Sant Martí de Lleida
LLEIDA
Iglesia de Sant Martí de Lleida
La iglesia de Sant Martí está ubicada dentro del casco antiguo de la ciudad de Lleida, al pie del sector noroeste del tozal de
A lo largo del tiempo esta iglesia ha pasado por varios avatares, algunos de los cuales han supuesto notables alteraciones y transformaciones en su estructura. La mayor parte de los conocimientos que se tiene en la actualidad del edificio son el producto, por un lado, de los estudios basados en los trabajos del historiador Josep Lladonosa y, por otro, en los resultados de unas excavaciones de una necrópolis medieval y unas preexistencias islámicas, realizadas en 1982 en el sector de la calle de Sant Martí.
Del periodo de construcción del templo no existe constancia documental alguna, como tampoco la hay de la fecha de su consagración. Las referencias más antiguas se encuentran en
Uno de los momentos más significativos para la actividad de Sant Martí se produjo a partir del año 1300 con la creación, por parte de Jaime II, del Estudi General de Lleida, que estuvo enclavado dentro de los límites de la parroquia. Esto hizo que hasta la desaparición de dicha institución con el Decreto de Nueva Planta, la iglesia de Sant Martí se convirtiese en capilla de la misma y, por lo tanto, en la sede en la que tenían lugar sus actos académicos y celebraciones solemnes. Además, ello dio prosperidad a la iglesia y al barrio durante la época bajomedieval, hecho que se tradujo en la construcción de tres capillas góticas, una en el lado sur y dos en el lado norte. La capilla meridional se abrió en la segunda mitad del siglo xiv, muy cercana al ábside, en el lugar en que posteriormente se instalaría la sacristía, y se dedicó a san Juan. Las del lado norte se alzaron durante el siglo xv, la más oriental –que venía a formar una disposición similar a un crucero con la del lado sur– fue dedicada a
La guerra dels Segadors tuvo efectos ruinosos tanto para la iglesia como para su barrio. El asedio de 1642 por parte de las fuerzas de Felipe IV y los de los años 1646 y 1647 por las tropas francesas dejaron la parroquia arruinada. Además, la iglesia sufrió agresiones importantes en su estructura, que provocaron la ruina de una de las capillas góticas de la parte norte y, posiblemente, la desaparición de la capilla sur. Entonces también se inhabilitó la iglesia como lugar de culto. Tras las guerras del siglo xvii, la muralla del barrio de Sant Martí redujo su perímetro y la iglesia se aprovechó como baluarte. El viejo portal de Sant Martí se construyó de nuevo adosado al ábside del templo y la muralla se yuxtapuso a la parte norte de la capilla gótica que quedaba en pie, con lo que pasó a convertirse en una de las torres del nuevo portal. De este modo, sólo hubo necesidad de levantar una torre al otro lado de la calle para tener esta estructura de acceso completa. La iglesia, abandonada y sin culto desde 1648, siguió la misma suerte que otros edificios de la ciudad y se utilizó como alojamiento de tropas. Más adelante, a finales del siglo xviii, fue utilizada como parque militar y, a principios del xix, debió de transformarse en prisión correccional para sustituir a la que funcionaba desde el tiempo de los Reyes Católicos en
A principios de la década de 1890 el obispo Josep Meseguer, discípulo del obispo Morgades de Vic, siguiendo la pauta de éste en la recuperación del patrimonio eclesiástico, pidió al Estado la devolución de Sant Martí en varias ocasiones para iniciar su restauración, devolución que fue aprobada el año 1892. Con objeto de conferir al frontis oeste del templo una puerta monumental –según Montserrat Macià la original se había perdido durante los hechos bélicos del siglo xvii–, el obispo Meseguer ordenó que se trasladase la puerta de la parroquial de El Tormillo, núcleo perteneciente Peralta de Alcofea (Huesca), y se instalase en la fachada ilerdense. Por su parentesco con otras puertas leridanas, le pareció a dicho prelado, según comenta Lladonosa, “que ésta le cuadraría muy bien a Sant Martí por tratarse de obras del mismo estilo”. Las obras de restauración empezaron el 27 de diciembre de 1892, y el 28 de mayo de 1893 ya se reconsagraba la iglesia. Los trabajos se ejecutaron de acuerdo con un proyecto de Celestí Campmany, aunque no se llevaron a cabo de una forma completa por falta de presupuesto. En la prensa de la época se recogieron algunas críticas porque no se eliminaron las construcciones adosadas al templo que alojaban las dependencias parroquiales, que lo ocultaban casi totalmente, y dejaban tan sólo un estrecho paso que daba acceso a la puerta desde la calle. Estos edificios existirían hasta la década de 1980.
La iglesia de Sant Martí de Lleida tiene una planta formada por una sola nave rectangular y un ábside semicircular. La nave se cubre con una bóveda apuntada reforzada por tres arcos fajones que apean sobre semicolumnas lisas adosadas a los muros. Estas columnas, que se alzan sobre zócalos rectangulares esculpidos con elementos vegetales, son rematadas por capiteles de tronco de pirámide invertida y labrados con una decoración a la que nos referiremos más adelante. El hemiciclo absidal se abre a la nave por medio de un arco resaltado, de perfil apuntado, que apea en dos pilastras y una semicolumna del mismo tipo que las que soportan los arcos fajones. El interior del paramento absidal se articula mediante una arquería formada por siete arcos ciegos de medio punto que descansan sobre columnas adosadas al muro de menor altura que las otras del edificio. Por encima, se aprecian los restos de un ventanal ojival tapiado que antiguamente debió de iluminar el presbiterio.
Cerca del ábside, a ambos lados de la nave, se abren dos arcos apuntados. El de la parte sur, en la actualidad tapiado, comunicaba con la capilla de san Juan. El del lado norte, de mayores dimensiones, se abre a la capilla de
Si pasamos a la decoración interior del templo podemos constatar que los capiteles situados en el ábside, de menores dimensiones que los de la nave, son de composición más trabajada. Poseen estos un grueso cimacio en el que se desarrolla un tema geométrico con un doble registro de zigzag, y se ornan con temas vegetales. Encontramos aquí la única representación zoomorfa que existe en el conjunto de capiteles del templo, que presenta un ave de composición simétrica que podría representar un águila o un búho. En cuanto a los capiteles de la nave, debido a la mayor longitud del fuste de las columnas, estos destacan por su visibilidad, con unos temas vegetales que presentan una decoración con elementos florales y hojas esquematizadas. Se hallan coronados por una imposta exenta de trabajo ornamental, a excepción de dos de ellos, los más cercanos al ábside, que ostentan cenefas vegetales.
En el exterior del edificio se constata que el aparejo de los muros es de sillería regular de tamaño mediano. El muro del ábside es liso, sin otro ornato que el friso de canecillos lisos que corre por debajo del alero y se prolonga por los muros. En la fachada norte, también totalmente lisa, sólo resaltan los contrafuertes correspondientes a los arcos interiores. También sobresale de este muro el volumen de la capilla gótica de
El alzado principal de la iglesia, el Oeste, consiste en un frontis liso rematado por una espadaña dividida en dos zonas, la primera con dos ventanales y la segunda con uno. Tiene un gran ventanal de arco de medio punto, desprovisto de cualquier suntuosidad, que ilumina el interior de la nave. En esta misma fachada se abre otra portada, a la que hemos hecho ya referencia, que no es originaria del templo ilerdense, sino que proviene de la localidad aragonesa de El Tormillo. Su disposición se define por un alto zócalo, que disminuye a medida que sube la escalinata de acceso, de siete peldaños. Vienen después las bases que sostienen cuatro columnas cilíndricas por banda colocadas entre los ángulos de las jambas. Los capiteles son troncocónicos invertidos, sin otro adorno que un pequeño motivo floral en el ángulo. Las columnas y capiteles sostienen cinco arquivoltas labradas con los siguientes motivos (del exterior al interior): molduras, motivo de zigzag, dientes de sierra y arquillos. No hay duda que la decoración de este portal remite a todo un conjunto de portadas que la historiografía artística suele denominar “Escuela de Lleida”, caracterizada por un despliegue de motivos ornamentales entre los que no faltan los de la antigua portada de El Tormillo.
Acerca de la cronología de este templo se puede aducir, atendiendo tanto a su configuración arquitectónica como a las características constructivas que hemos descrito, que pese a que en los documentos de 1168 no se hace referencia explícita alguna a la existencia de la iglesia, su construcción podría situarse en un momento cercano, es decir, en la segunda mitad del siglo xii.
Con respecto a las excavaciones arqueológicas, en 1982 se realizó una campaña en la zona que queda entre la pared norte de la nave de iglesia, las paredes oeste y norte de la capilla lateral gótica y las calles de Jaime I el Conquistador, de Sant Martí y de
Entre los años 1987 y 1997 se efectuaron tres actuaciones orientadas a la revalorización monumental del conjunto. Las dos primeras fueron de restauración y consistieron en la reparación de la cubierta y de la fachada de la calle de Sant Martí y en el derribo de los edificios anejos al alzado meridional del templo con las dependencias parroquiales, permitiendo con ello una visión más limpia del conjunto. La tercera intervención fue aparejada al condicionamiento de la iglesia como sala de las obras de escultura en piedra del Museu Diocesà.
Texto y fotos: Meritxell Niña Jové - Planos: Noelia Albana Ario
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