Identificador
33889_01_028
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Diego Martínez Fuenteseca
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Celón
Municipio
Allande
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
AUNQUE LA FUNDACIÓN del monasterio de Celorio date del siglo XII, el templo actual no custodia ningún resto de la fábrica original. El exterior de la iglesia hace patente las modificaciones a las que se ha visto sometido, atribuibles principalmente al siglo XVII. Consta de una nave reforzada por altos contrafuertes, que se estrecha a la altura de la cabecera, cuadrada, con estribos en los ángulos del testero. La zona de los pies se resguarda con un pórtico cerrado. Al muro norte del templo se adosa el recinto cementerial, y al muro sur de la cabecera, el cuerpo de la sacristía, que sirve de tránsito a la magnífica torre románica, única estructura que data de la época fundacional del monasterio, y que destaca al exterior del conjunto. En efecto, en la iglesia el único resto medieval que ofrece el exterior del templo es la portada occidental, hoy en el interior del pórtico enlosado, que es muy parecida a un arcosolio empotrado en el muro septentrional de Santa María de Concejo de Llanes, y que no puede llevarse más atrás de la segunda mitad del siglo XIII. Se estructura en una rosca ligeramente apuntada, con el borde abocelado y decorada con motivos de zigzag y nido de abeja, cuyo intradós muestra incisiones en forma de aspa, que se inscriben en cada una de las dovelas; se protege por un potente guardapolvo ornado con zigzag, y apoya en jambas lisas rematadas por impostas troncopiramidales. En el interior, la gran nave transmite claramente la idea de una comunidad pujante, pero de nuevo debe tenerse en cuenta que nada recuerda la fábrica primitiva: fue profundamente modificada en la época barroca, se cubre con amplias bóvedas de lunetos, y el único elemento del interior de la iglesia que se puede adscribir a la tradición medieval es la cabecera, que está precedida de un arco triunfal de esbelta trayectoria apuntada y rosca estriada corrida; en todo caso, dicha cabecera pertenece a la tradición del gótico tardío. Se cubre con una bóveda de crucería estrellada, ornada con claves circulares en la intersección de los nervios, cuya tipología coincide con la de algunas bóvedas tardogóticas de las iglesias del oriente asturiano, si bien en este caso cubre un espacio bastante mayor. Los nervios arrancan de ménsulas angulares de diferente tipología: una de ellas presenta forma semiesférica, con un sencillo listel rematándola, y otra es avenerada. En sus muros los desconchados descubren restos de decoración pictórica, quizá barroca, que combina las escenas figurativas con cenefas vegetales en tono rojizo. Así las cosas, el único elemento arquitectónico atribuible a la época románica, y por lo demás de gran interés, es su torre campanario, a la que se accede desde la cabecera del templo, atravesando la sacristía barroca que está adosada a su muro meridional. La torre, de planta cuadrada, se desarrolla en cuatro pisos de altura y se cubre con tejado a cuatro aguas. Al exterior, los cuatro pisos se separan por finas cornisas que destacan sobre la mampostería de los muros. Los tres pisos inferiores resultan muy macizos, al calarse únicamente por estrechísimas saeteras -alguna de ellas cegada- situadas en el eje de cada muro. En el inferior hay solamente un vano moderno en el costado Este, y se cubre con una bóveda de cañón rebajada, de la que es difícil asegurar su cronología románica. El segundo piso conserva en su muro norte una puerta de medio punto cegada, muy alta para la actual armadura de madera, pero que pudo comunicarse con la iglesia primitiva; en el flanco oeste de este segundo piso hay un acceso, también de medio punto, abocinado, cegado en su parte alta y abierto en un hueco adintelado en la zona inferior; por último, en el muro Este de esta segunda planta se abre una aspillera con derrame interno, rematada en un triángulo, de traza románica. La tercera planta ofrece mayor interés, al presentar una más clara articulación muraria. Se cubre con una bóveda de arista de ladrillo que, aunque muy reformada, conserva fragmentos del despiece original. Y cada uno de los muros de este cuerpo, de paramento de sillares muy bien trabajados, se cala con un bello vano románico de medio punto, abocinado, y protegido por un guardapolvo que se continúa en la imposta corrida que articula horizontalmente el perímetro mural, de modo muy similar al de la Torre Vieja de la catedral de Oviedo. Estos vanos se han cegado con ladrillo hasta la mitad de su flecha, debido a la modificación interior de las alturas de los pisos de la torre, que hace que el actual piso de madera llegue a la mitad de los vanos originales. En fin, el piso superior es el que conserva los vestigios más interesantes. Su pavimento está empedrado y su cubierta, sustituida desgraciadamente por una inapropiada techumbre de hormigón, debió de ser en origen una bóveda de ojivas con los nervios planos cruzados, con toda probabilidad semejante a la solución empleada en la Torre Vieja de la catedral de Oviedo. Permite proponer esta hipótesis la presencia de basas adosadas a la parte central de cada lienzo, en cuyos perdidos fustes descargarían los nervios de la bóveda. En su factura originaria el piso superior calaba sus lienzos con parejas de ventanas en arco de medio punto doblado, con impostas que recorren su perímetro tanto al exterior como al interior; el cuidado despiece de las roscas contrastaba con la mampostería de los muros, que permanecían visibles hasta hace pocos años, pero esta disposición está en la actualidad muy alterada. De las impostas quedan sólo algunos fragmentos; entre cada pareja de arcos perviven las ménsulas en las que descansan los contrafuertes exteriores; el sillarejo se ha cubierto recientemente con una inadecuada carga de cemento, y sobre todo los lienzos están muy alterados: el muro Este conserva sólo parte del despiece de los dos vanos, cegados por completo con mampostería, que deja únicamente dos huecos cuadrados de época moderna; en él se aprecia el arranque del contrafuerte con su ménsula y parte de la imposta que articula horizontalmente este piso. Hay un recrecido superior, quizá de la reforma de la cubierta llevada a cabo en los años sesenta del pasado siglo veinte. El muro oeste muestra los dos arcos cegados hasta la mitad, y dos vanos cuadrados de época moderna horadándolos; en medio de las dos roscas se conserva la ménsula, habiéndose perdido el contrafuerte. El muro norte presenta las ventanas igualmente tapiadas hasta la mitad, y sólo un vano cuadrado en una de ellas. Y el muro sur, el más alterado, se abre en dos ventanas de época moderna, rematadas por arcos escarzanos muy rebajados, que cobijan las dos campanas del monasterio. Este piso alto es, además, el único que conserva decoración esculpida, aplicada a los capiteles que coronan las columnas de los arcos y que permite emparentar la torre de Celorio con la Torre Vieja de la sede ovetense. El muro este sólo conserva al interior parte de la imposta, y el muro sur ha perdido los apoyos, los arcos románicos y cualquier cicatriz del arranque de los mismos. Pero en los lienzos norte y oeste perduran todavía piezas de gran interés. El primero muestra las cuatro columnas de fuste liso en las que se apoyan los arcos de los vanos; éstas poseen basas áticas similares a las del resto de los lienzos, cimacio troncopiramidal y capiteles con astrágalo anular, esculpidos con motivos vegetales difícilmente identificables, dado su grado de deterioro. El muro oeste, por su parte, alberga capiteles decorados con elementos vegetales (vainas o palmetas, volutas) y con dos caballos. Las similitudes de lo expuesto con el modelo de la Torre Vieja de la catedral de Oviedo permiten definir la torre de Celorio como una copia modesta del ejemplo ovetense, datada en la primera mitad del siglo XII, como ha propuesto E. Fernández González, frente a la cronología anterior, de fines del siglo XI, que le atribuye M. S. Álvarez Martínez. A su vez, la tipología arquitectónica de ambas torres asturianas se puede emparentar con otras construcciones románicas similares del territorio castellano, como la torre de la iglesia de San Salvador de Sepúlveda, construida después de 1093, la de San Miguel de San Esteban de Gormaz (Soria), o bien algunos ejemplos de la costa atlántica francesa, como los de Saint Pierre de Ambleville o Saint Barthélemy de Becheresse, ambas en el departamento de Charente. Pese a su enorme interés, por tratarse del único monasterio del oriente asturiano que conserva una torre románica de una calidad poco común, las intervenciones, tanto tempranas como recientes, acometidas en ella han desvirtuado su fábrica, tanto al exterior como al interior, al emplear una excesiva carga de cemento y hormigón en los muros y cubierta del piso superior.