EL TEMPLO DE SAN JULIANO consta de una sola nave rematada en capilla cuadrangular de testero recto, siguiendo uno de los esquemas planimétricos más difundidos en los templos tardorrománicos de la comarca. La nave se cubre mediante bóveda de cañón apuntado, al igual que el presbiterio, aunque en ese espacio la ojiva es menos acusada. Separando ambos términos se sitúa un arco triunfal ligeramente apuntado y sin ornato. Anejo a la cabecera por su lado norte se edifica en el siglo XV la capilla de los Miravalles, a la que se accede bajo arco campanel. En el muro norte de la capilla existen dos arcosolios de trazas semicirculares y moldurados. El nicho derecho se decora mediante una serie de escudos nobiliarios en su base que representan motivos en medio relieve reuniendo escenas belicosas y de caza con motivos heráldicos más una banda con inscripción que desarrolla el tema mostrado. La portada de la obra destaca por la presencia de arco de medio punto de gran dovela enmarcado en alfiz que sustituiría a la portada original románica en el siglo XVI, tal como ocurrió en varios templos románicos de esta comarca del Narcea. El templo ha sido muy reformado a lo largo de la historia, pero, en esencia, conserva una disposición tardomedieval, tanto en su planta como en la estructura mural y en el sistema de cubiertas, que evocan soluciones ya comentadas en otros ejemplos, como el de Naviego. También, como ocurre en otros templos tardíos de la zona, llama la atención la total ausencia de ornamentación. Actualmente está precedido por un cabildo de columnas toscanas y tiene adosado al norte el cementerio. Posee una pila bautismal interesante pero muy posterior al templo.