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Portada de la ermita

Identificador
39092_13_008n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 56' 16.32'' , -4º 10' 34.38''
Autor
Sin información
Colaboradores
Sin información
Derechos
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de San Miguel

Localidad
Olea
Municipio
Valdeolea
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Descripción
ESTA PEQUEÑA ERMITA situada en el pueblo de Olea, es interesante por su rudeza y sencillez, propias de este monasterio pobrísimo de Valdeolea que aquí llega a límites funcionales casi estrictos. Se trata de una construcción rectangular, muy reducida de tamaño, con su espadaña en el hastial oeste y ábside semicircular en la cabecera. Toda ella, salvo las esquinas y contrafuertes, es de mampostería concertada. Al exterior, en el muro sur, se abre la puerta de arco apuntado y doblado apoyado sobre cimacio de caveto. No existen ni columnas ni capiteles. Casi en lo alto de este muro sur corre una imposta de ajedrezado de tres filas que no llega al extremo lateral derecho, que parece en mucha parte reconstruido. El ábside, más bajo que la nave, lleva cornisa sencilla que apoya sobre canecillos lisos en caveto. Unos contrafuertes prismáticos, de sillería mal acoplada, sobre el cuerpo de mampostería, dividen el ábside en tres zonas: la central y más ancha conserva ventanilla en aspillera. Junto al ábside, en la esquina del muro sur, y muy baja, aparece en pequeño nicho una figurilla, muy tosca y desgastada, con patas al parecer de ave y cuerpo y cabeza humanos. Su excesiva erosión, no nos permite siquiera hacer suposiciones, extrañándonos grandemente su colocación en sitio tan absurdo. En el interior se conserva el arco triunfal de medio punto, ahora con dovelas perfectamente colocadas gracias a una reciente restauración, pues en 1979, cuando nosotros las vimos por primera vez, estaban peligrosamente movidas. Apoya el arco sobre medias columnas muy altas, próximas y entregas, lo que da al vano un aspecto esbelto y extraño. Estas columnas llevan diferentes formas de basas y sus capiteles son iconográficos y populares. El izquierdo tiene un plano superior de bolas con caperuza en hilera y debajo unos carniceros, lobos tal vez, que rodean a dos asnos que entrecruzan sus cuellos. El cimacio es también de bolas y cabecitas de animal en los ángulos y de perdices afrontadas o curvando sus cuellos tal como se ve en algún capitel de Castañeda. El capitel derecho recoge una muy ingenua y tosca representación de torneo a caballo o enfrentamiento de dos caballeros que hacen levantar las patas de sus cabalgaduras sobre un águila que ocupa el centro del capitel. En el lateral izquierdo de la cesta, formando un gran óvalo, otras dos águilas, una sobre otra, uniendo sus patas, llena el espacio vacío. Dos grandes cabezas de animal de fauces abiertas, y bolas con caperuza llenan los vacíos de la cesta. El cimacio lleva arquillos de medio punto con capiteles dobles que cobijan leones o animales cuadrúpedos, que, de perfil, colocan sus patas sobre las arcaduras, toscamente ejecutados, pero que parecen copiar molduras que se ven en cimacios, mucho más perfectos, de Santillana (capiteles nº 40, 41 y 51). En el mismo muro donde se abre el arco triunfal, a la derecha y mirando a la nave, se conserva, tallado en piedra, un tosquísimo Cristo crucificado y frontal, románico, de grandes manos, sobre una cruz patada. Lleva perizoma y suppedaneum. La cronología de esta ermita creo pueda llevarse a los años mediados del siglo XII. Tuvo, sin duda, reforma posterior, una de ellas la colocación del coro a los pies de la iglesia que se realizó en 1565, tal como reza una inscripción sobre la madera de la barandilla que dice: ESTA OBRA DEL CHORO DE S(eñor) S(an) MIGUEL SE ACABO A SIETE DIAS DE DEZIE(m)BRE ANO DE MDLXV...JU(lio) RODRIGUEZ CURA Y EL BACHILL(e)R FER(nando?) GARCIA DE...M(aestro) P(EDRO) DE MEDIANEDO V(ecino) DE PAMANES. La iglesia de San Miguel de Olea fue declarada Monumento Histórico Artístico en Consejo de Ministros de 4 de marzo de 1979. El año de 1980 fue realizada una restauración por el arquitecto montañés Javier G. de Riancho, y durante los trabajos que se hacían en el ábside apareció un ara romana dedicada a los dioses del convento, lo que prueba la vieja divinización donde se alzó la ermita de San Miguel.