LA IGLESIA DE SANTA MARÍA sigue el modelo planimétrico benedictino de nave rectangular y capilla semicircular precedida de tramo recto. La nave se cubre con armadura de madera, y el presbiterio y ábside con bóvedas de cañón ligeramente apuntado y horno, respectivamente. Entre ambos espacios del templo se erige el arco triunfal, actualmente modificado y oculto por una capa de pintura. También han sido alteradas en su disposición las portadas, que deben de datar del siglo XV o XVI. La principal, abierta en el imafronte, tiene arco de medio punto, está enmarcada por un alfiz y es claramente renacentista; la meridional, más arcaizante, es de arco apuntado, grandes dovelas y total ausencia de molduras u ornamentación. Por todo ello, la iglesia sigue esquemas ampliamente difundidos en los edificios medievales de la zona. En su interior conserva interesantes muestras de imaginería medieval y de épocas posteriores. Destacan especialmente las figuras de Santa Lucía, de dos apóstoles difíciles de identificar, aunque uno de ellos podría ser San Pablo, y un Calvario. Todas estas imágenes sobrepasan por cronología y estilo el marco del románico, y se pueden clasificar como góticas. Pero especialmente las figuras de San Pablo y Santa Lucía, aunque realizadas como pronto en el siglo XIII, mantienen aún muy vivo el recuerdo de la estética románica. La santa, sometida a un desafortunado repinte, está próxima al gótico por el tratamiento del cabello, el tipo de atuendo y el intento de movimiento, pero resulta arcaizante por su carácter compacto, su frontalidad y rigidez y por el tratamiento sumario de los paños. Similar unión de tradición e innovación se aprecia en la figura de San Pablo, de cuidada expresión y proporción a pesar del carácter rudimentario y popular de la talla.