Fontana d'Or
Fontana d’Or
Se situa cerca de la Plaça de l’Oli, en el número 19 de la calle Ciutadans. La estructura interior de esta casa medieval corresponde a los edificios del gótico civil del siglo xiv y xv, pero integra relevantes elementos románicos de los siglos xii-xiii. El hermoso y romántico nombre de “Fontana d’Or” se remonta al siglo xviii, cuando el edificio fue convertido en posada. A mediados del pasado siglo devino un importante centro sociocultural, hoy convertido, en sede de Caixa Fòrum Girona. A pesar de las importantes modificaciones y las sucesivas restauraciones, quizá demasiado arqueologistas, mantiene todavía una disposición y organización que, junto a los elementos aún conservados in situ, recuerdan el origen noble y aristocrático del edificio.
La adquisición por parte de Bernat de Sitjar, miembro de una las familias más relevantes de la primera burguesía de Girona, de los solares sobre los que se construiría la actual Fontana d’Or está plenamente documentada. En 1221, Pere de Sant Celoni y Ramon Albareda, junto a tres hermanos de éste, confirman a Bernat de Sitjar, perpetuamente, la concesión del obrador de un tal Guillem Ramón de Fàbregues, padre, y en el mismo documento confirman la venta de las casas y establecimientos hecha por Astruga de Girona y su hija, unos años antes, a Bernat de Sitjar, padre. A cambio de tales concesiones, que tenían dichos particulares para los señores de Sant Celoni y Albareda, en el mismo documento, se especifica que Bernat de Sitjar podrá disponer de ellas libremente a condición de un pago anual. En este mismo documento se precisan las afrontaciones de dichas casas. Estas afrontaciones, según la historiografía, describen las parcelas adquiridas por Bernat de Sitjar en 1221 donde se empezaría a construir el edificio románico tardío de la Fontana d’Or. La ubicación aparece confirmada por un documento fiscal de 1535 en el que por orden de los Jurados de Girona se detallan todas las propiedades de los Sitjar; en éste, la casa que entonces tiene Miquel (o Rafael) de Sitjar “en directa señoría para el paborde de Sant Martí Sacosta”, se ubica “en la calle de Ciutadans, a tocar de la Plaça de l’Oli, con dos puertas, una a dicha calle y otra a la de las Ferreries”. Buena parte de las rentas de los Sitjar provienen de la gestión de una cierta y compleja actividad molinera. En parte, a ello se debe la ubicación y primer edificio de la Fontana.
El gran edificio, de planta rectangular, algo irregular, adaptándose al trazado de las calles circundantes, desarrolla dos anchas y monumentales fachadas. La principal, orientada a levante, da a la calle Ciutadans y la posterior, a poniente, da a la calle de las Ferreries Velles. No se descarta que en origen la casa tuviera otras fachadas vistas, al menos a mediodía, pues se intuye el arranque de grandes arcadas en el extremo sur de ambas fachadas conservadas. Las dimensiones del edificio y ambas fachadas exteriores responden a las formas originales de la gran casa del siglo xiii, pues se desarrollan sobre el pórtico de grandes arcadas de la planta baja pensadas para el albergue de obradores y tiendas de mercaderes, mientras el interior, organizado en torno a un patio central, acusa fuertes reformas efectuadas en el siglo xv relacionadas con un gran incendio que obligó a la refacción de buena parte del interior del edificio. En él, una escalera llevaba a la planta noble de la casa donde se halla, perfectamente restaurada, una galería porticada de arcos apuntados, de estilo gótico y un magnífico artesonado de madera. Al exterior, la planta noble queda enfatizada por la apertura de una gran galería de ventanas tríforas en ambas fachadas.
Resulta muy difícil y arriesgado reconocer las estructuras originales integradas en el edificio. Según el arquitecto J. M. de Ribot, director de la restauración del edificio efectuada en 1972-1973, únicamente la decoración de la fachada principal de la calle Ciutadans responde a fórmulas propias del románico más tardío. Presenta ocho ventanas tríforas, con notables capiteles y cimacios esculpidos. Por su organización, el edificio, exteriormente, puede relacionarse con otros edificios urbanos, ya góticos, como la Casa Cambó, en Besalú o con conocidos ejemplos de la arquitectura románica civil de la Catalunya Nova, como la Paeria (Lleida) o la Casa de los Sobies (Tàrrega), con ventanas tríforas en sus fachadas.
La fachada de la Fontana d’Or, toda en caliza local, se levanta sobre cuatro amplias arcadas doveladas abiertas en el ancho muro que dan acceso a un profundo pórtico cubierto por envigado de madera. Los cuatro gruesos pilares formados por la unión de las arcadas, están reforzados por la parte interna por pilastras rectangulares adosadas. A la altura del tercer pilar, en perpendicular a la fachada, se desarrolla, un arco diafragma apuntado cuyo paramento dovelado es similar al de la fachada. Un arco de iguales características, cegado, se dibuja en el extremo septentrional del pórtico.
Encima de las grandes arcadas, recorre la fachada una cornisa de caveto que indica el inicio de la planta noble. Sobre ella se disponen ocho estilizadas ventanas tríforas regularmente separadas por pilares, todos ellos levantados sobre una primera hilada de sillares, que hace las veces de alféizar. Una decorativa franja, compuesta rítmicamente por cimacios y cornisas esculpidos, corona y unifica horizontalmente los vanos tripartitos, los pilares y el paramento. Únicamente se mantiene paramento a base de sillería bien trabada en los pilares esquineros de ambos extremos mientras los montantes de cada ventana se unen formando idénticamente los siete pilares intermedios. Entre pilar y pilar, cada ventana presenta, sobre plinto y basa ática, esbeltas columnillas que en su parte superior soportan sendos capiteles y cimacios que a su vez dan soporte a tres pequeños arcos de medio punto que coronan el bello conjunto. Por encima de las ventanas culmina la fachada una cornisa de estrechas losas rectilíneas.
En total, el suntuoso conjunto escultórico consta de ocho pares de capiteles con sus correspondientes cimacios a los que debemos sumar las correspondientes basas de perfil ático con garras labradas, que en algunos casos presentan variaciones (cabezas zoomórficas y garras); y las nueve cornisas que decoran los pilares entre ventanas. Éstas, de sección trapezoidal invertida, presentan su perfil decorado en todos los cimacios y cornisas a base de una banda vegetal con tallo ondulante del que salen trompas regulares o una franja compuesta de palmetas yuxtapuestas. Dichas bandas decoran el cimacio y de la cornisa. La variación que permite individualizar cada elemento decorativo recae en el repertorio de cabezas que, ocupando el alto de la franja vegetal, se disponen en las dos esquinas externas de cimacios y cornisas alternándose por pares en el conjunto un repertorio variado que presenta cabezas humanas con: a) melena ondulada que se funde con los tallos vegetales, b) con media melena lisa; o bien inspiradas en animales c) zoomórficas felinas o d) monstruosas. Las cornisas de los pilares extremos presentan decoración figurativa a base de dos seres en lucha cuya disposición se adapta completamente al espacio único del elemento estructural en cuestión. Mientras la cornisa del extremo izquierdo presenta dos leones de perfil y enfrentados que comparten cabeza sobre la arista, la cornisa del extremo derecho presenta un león de perfil devorando un ser humano yaciente, frontal y hierático, vestido con túnica corta de pliegues rectilíneos. Máscaras zoomórficas y hojas de palmeta completan la composición.
De izquierda a derecha la descripción de los 16 capiteles, labrados todos ellos por las cuatro caras, es la siguiente:
Capitel 1: dos grifos rampantes y de perfil, que comparten una misma cabeza girada y en el eje central de cada cara aparecen dos humanos. El rostro del personaje inferior expresa sufrimiento, mientras extiende los brazos hacia ambos lados agarrando las patas traseras de ambos animales. Los grifos apoyan una de sus garras delanteras sobre esta misma cabeza humana, mientras dirigen la otra hacia la barbilla del segundo rostro humano (con bigote y grandes ojos hendidos y abiertos) que aparece entre ambos animales en la parte superior. El escultor dominaba repertorio y descripción gráfica.
Capitel 2: serie de semicírculos en relieve yuxtapuestos, el cesto se divide en dos grandes registros. El inferior, muy ancho, es ocupado por tres hojas de acanto con estrías con extremo superior en volumen. En cada cara del capitel aparecen tres cabezas, una frontal y dos de perfil en los extremos, de finos rasgos.
Los capiteles 6, 8, 10 y 12, presentan la misma composición que el capitel 2 desarrollada de manera prácticamente idéntica, aunque con algunas variaciones de estilo. Todos ellos, de inspiración claramente corintia y con cabezas humanas en un segundo registro, corresponden a una fórmula muy utilizada por los talleres roselloneses y presente en Galligants y en el triforio de Sant Feliu, con claros paralelos con el claustro de l’Estany.
Capitel 3: dos felinos, leonas levantadas sobre sus patas traseras que apoyan directamente sobre el collarín. Rampantes, de perfil, simétricamente enfrentadas, se disponen con el cuerpo hacia el eje central del capitel y el rostro girado, mirando hacia el espectador, con rostros de rasgos humanizados. Sus largas colas acaban en espiga (no en palmeta), salen de entre sus piernas por debajo del vientre y se entrecruzan reposando sobre el muslo de la contrincante. Coincidiendo con el eje central, entre las cabezas de ambas leonas aparece un rostro de grandes ojos almendrados, gruesas cejas y, como en el caso de las leonas, con un iris que se confunde con la pupila. Ambas leonas con una de sus garras delanteras cierran la boca de este tercer personaje central. El motivo de dos felinos enfrentados muy presente en los talleres roselloneses se convierte en motivo recurrente en capiteles gerundenses: galería oeste de Galligants y sobre todo Sant Pere de Rodes (capitel conservado en el Museu d’Art de Girona). La representación anatómica del animal es similar a la de los leones de la arquivolta interna de la portada sur de Sant Vicenç de Besalú.
Capitel 4: Sobre un collarín o astrágalo decorado con guirnalda (idéntica al capitel 2), se desarrolla una decoración del cesto en dos registros. El primero consistente en grandes hojas de perfil semicircular y ondulado, con nervadura: una sobre el eje central de cada cara con una pequeña perla semiesférica, entre hoja y hoja. El segundo registro se divide a su vez en dos niveles. En el inferior, y sobre las hojas del primer registro, se disponen hojas superpuestas que se funden en su parte superior con los tres rostros humanos que ocupan en segundo nivel y que son coronados por las flores de los dados del ábaco. Dicho segundo registro de hojas estriadas, se deforma convirtiéndose en la barba de los rostros, larga y caída en los de los extremos. Estas máscaras, quedan unidas entre sí por diminutas volutas a modo de cabello; sus rasgos son finos, de poco relieve y seriados, con grandes ojos almendrados abiertos. Se usa el trépano para indicar el iris y el decorado de la estriada barba del personaje central (únicamente en uno de los lados del capitel). Esta misma composición se repite idénticamente en los capiteles 7, 9 y 11.
Capitel 5: sobre las aristas del capitel en vertical, cuatro animales. Su pelaje es denso con acanaladuras ondulantes y largas que parten de una marcada espina dorsal, su cola es ancha extendida y baja (prácticamente exenta sobre el astrágalo). Sus patas, medio agachadas se apoyan sobre las esquinas del capitel. Las cabezas de los canes, muy deterioradas, se presentan giradas 90º sobre el cuerpo. Su hocico ancho y apuntado presenta las fauces a medio abrir; los ojos hendidos tienen forma de gota y las orejas son apuntadas. El tema de este capitel está claramente emparentado con el nº 14 de esta misma fachada. La postura de los lobos es claramente relacionable, como apunta J. Molina, con “La lleona” (siglo xii), conservada en el Museu d’Art de Girona; la misma disposición que presentan los leones de la portada sur de Sant Vicenç de Besalú.
Los siguientes capiteles 6, 7, 8, 9, 10, 11 y 12, como hemos comentado anteriormente reproducen, de una manera prácticamente idéntica, alternándose, los modelos descritos en los capiteles 2 y 4, ambos de un mismo estilo y que basan su composición en la mezcla de lo vegetal y lo figurativo bajo el astrágalo de tres dados con flores.
Capitel 13: cuatro sirenas ave se disponen sobre las aristas del capitel, de pie y frontales al espectador, con las tres pezuñas de sus garras bien visibles sobre el astrágalo. Sobre sus patas semicilíndricas, cuerpo de ave con plumaje hasta la base del cuello a base de series de plumas superpuestas e intercaladas (éstas son apuntadas y con el nervio central indicado). En los laterales del cuerpo aparecen en relieve las alas, únicamente visibles en su parte superior. Su superficie aparece bellamente labrada a base de un cordón en forma de espiga que recorre todo el borde externo de éstas y que enmarca el interior del ala cubierto por tres bandas verticales de plumas en espiga separadas por finas franjas lisas, generando un cierto y harmónico ritmo. Las cabezas humanas de dichas sirenas presentan rostros de rasgos suaves y regulares, idénticos en cada una de las cuatro figuras: nariz larga y afilada, finos labios cerrados, ojos almendrados y frente estrecha, y cabello a cerquillo. La media melena liso cae con flecos en voluta sobre los hombros. Sobre la pequeña hoja en forma de palmeta doblada que centra cada cara, aparece un personaje humano vestido con túnica de escote apuntado y pliegues regulares con rostro inexpresivo. El personaje que aparece en la cara externa del capitel, presenta la misma postura pero se apoya sobre el lomo de un animal, probablemente un lobo, cuya cabeza, frontal, ocupa parte de la hoja a los lados de la cual aparecen las piernas del personaje calzado con botines. Tras cada personaje nacen tres hojas. Una central, acanalada cuya parte superior corona el personaje, y dos laterales cuyos tallos se dirigen hacia los vértices superiores del capitel donde forman volutas. Sobre el ábaco de tres dados adornado con flores, culmina el conjunto aquí un cimacio cuya decoración vegetal recuerda la cornisa del extremo derecho. Las cabezas esculpidas en los ángulos de este cimacio son claramente diferentes a las anteriores: una tela cubre la cabeza (quizá a modo de turban), mientras una segunda enmarca el rostro desde de las orejas hasta la mandíbula y se funde con el cordón inferior del cimacio.
El motivo de la sirena aparece en el claustro de Galligans y en el capitel del pilar suroccidental del claustro de la Catedral. Como apunta J. Molina, este motivo aparece también en conocidos conjuntos hispánicos, como en la iglesia de Loarre, San Juan de Duero y en el claustro de Santo Domingo de Silos.
Capitel 14: Como en el capitel 5 aparecen cuatro figuras de denso pelaje y larga cola, idénticamente dispuestas en las aristas del cesto del capitel. Aquí una acanaladura central divide el collarín de medio bocel en dos partes. Sobre éste, en el centro de cada cara y entre ambos animales, se dispone una figura humana en vertical, frontal y de pie, vestida con túnica corta de escote apuntado y pliegues regulares verticales. Su rostro es hierático, de labios cerrados y grandes ojos abiertos. En las tres caras internas del capitel, parece que los animales se imponen en la lucha contra el hombre, pues no les vemos los brazos, mientras en la cara externa, el personaje central se defiende agarrando con ambas manos (separadas del torso), las largas lenguas apuntadas de ambos animales.
Capitel 15: escenas de cacería. En dos de las cuatro caras aparece un caballo de perfil, cuya cabeza queda prácticamente exenta en la esquina del capitel. Montando al animal aparece un arquero, también de perfil, con los brazos separados tensando sobre el arco con flecha que apunta a los animales que aparecen en las caras laterales del capitel. El caballero viste túnica corta con pliegues rectilíneos y botines que se aprecian perfectamente junto al estribo unido a una montura decorada con una línea de puntos trepanados. El rostro del caballero es de rasgos detallados pero estáticos, ojos abiertos de iris trepanado, dispuesto de tres cuartos, y con melena corta estriada. El cuerpo y la cabeza del animal, aunque algo hieráticos, están labrados con detalle. En las otras dos caras laterales del mismo capitel, sobre una gran hoja central, y dando continuidad a la escena de cacería aparece centrado y de perfil un animal: un ciervo (en el intradós norte) y una cabra de grandes y helicoidales cuernos (en el intradós sur), con el pelaje indicado por pequeñas incisiones lineales seriadas que enfatizan los diferentes volúmenes del cuerpo. Ambos están siendo atacados: el primero por un felino, y el segundo, por un can, que subido al lomo del animal le muerde cerca del cuello. Este capitel guarda estrechos paralelismos con un capitel de la galería sur de la Catedral de Girona, donde aparece el jinete-arquero y el animal atacado por un león; temática clásica que encuentra un claro referente en uno de los sarcófagos de Sant Feliu.
Capitel 16: sobre una decoración vegetal a base de tres estilizadas y estriadas hojas en cuyos vértices se forman volutas en espiral, dos figuras humanas de pie enfrentados, con sus extremidades superiores sobre el cuerpo de su contrario. En la cara interna del capitel sus cabezas aparecen cubiertas por una tela o pañuelo bajo el que se entrevé la melena. Los cuatro cuerpos semidesnudos aparecen únicamente vestidos por una calza corta con culote. Parece tratarse de una escena de lucha cuerpo a cuerpo, presente en los claustros la Catedral de Girona, el de Sant Cugat y en el de Tarragona.
En conjunto, los capiteles de la Fontana d’Or encuentran claros paralelos en capiteles del claustro de Sant Pere de Galligants, el claustro de la catedral de Girona e incluso con algunos capiteles del triforio de Sant Feliu de Girona y de la casa de la Canonja (en el Museu d’Art de Girona), así como con los del claustro de Sant Cugat del Vallès, todos ellos elaborados entre el último tercio del siglo xii e inicios del xiii. Aún así, en este conjunto es evidente un cierto hieratismo, muy distante de los talleres tolosanos activos durante el siglo xii y xiii. A juzgar por la diferencia de labra que, tanto usa bisel como trépano, como por la composición de cimacios y capiteles, podemos apuntar por lo menos tres manos: una primera más tosca y primitiva, a la que pertenecerían parte de las cornisas y las dos escenas de lucha de los extremos (entre leones y entre el hombre y el león), muy similares a la del cimacio de Sant Vicenç de Viladasens y a la citada portada sur de Sant Vicenç de Besalú; una segunda y de mayor calidad, responsable de las composiciones claramente individualizadas y que bebe de conocidos repertorios románicos; la tercera mano correspondería a los capiteles de raíz corintia con cabezas en el registro superior, parecidos a uno de los capiteles del triforio de Sant Feliu, que presentan rostros sutiles pero seriados e inexpresivos y que seguramente corresponden a un momento tardío del románico y refuerzan la lectura decorativa del conjunto que únicamente en algunos casos podría tener una segunda lectura como profilaxis contra el mal y ostentación de clase dominante.
Ménsula de los cónyuges
Una ménsula esculpida fue encontrada, en la restauración de 1972-1973, reutilizada como sillar en la parte superior de uno de los muros que forman el patio interior de l Fontana d’Or. Fue entonces reubicada y unida al muro del gran recibidor del edificio. La llaman “de los cónyuges” porque en el plano acanalado de una gran moldura de caveto se encuentran inscritas las figuras de un hombre y mujer. La pareja aparece sentada, ambos en la misma postura; con los pies apoyados en la parte inferior del elemento, casi en la arista, mientras levantan los brazos con los codos doblados hacia afuera, como atlantes. Dicha postura alude a la función de esta ménsula, que sostenía un elemento hoy desaparecido. Ambas figuras visten túnicas largas de pliegues ondulantes pero esquemáticos,. Sus rasgos tratados con un volumen importante, se presentan hieráticos e inexpresivos, con grandes ojos almendrados.
La calidad de la pieza es considerablemente buena; J. M. de Ribot, por la calidad de su ejecución, apuntaba la posibilidad de que fuera obra del taller de Arnau Cadell. En todo caso, es evidente la relación de la pieza con las ménsulas que soportan uno de los sepulcros del claustro del monasterio de Sant Daniel.
Texto y fotos: Annaïs Pascual Alfaras
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