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Vista del Santuario y el hospital de San Lázaro

Identificador
39080_02_006n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 21' 59.21'' , -4º 24' 32.81''
Idioma
Autor
Esteban Sainz Vidal,Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Santuario y Hospital de San Lázaro

Localidad
Abaño- La Acebosa
Municipio
San Vicente de la Barquera
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Descripción
DE LO QUE FUE LA IGLESIA O CAPILLA de la leprosería de Abaño, sólo ha quedado visible su ábside rectangular. Es la única parte del edificio que conserva sus muros hasta el tejado, pues el muro del norte ha perdido su parte central, derruida, y hoy solo sostenida, quizás, por un verdadero bosque de hiedra que apenas deja ver lo que queda de su primitivo alzado. El muro del sur, igualmente está en trance de ir aumentando sus destrozos por los grandes “bocados” que el tiempo le ha inferido. Todos los muros dejan ver, con dificultad, su armadura de mampuesto, salvo esquinales, vanos y cornisas. El hueco de la puerta, al mediodía, ha perdido todos los sillares y dovelas -si los tuvo- y hoy la mampostería no se derrumba gracias a un pobre marco de madera que no tardará en vencerse. Las ruinas de Abaño están desde hace tiempo en un total e indiferente abandono. La entrada, a más de dificultosa es muy peligrosa, pues el aspecto es de que las piedras y los restos de una cubierta totalmente vencida pueden precipitar su caída al más mínimo movimiento. Las vacas merodean sus alrededores y se acercan a sus resquebrajadas paredes buscando la sombra. La única nave cubre su suelo de piedras, grandes sillares, vigas en equilibrio inestable, zarzas y ramas alborotadas de retoños de saúcos. Y de románico, muy poco, y sólo de reminiscencia y pobredad. Por el exterior, las dos cornisas de los muros sur y norte de la cabecera, que se molduran en caveto simple, sin ninguna decoración y van sostenidas por cinco o seis canecillos funcionales, también de caveto, algunos ocultos bajo la hiedra. Una sola y larga aspillera de arquillo de medio punto daría luz, en otro tiempo, a la capilla absidal. Y para dar un poco de ambiente medieval, en uno de los sillares del esquinal sureste quisieron grabar una cruz de brazos iguales y bífidos, de Malta, inscrita en círculo exciso que santifica un poco un lugar de tristes recuerdos. Por el barullo arbóreo, nada puede verse del interior de la nave. Con grandes esfuerzos y precauciones se puede llegar al presbiterio, atravesando el gran arco triunfal, todavía útil, y de gran apertura y levemente apuntado, que apoya sobre pilastras cuyo cimacio (no existe capitel) es moldurado por tres listeles paralelos. La cubierta utiliza ya la nervadura de cuatro plementos. Pero lo más curioso que queda, inexplicablemente, sobre el muro interior del evangelio del presbiterio, es el perfecto dibujo o pintura de un gran navío de vela, de un solo palo, en ocre sangre, ocupando por su tamaño, casi todo el arco bajo bóveda, que un especialista en naves podrá clasificar. Debajo de él aún pueden distinguirse los contorno, casi borrados, de una más pequeña barca.
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