Identificador
33119_03_004
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Pedro Luis Huerta Huerta
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
San Pedro de Nora
Municipio
Las Regueras
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
SE ENCUENTRA SITUADA DENTRO DEL CONCEJO de Las Regueras, en la ribera del río Nora, próximo ya a su confluencia con el Nalón y a doce kilómetros de la ciudad de Oviedo en dirección a Trubia. Por este concejo discurría la antigua calzada romana de Astúrica (Astorga) a Lucus Asturum (Lugo de Llanera). En el transcurso de la guerra civil de 1936 sufre un incendio y destrucción parcial. En el año 1940 se acometen los primeros trabajos de reconstrucción y restauración por el arquitecto de Regiones Devastadas, Luis Menéndez Pidal. Una intervención que se prolongará en diversas fases hasta los años setenta. La iglesia de San Pedro de Nora no es mencionada por las crónicas medievales hasta el siglo X, en la extensa Donación que el rey Alfonso III el Magno y su esposa doña Jimena realizan a la catedral de San Salvador de Oviedo en fecha 20 de enero de 905. La confirmación de la donación es recogida en el siglo XII por el Obispo don Pelayo en el Liber Testamentorum: ...ecclesiam Sancti Petri de Nora cum suis adiacenciis (fol. 19 vº A). Convencionalmente se la adscribe al período constructivo de Alfonso II, ya avanzado su reinado, por relaciones estilísticas con modelos de edificios eclesiales como San Julián de los Prados o Santa María de Bendones. Las soluciones empleadas en su construcción responden de forma evidente a la tipología de la iglesia de Santullano. El templo de San Pedro de Nora mantiene la planta basilical que predomina en la tipología de las iglesias asturianas: nave central, de 11 m de longitud y 4,70 m de ancho, separada de las naves laterales, de 2,30 m de ancho, por arquerías con arcos de medio punto peraltados aparejados en ladrillo y apoyados en capiteles imposta con decoración moldurada que, en número de cinco, descansan sobre tres pilares exentos de sección cuadrada de 0,60 m de lado, hechos de sillarejo y con basas igualmente molduradas. La altura de los pilares es de unos 3,60 m. La nave central, de 11 m de altura, está rematada con techumbre de madera a dos vertientes, quedando iluminada mediante tres ventanales simétricamente dispuestos con los ejes de las arquerías y la apertura de un gran ventanal abierto en el muro occidental que ilumina en tamizada luz, filtrada por celosías modernas, toda la longitud de la nave. Al este se abre la cabecera tripartita. Los tres ábsides conservan configuración rectangular y están cubiertos por bóveda de cañón apoyada en una línea de imposta moldurada de características afines a la de Santullano. Las capillas se comunican entre sí por una puerta de arco de ladrillo que se abre en cada uno de los dos muros divisores. En el muro oriental de la capilla mayor está situada, al igual que en Santullano y en la cripta de Santa Leocadia de la Cámara Santa, un pequeño tabernáculo en forma de aediculae con una caja excavada. Su función hipotética sería la de conservar las reliquias. Sobre la bóveda del ábside central se encuentra un espacio de similar superficie al de la capilla mayor, con acceso único externo por una ventana ajimezada de tres huecos apoyados en dos columnas exentas y dos jambas extremas. Los arcos semicirculares, de mayor diámetro el central, tienen dovelaje de ladrillo. La iglesia tenía adosados a las fachadas meridional y septentrional dos recintos cuya ubicación es característica de la tipología arquitectónica asturiana. Las habitaciones conservaban dos pisos, como se puede constatar por la presencia de dos huecos superpuestos en los paramentos. En la actualidad no permanece ninguno de los recintos, si bien se conservan restos del arranque de sus muros en ambos lienzos. Recientes excavaciones han permitido delimitar el dimensionado de la planta de la habitación norte: 4,60 m de longitud por 4 m de ancho, siendo supuestamente semejante a su simétrica en el lado meridional. El ingreso al templo se realiza por un vestíbulo moderno, reconstruido por Luis Menéndez Pidal de acuerdo con los restos de cimentación primitivos descubiertos durante los trabajos de restauración. Al vestíbulo se accede por un arco de medio punto, con dovelaje de ladrillo, que apoya en sendos capiteles imposta, los cuales descansan en jambas monolíticas. El acceso interior se efectúa por una puerta adintelada. Al exterior, la iglesia de San Pedro de Nora recurre al empleo de técnicas ya utilizadas en las iglesias alfonsíes de Santullano y Santa María de Bendones. Así, el aparejo de sus muros está configurado por sillarejo, cuidándose la fábrica de forma especial en las esquinas, formadas por grandes sillares escuadrados, colocados a soga y tizón. En los vanos rectangulares se utiliza el dintel, formado por una pieza monolítica calcárea, emplazada bajo un arco de descarga con dovelaje de ladrillo. Al igual que en Santullano y en la iglesia de San Tirso, se recurre a las ménsulas o modillones sobre los cuales descansan los aleros de las cubiertas. De gran tamaño, están rematados en sus extremos en forma semicircular, conservando una decoración con un típico dibujo estriado. En parte del perímetro del edificio, y como refuerzo tectónico, se elevan de forma alternada estribos o contrafuertes formados por sillares escuadrados. Destacar que el campanile, construido por el arquitecto Luis Menéndez Pidal en los años sesenta en el sector noroeste del templo, ha sido erigido en un emplazamiento aleatorio y con una estructura arquitectónica que no responde a la realidad original, al no haberse encontrado ningún resto arqueológico en el subsuelo. EVOLUCIÓN CONSTRUCTIVA DE SAN PEDRO DE NORA Siguiendo los estudios de Adán Álvarez, Martínez Faedo y Díaz García, basados en los resultados extraídos de las dos campañas arqueológicas llevadas a cabo entre 1991 y 1992, podemos establecer una periodización de las diversas intervenciones sucedidas en este templo. La iglesia original altomedieval presentaba el tipo de planta basilical característica del prerrománico asturiano, con tres naves y cabecera tripartita. Se accedía al interior del templo mediante dos puertas laterales situadas a mediodía y septentrión, o desde la puerta abierta en el imafronte. En alzado, la nave central presentaba mayor altura que las laterales, cubierta a doble vertiente, y se iluminaba a través de tres vanos abiertos en ambos lados. Las naves laterales estaban cubiertas a un agua. En el interior, las capillas de la cabecera estaban cubiertas con bóveda de cañón, mientras que las naves lo estaban con techumbre de madera. En los laterales, y hacia la mitad del cuerpo de la iglesia, se levantaban dos habitaciones que, con toda probabilidad, no rebasaban en altura a las naves laterales y estarían cubiertas a doble vertiente. Su función podía estar vinculada a la que cumplirían los espacios litúrgicos visigóticos; como praetorium y sacramentorium, o bien como celdas para ascetas. Al norte del edificio se disponía la zona de enterramientos de la que, gracias a las excavaciones, se han podido determinar dos fases. La primera sería coetánea a la iglesia (mediados del siglo IX) y la segunda, con una orientación perfecta E-O, posiblemente estaría datada en los albores del románico, teniendo en cuenta la preocupación por la correcta orientación de los templos durante este período. Además, las excavaciones pusieron de manifiesto la inexistencia de la plataforma actual. Durante la época medieval no se modifica la traza, aunque sí se observan otros cambios significativos. Uno de estos cambios es la apertura de dos vanos que comunican las capillas laterales con la central. García de Castro data esta innovación en los siglos XII-XIII atendiendo a otros ejemplos como San Pedro de Villanueva (Cangas de Onís) y Santa María de Tina (Tinamayor). También se realizan apertura de vanos en las habitaciones laterales, quizás al perderse la funcionalidad de las mismas y trasladarse a las capillas absidiales. La siguiente fase constructiva correspondería al bajo medievo y comienzos de la edad moderna, y a ésta correspondería la construcción de un pórtico en el lado sur. Atendiendo a las fotografías realizadas por Alejandro Ferrant en 1935, el lado occidental del pórtico se apoyaba sobre el muro oeste de la capilla lateral hasta el imafronte. Las excavaciones localizaron restos de enlosado que sugería que esta construcción continuaba por el imafronte, quizá conectado con el actual nártex, resultando un pórtico con planta en forma de L. Se trataba de un recinto limitado por un murete de escasa altura, sobre el que descansaban los soportes de madera que sostendrían el tejado a un agua. Parece que este tipo de pórticos están relacionados con el desarrollo de una institución concejil que celebraría en este espacio sus reuniones. Aunque sería viable que el nartex fuese construido en este período, las excavaciones descartan esta hipótesis ya que la cimentación no se corresponde con la del edificio, y observamos que el muro atraviesa una tumba de lajas, por lo que correspondería a un momento posterior. La época moderna se presenta confusa, observándose importantes cambios de difícil datación. El primero sería la construcción de la prolongación del pórtico sur hacia la cabecera, del que se conservan los muros laterales de la capilla lateral sur. Posiblemente en el siglo XVII se instalaría la espadaña, posteriormente derribada por Menéndez Pidal. Una ampliación de la zona de enterramientos junto con la pérdida de funcionalidad es con seguridad el origen del derribo de la capilla norte.