal. Es fácil comprobar que la línea inclinada es la resultante de un rebaje al bies efectuado en el siglo xviii.

 

La fachada románica contaba con  un óculo de iluminación que, como la ventana, fue cegado en las reformas. Ningún indicio apunta que existía un óculo pendant en la mitad derecha de la fachada. La decoración y organización de la ventana encuentran un claro paralelo en una de las ventanas abocinadas de Sant Esteve de Pedret (Alt Empordà).

 

A levante, el muro exterior presenta materiales y momentos constructivos diferenciables. El tercio norte es románico y se halla in situ. Entesta con el muro septentrional que presenta el mismo paramento románico, visible en la parte superior porque la inferior queda oculta tras la sacristía y las capillas septentrionales. A este hastial de levante se adosa el cilindro del ábside, que reaprovechando los sillares románicos, fue realzado en el siglo xviii. En la junta del paño recto con el ábside actual es evidente una ventana cegada, cuyo arco se labró en un solo sillar. Según Badia i Homs dada su ubicación y características de la iluminación de un absidiolo que hubiera estado embebido en el muro. En el muro semicircular se advierte una puerta abierta y cegada, apenas por encima del zócalo, y algo más arriba una ventana tapiada.

 

A partir de los restos de los lienzos de levante y poniente, Badia i Homs presumió una hipotética planta románica con tres naves, las laterales estrechas e iluminadas por sendos óculos, y una cabecera triabsidial, cuyos ábsides laterales serían embebidos en los brazos de un presunto transepto. Para confirmar o rebatir esta conjetura sería fundamental estudiar los muros interiores del templo y comprobar la planta y el perfil interior del primer cilindro absidial.  

 

Tanto los paramentos como la organización de la fachada, el óculo, la ventana y los diferentes elementos escultóricos conservados, nos llevan a fechar el edificio en un momento tardío del románico. Puig i Cadafalch confirma la presencia de aberturas circulares como la aquí descrita en otros edificios del románico, la mayoría fechados en un momento avanzado, como Sant Andreu de Serinyà, Sant Martí del Far o Sant Llorenç de les Arenes. Teniendo en cuenta tales consideraciones, Badia i Homs fecha la construcción del edificio en la segunda mitad del siglo xii, o incluso en las primeras décadas del siglo xiii, dadas las similares características arquitectónicas de Sant Vicenç con las iglesias de Sant Esteve de Llanars, Sant Salvador de Bianya, Sant Pere i Sant Vicenç de Besalú, Santa Maria de Porqueres y Santa Maria de Lladó, entre otros conocidos ejemplos del románico tardío.

 

 

Elementos escultóricos

 

Con respecto a la escultura, cabe señalar que la mayor parte de elementos se encuentran fuera de su ubicación original. Quedan in situ, en la fachada occidental del edificio, los dos capiteles integrados en el conjunto de la ventana de medio punto, y la pequeña cruz griega, inscrita en un círculo, que hay en el piñón que corona dicha fachada. En el interior del templo, incrustados en el arranque del triunfal del ábside, se encuentran reubicados dos elementos románicos: un cimacio con decoración zoomórfica y una losa con un relieve de Adán y Eva. Por último, dos capiteles que antiguamente se encontraban incrustados en el exterior del templo, decorando otra ventana, hoy se conservan en el Museu D’Art de Girona.

 

El capitel izquierdo de la ventana occidental se divide en dos registros superpuestos. El inferior se desarrolla sobre un collarín probablemente en origen liso, tiene sección cilíndrica y presenta una decoración en un relieve poco profundo con motivos vegetales a base de dos anchos tallos ambos con dos finas líneas paralelas biseladas en su interior. Dichos tallos se entrecruzan ondulantes generando espacios almendrados equidistantes que albergan pequeñas flores de tres pétalos. El registro superior de sección cuadrangular se divide, a su vez, en tres franjas horizontales, que presentan volúmenes esculpidos en la parte central y en los ángulos. Mientras en la franja inferior, en el centro del capitel, se desarrollan unas rudimentarias hojas de acanto, muy simplificadas y con finas líneas incisas paralelas simulando los nervios. En la franja intermedia, la cara frontal del capitel presenta, en el centro un rostro antropomórfico, enmarcado por dos finas líneas a bisel (quizá un manto). Éste aparece flanqueado por una gran piña (a la izquierda), y por una cabeza de monstruo dispuesta sobre la voluta del ángulo derecho, con redondos ojos similares a los humanos, pequeñas orejas apuntadas y uso del trépano en la frente. Esta misma cabeza monstruosa, en la cara del intradós del capitel, se encuentra flanqueando de nuevo un rostro humano, aquí barbado, custodiado por otra cabeza monstruosa similar a la anterior, dispuesta a su derecha. La última franja del capitel se compone de pequeñas volutas en los ángulos, y en el centro de ambas caras, sobre los rostros humanos, medallones circulares con pequeñas flores de cuatro pétalos.

 

El capitel derecho de la ventana occidental presenta decoración zoomórfica consistente en dos grandes felinos dispuestos en pie y de perfil, uno en cada cara, unicéfalos y bicorporados. De las fauces del animal salen tres llamas o lenguas. Con sus patas traseras, dichos grandes felinos se agarran a un collarín o astrágalo liso, mientras, levantan su cola ondulante terminada en pequeñas palmas. La zona inferior del ángulo, bajo la cabeza, y buena parte del collarín se han perdido. En el centro del mismo capitel, en ambas caras, tras sendos leones aparecen figuras antropomórficas de pie vestidas con túnica acampanada; sus extremidades superiores, con sus pequeñas manos abiertas, agarran el cuerpo del animal, pasando un brazo por encima del lomo y otro por debajo del pecho de éste. Ambos rostros humanos, ovalados y desproporcionados respecto al cuerpo, presentan características muy similares los del capitel izquierdo antes descrito. Corona el capitel un último registro compuesto por sencillos dados cúbicos en el centro y en los extremos.

 

 

Incrustado en el lado norte del arco presbiterial hay un cimacio decorada con una escena en relieve: un león devorando a un hombre. El cuerpo del león ocupa toda la superficie de la cara del intradós del cimacio; se representa de perfil, de pie, con las cuatro patas visibles y en posición de avance, su cola ondulante que se eleva sobre el muslo trasero termina en una palmeta. Las fauces del animal devoran el brazo de un hombre que aparece representado de cintura para arriba en la cara frontal del mismo cimacio. Los rasgos de dicha figura humana imberbe son simples pero expresivos, con los párpados de los ojos almendrados cerrados y caídos, bajo unas cejas arqueadas cuyo volumen sigue al del tabique de una nariz prismática alargada y bajo ésta, una incisión curvada dibuja la boca. La parte inferior del personaje se reduce a un pequeño volumen que aparece entre las patas delanteras del león. Cara y pecho aparecen frontales, y su brazo derecho se apoya en la base del cimacio, flexionado. La mano derecha, junto a la esquina de ésta cara del cimacio se han perdido. Aunque sin el mismo grado de dinamismo y expresividad, ésta escena encuentra claros paralelos en conocidos relieves como el de la ventana de Sant Pere de Besalú.

 

En el lado sur del mismo arco presbiterial se integra un sillar decorado con una escena del Pecado Original, con las figuras desnudas de Adán y Eva acompañando al Árbol de la Sabiduría, cargado de frutos, dónde se halla entrelazada la Serpiente. Dicho árbol centra y divide la composición; es representado de manera muy esquemática, con un grueso tronco de sección semicircular coronado en la parte superior por dos finas hojas con una única nervadura central y cuatro frutos circulares. A la izquierda del árbol, Eva, frontal y desnuda, con la derecha cubre su pubis mientras alarga el brazo izquierdo hacia la copa del árbol dónde agarra el fruto prohibido. En el lado derecho del árbol Adán, de rostro barbado, cubre su cuerpo con ambas extremidades; su brazo derecho presenta la misma posición que Eva. Ambos cuerpos, igual de altos que el árbol, presentan un fuerte esquematismo y desproporción, sus rasgos de género se distinguen únicamente por el pecho de Eva y la barba de Adán. Las manos de ambos personajes son desmesuradamente grandes, también esquemáticas y sus piernas meros semicilindros verticales.

 

Los últimos elementos a considerar son los dos capiteles conservados en el Museu d’Art de Girona. El primero de ellos (núm. inv. MDG 2711) es algo mayor que los descritos en la ventana exterior, mide 24 x 24 x 17 cm. Presenta dos de sus caras esculpidas, el resto tan sólo aparecen desbastadas. La decoración del cesto se divide en dos registros. En el inferior aparecen tres gruesas hojas de acanto que derivan del modelo corintio, cuyo eje central coincide con los ángulos del capitel, representadas con un único nervio central del que salen finas acanaladuras paralelas; los vértices de las hojas, sobresalen doblándose ligeramente sobre sí aunque sin llegar a formar volutas. En el registro superior, aparecen de nuevo tres hojas, voluminosas y esquemáticas, de superficie lisa, dispuestas también con su eje central o tallo coincidiendo con los ángulos del capitel. Aquí, mientras las dos hojas del extremo sí se enroscan formando pequeñas volutas, la central tan sólo se dobla ligeramente. Entre ambas hojas aparece inscrita una cabeza humana o máscara en cada cara del capitel. Sus rasgos son esquemáticos pero voluminosos: las cuencas oculares aparecen hendidas formando unas cejas arqueadas y caídas, que albergan unos ojos almendrados de párpados cerrados junto a una nariz prismática y alargada. Ambos rostros únicamente se diferencian por la presencia de bigote y barba, representados con finas incisiones paralelas a bisel y por el volumen de los prominentes labios cerrados del personaje imberbe.

 

El segundo capitel (núm. inv. MDG 2712), de tamaño idéntico, presenta el cesto únicamente labrado en dos de sus caras. Aunque la superficie se encuentra muy deteriorada, se distinguen dos grandes felinos en alto relieve. Se trata, probablemente de leones, pues ostentan la misma cola ondulante que de entre las patas se eleva sobre el muslo trasero del animal y termina en una palmeta con acanaladuras geométricas. Ambos animales dispuestos de perfil, de pie y rampantes se encuentran afrontados y comparten, de forma un tanto irregular, la cabeza, con pequeñas orejas apuntadas, grandes ojos almendrados y un perdido hocico bajo el que se abren grandes fauces en las que se distingue una profusión de dientes que se clavan en la presa. En este caso engullen las piernas de un personaje masculino desnudo visto de espaldas, del que tan sólo vemos sus genitales, pues ambos leones de forma simétrica agarran con las patas delanteras la parte superior del mismo personaje.

 

Para Badia i Homs, todos estos elementos escultóricos, todos en piedra arenisca de grano fino, fueron labrados en un mismo momento, aunque por distintas manos. Se aprecian diferencias importantes en los capiteles de la ventana y el resto de capiteles y relieves encontrados en el templo. El conjunto aquí descrito representa una parte de la decoración escultórica de este templo. Una atenta observación de sus muros nos descubre la reutilización evidente de los elementos románicos en la nueva obra. En la parte superior del campanario cerca de la arista suroeste se distingue el perfil superior de otro capitel. La decoración escultórica de Viladasens encuentra paralelo con los encontrados en Cassà de la Selva, en el vecino priorato de Cervià de Ter, o los aún más rudimentarios de la iglesia de Sant Esteve de Pedret (que presenta fuertes paralelismos con el grupo de Viladasens) que a su vez, encuentran paralelos de mayor calidad en los claustros de Galligans y catedral de Girona, y en la escultura de talleres roselloneses. Se trataría pues de un conjunto escultórico labrado en un momento tardío del siglo xii o a inicios del siguiente siglo, siguiendo con completa artrosis los ejemplos difundidos por los epígonos tardíos y rurales de los talleres mayores activos en aquel momento.

 

Texto y fotos: Annaïs Pascual Alfaras – Planos: Rosa Meléndez Frigola

 

Bibliografía

 

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