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Interior del claustro

Identificador
40143_01_092
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 54' 24.85" , -4º 24' 46.47"
Idioma
Autor
José Manuel Rodríguez Montañés,Ignacio Hernández García de la Barrera
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Abadía de Santa María

Localidad
Párraces
Municipio
Bercial
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IMPORTANCIA QUE TUVO LA ABADÍA y su prolongado devenir histórico han provocado que en la actualidad se deba hablar de una amalgama de materiales y formas cuya lectura y secuencia cronológica, faltando información documental y arqueológica precisa, resulta compleja y aventurada. Por este motivo se va a hacer un repaso aquí de los restos, hoy muchos de ellos descontextualizados o sin función práctica, que se deben incluir en el periodo que centra estas páginas. A pesar de la existencia de distintas piezas repartidas por el resto del conjunto, como luego se verá, es en la iglesia donde mayor número y en mejor estado han llegado a la actualidad. Este templo se situó en el costado septentrional de un primitivo claustro y su interior debió concebirse como un gran espacio diáfano, en cuya fábrica se combinaban la sillería con el ladrillo, de los que aún quedan testimonios ocultos por las reformas barrocas; sillería se puede ver en accesos, molduras y esquinales, mientras que en los muros de caja predomina el ladrillo. Esta apariencia de fábrica de nave única parece corroborarse al comprobar la existencia de vanos de iluminación, consistentes en pequeños arcos doblados de medio punto realizados en ladrillo, en la parte alta de los muros; por otra parte al exterior, en el muro meridional, se conservan restos de lo que fue la cornisa de piedra del templo, a mucha menos altura que la actual y donde parecen distinguirse lo que fueron canes y metopas. Sin embargo este proyecto debió sufrir unas rápidas modificaciones que tomaron forma en el desarrollo de las capillas laterales que prácticamente debieron funcionar como naves auxiliares y recibieron entonces unas bóvedas de cuarto de cañón. En el costado meridional en su parte de oriente, hoy con acceso únicamente desde el claustro, se sitúa un espacio que bien pudo servir de sacristía de reducidas dimensiones o haber sido germen de la posterior fundación. Sus muros están construidos con calicanto, cubriéndose con una bóveda ligeramente apuntada de ladrillo; en lo alto de su muro oriental se encuentra un vano de medio punto con derrame hacia el interior, también de ladrillo y que en la actualidad se encuentra cegado. Comunica y continúa este espacio hacia poniente con una sala rectangular en la que sobresale su sistema de cubrición, virtuosa muestra del trabajo en ladrillo, cuyo perfil general es de medio cañón, si bien se pueden distinguir distintas partes. Se trata de dos bóvedas construidas por paños, al modo de las de arista, organizadas en su encuentro por un arco de medio punto. Por otra parte, se relacionaba con el presbiterio del templo, ya que en el muro que sirve de medianería se sitúan tres puertas de pequeñas dimensiones en las que predomina el ladrillo, conservando una de ellas restos de chambrana y dovelaje de sillería, escasos y fragmentarios pero que señalan el uso de este acceso por ambos lados, según indica su doble moldura abocelada. Se prolongaban estas capillas laterales hacia los pies del templo y relevante es en este sentido el desarrollo del cuerpo bajo de la torre, donde tanto al interior como al exterior se aprecia la presencia de sillería, constituyéndose en pasillo, hoy condenado, entre las citadas sacristía y capillas. De igual manera, en lo que fue la ampliación del costado opuesto, se conservan restos de pintura muy deterioradas, entre las que destaca un Cristo en mandorla situado en el intradós de un vano, pareciendo corresponder todo ello ya al gótico. Más piezas de sillería son las que componen la cornisa en este flanco a la altura del presbiterio, aunque resulta evidente que han sido removidas y recolocadas, que lucen motivo de tacos, siendo de este mismo material lo que parece ser el arranque de un arco en el interior de este lado del templo, así como distintos perfiles abocelados y sillares distribuidos en el muro. En la parroquia de la cercana localidad de Bercial se conserva una pequeña imagen procedente de esta abadía; se trata de la denominada “Nuestra Señora de Párraces”, a la que se tiene gran devoción en la comarca. Es una imagen de reducidas dimensiones (16 x 8 x 8 cm) realizada en madera siguiendo el modelo de Virgen Theotokos. En la actualidad su contemplación resulta compleja por el celo de los parroquianos que la custodian y por los aditamentos que ha ido sufriendo su ornamentación, que únicamente deja vista las cabezas de las figuras. El Niño dispuesto sobre la pierna izquierda de la Virgen aparece bendiciendo, mientras que esta sentada en un trono le sujeta con su brazo izquierdo. La factura es tosca, con aires de primitivismo y rudeza, y sobre su cronología, Castán Lanaspa ha señalado al siglo XII. Uno de los propietarios que ha tenido el caserío adquirió un Cristo Crucificado que hoy se conserva en la capilla que mantienen en uso. Se trata de un Cristo de grandes dimensiones, representado con gran frontalidad y estatismo; sigue el modelo de cuatro clavos con las extremidades formando ángulo recto, cierta rigidez y desproporción, además de un tosco trabajo en el tallado de pies y manos. Es una imagen de Cristo vivo, con la cabeza inclinada ligeramente hacia delante, una imagen no doliente, donde el dramatismo viene dado por la profundidad de las cuencas de los ojos y la extrema delgadez del torso, con llamativa presencia de las costillas y el esternón. La caracterización se completa por la barba oscura, los mechones de la melena que reposan sobre los hombros y el perizonium, sujeto a un lado, que la cae hasta la altura de las rodillas. Cuenta con unas medidas de 220 x 176 x 28 cm y en la actualidad carece de cruz. El origen incierto de la pieza lleva a plantear la posibilidad de relacionarlo con focos lejanos a su actual emplazamiento, situándolo cronológicamente hacia mediados del siglo XII.