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Vista general de la iglesia

Identificador
39094_37_001n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 49' 49.42'' , -4º 7' 27.25''
Autor
Sin información
Colaboradores
Sin información
Derechos
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Cristóbal

Localidad
San Cristóbal del Monte
Municipio
Valderredible
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Descripción
UNA POTENTE TORRE, rectangular y prismática del siglo XVII, posiblemente, una cabecera y una nave rectangular, un pórtico románico, para cubrir la puerta, un tanto majestuosa, abierta en el muro sur, con cuatro columnas a cada lado, y obra posiblemente de los talleres de San Andrés de Arroyo, y un arco triunfal apoyado en capitel doble para dos fustes, también de estos canteros tardorrománicos, es lo que nos puede ofrecer, en resumen, la iglesia de San Cristóbal del Monte. Su primitiva planta, de principios del siglo XIII, no sería muy distinta a la actual: ábside casi cuadrado, con cuatro columnas con su fuste y capitel en los cuatro ángulos, posiblemente para el arranque de una bóveda de crucería simple de cuatro plementos, y una nave de dos tramos con el mismo abovedamiento. De esta misma época sería el pórtico, que tiene una indudable unidad. Posteriormente se añadiría la sacristía, a la izquierda del presbiterio norte, tal vez cuando se construyó la torre, a occidente, que quizás vino a sustituir a la vieja espadaña románica. Pensamos que es posible que se tardase algún tiempo en colocar las bóvedas, de manera que, concluida la iglesia se pensó en abovedar a lo gótico y, aprovechando los elementos sustentadores románicos, se optase por cubiertas estrelladas de doce plementos y cinco claves, para la cabecera y tramos de la nave. El arco triunfal es de medio punto y apoya en capiteles dobles, sostenidos tambiíen por fustes pareados. Los de la derecha son del estilo de altos crochets, muy en la línea de los de San Andrés de Arroyo, a cuyo ciclo desde luego pertenecen. Los cuatro capiteles son idénticos y no pueden apreciarse bien por los tiznones de pintura azul, que no sabemos cuando fueron aplicados. Llevan cimacios de media caña y bocel, y no tienen ningún intento de figuración. Los de la izquierda, son parecidos, pero en los dos pertenecientes al arco triunfal, sobre el fondo vegetal aparece, muy destrozada, la escena de un joven, vestido de pantalones o de aljuba abierta; está en postura de alancear a un toro que, desgraciadamente, ha perdido su cabeza y cuerpo anterior, pero que deja bien patente las patas traseras, rabo y lomo. El tema es, posiblemente, una de las primeras representaciones de esta vieja costumbre, que puede remontarse, como vemos, a estos siglos románicos, y que no recuerdo haber encontrado a lo largo de mis recorridos románicos. Las basas del arco triunfal –teniendo en cuenta que van acompañadas de las basas de los capiteles instalados como ménsulas para el arranque de las bóvedas– son complicadas, de tipo ático muy corrompido, con toros muy aplanados, con lengüeta sobre plinto de poca altura que carga sobre alto banco de arista viva. Deteniéndonos un poco, tanto en el pórtico cubierto que se anticipa a la puerta, como en esta misma, diremos que, el primero, está añadido en el muro sur, enfrente mismo de la citada puerta, como para cobijarla y quizás, también, como lugar de reunión del concejo. La entrada, tiene de arcaduras una chambrana biselada y una arquivolta de dos boceles, separados por acanaladura bien marcada, ambas de arco apuntado. Apoyan sobre cimacios igualmente biselados, pero sin decoración, que a su vez lo hacen sobre capiteles de altos acantos, que se coronan por una línea de cuadraditos, muy en consonancia, aunque más sencillos, con el estilo de los capiteles del arco triunfal. Creemos que este pórtico rectangular debe de construirse al tiempo que se realizaba la iglesia del siglo XIII. Esta entrada se repite idénticamente hacia el interior del pórtico, por lo que son cuatro los capiteles que en éste se pusieron. Pero en la fachada exterior, la cornisa, de media caña, se sostiene gracias a siete canecillos: de proa de nave; de figurilla femenina que parece sentada y sostiene algo en las manos, aunque está muy desgastada, se ve que ha tenido desde el principio una forma muy geometrizada. El tercer canecillo, vuelve a ser de proa de nave, y el cuarto, repite otra estatuilla también sentada, pero como la anterior muy abocetada y erosionada. Los restantes canes vuelven a ser de proa de nave. En este pórtico, ya en el siglo XVI o XVII, se vuelve a abrir otra puerta de medio punto, con grandes dovelas en el lateral este. La puerta principal, y como ya apuntamos la más solemne y más esculturada, muy digna de figurar entre la más y mejor trabajadas de las puertas románicas de Valderredible, sin duda fue posible porque este pueblo, y por lo tanto su iglesia, fue del señorío de la abadesa de San Andrés de Arroyo, como ya expusimos en líneas precedentes. Ello viene a asegurar que fue el poder económico de esta abadía, lo que pudo acercar a este pueblo maestros de categoría, que sobrepasan en técnica y gusto a los maestros rurales. Esta puerta a la que venimos refiriéndonos, es, como anticipamos, de monumental apariencia para una iglesia que no parece fue monasterial, sino dependiente de un monasterio. Cuatro arquivoltas de idéntica constitución, todas en arco apuntado y compuestas esencialmente de boceles y medias cañas, llevan en sus arranques, sobre los cimacios, unos adornos de cuatro hojas pentapétalas. Esta especie de pulseras que abrazan las cabezas iniciales de las arquivoltas se ven en algunas puertas del románico palentino, derivado de los maestros de San Andrés, como en Collazos de Boedo, cuya puerta mucho se parece a la de San Cristóbal del Monte (HERRERO MARCOS, 1994, p. 130). Los cimacios de los ocho capiteles son de dientes de lobo horizontales (dos filas), separados por una banda vertical. Son distintos los capiteles de la izquierda de los de la derecha. Los primeros, son de ramitos de hojas verticales, separados por una fina acanaladura, que acaban en lo alto en crochet vegetal; los de la derecha, son de acantos verticales muy geometrizados, en tres filas, doblados también de crochet. Todos ellos en línea muy directa con el modo de hacer de los maestros de San Andrés de Arroyo. Los fustes, sobre los que estos capiteles reposan, son monolíticos, con basas muy parecidas a las del arco triunfal, con lengüetas. Tiene también San Cristóbal del Monte una buena pila bautismal románica, con basa circular troncocónica y fragmento de grueso fuste cilíndrico, sobre el que descansa la cuba. Ésta va decorada de una secuencia de arcos de medio punto de poco resalte, que la cubre toda. El borde, se resalta en bocel y el fondo también. Cada arquillo lleva en lo alto una cruz patada, cerrándose la parte inferior de cada arco con una moldurilla semicircular. Sus medidas, alto de la cuba, 60 cm; altura del basamento, 43; total de altura, 103 cm; anchura del borde: 13 cm. Va éste marcado con dos líneas incisas. El diámetro es de 136 centímetros.