Identificador
              50025_01_150n
          Tipo
          
      Formato
              
          Fecha
              Cobertura
              41º 29' 52.59'' , -1º 22' 30.00''
          Idioma
              
          Autor
          Beatriz Hernández Carceller
              Colaboradores
          Sin información
              Edificio Procedencia (Fuente)
              País
              España
          Edificio (Relación)
              Localidad
              Almunia de Doña Godina
          Municipio
              Almunia de Doña Godina
          Provincia
          Zaragoza
              Comunidad
              Aragón
          País
              España
          Claves
          
      Descripción
              LA ERMITA DE CABAÑAS era la antigua iglesia del pueblo homónimo que, a juzgar por la documentación  que ha llegado hasta nuestros días, conformaría una  población de cierta importancia histórica. Se encuentra  a unos 3 km al noroeste de La Almunia de Doña Godina  y para llegar hay que tomar la carretera A-122 dirección  Épila/Calatorao. Tras una rotonda aparecerá el desvío a la  ermita, visible desde la propia carretera. Esta población aparece citada por primera vez en  octubre de 1128, fecha en la que Alfonso i el Batallador  hace una donación a Pedro Galíndez de Ulle en Capannas,  aunque el historiador árabe Al-Udrí ya recoge Qabanas  (Cabañas) y Rikla (Ricla) al describir el distrito del Jalón  en época musulmana. En el año 1158 se encontraba  incluida dentro de los límites del obispado de Zaragoza.  En 1183 se cita aquí una encomienda templaria. Gracias  a una firma como testigo de un documento recogido por  Canellas, con fecha de marzo de 1210, sabemos que don  García era el abbat de Cabanyas. Pedro II de Aragón entregó a la orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, el 6  de septiembre de 1210, el castillo y villa de Cabañas "a  cambio de los moros que dicha orden tenía en Huesca y  Zaragoza, y los judíos desde el Segre hasta Ariza". En 1200  la fortaleza era sede de una tenencia militar llamada del río  Jalón y que comprendía también Ricla y Alpartir. Fueron  sus tenentes Iñigo Galíndez (1 123-1 124), Atón Aurelia  (1124-1129), Lope López (1130-1141) y su viuda Teresa  López hasta 1144. También lo fueron Arnaldo Mir, García Albero, Martín Pérez y así sucesivamente hasta 1217 que  desaparece la tenencia con la implantación del régimen de  justicias. Este castillo podría haber tenido su ubicación en  un cerro próximo a la ermita quedando como vestigios la  nevera, el aljibe y un foso. En 1857 Cabañas fue suprimido  como pueblo e incluido en la Almunia de Doña Godina.  La ermita de la Virgen es monumento nacional desde el  27 de octubre de 1978 y fue declarada Bien de interés Cultural el 11 de marzo de 2002 por el gobierno de Aragón.  Las importantes modificaciones sufridas a lo largo de  los siglos no ocultan sus inicios como iglesia de nave única  edificada con muros de mampostería y cadenas de sillares  en las esquinas; igualmente fueron alzados con sillar las  pilastras, los arcos, los contrafuertes y los enmarques de  los vanos. Tuvo tres tramos y ábside semicircular, cubierto con bóveda de horno. El anteábside, con bóveda de  cañón apuntado, quedaba separado del resto de la nave  por un arco doblado, también apuntado. NO se conserva la  cubierta original de la nave (Guitart la supone de madera  a dos aguas apoyada sobre arcos diafragmas apuntados,  de la misma forma que las parroquias cercanas de Berdejo,  Anento y la antigua de Trasobares). A lo largo de las paredes había bancadas de piedra recorridas por una moldura  en forma de bocel. Restos de esta bancada, que se eliminó  en la última restauración, son las tres piedras que hay en el  ábside a modo de asiento. A esta primera fase pertenecen  los modillones con decoración que todavía se conservan  al exterior, aunque no en su ubicación original. Son de  varios tipos: de nacela con rollos, con tacos cuadrados,  con tacos redondos, con doble nacela y de cuadrifolios.  Probablemente la puerta de sillería con dos arquivoltas de  medio punto se situaba en el segundo tramo del lado sur.  Embutido en el muro norte se ven restos de un arco de  piedra de 47 cm de luz cuyo destino inicial no queda claro.  Habría tenido ventana en el eje del ábside, si bien su forma  actual no resulta totalmente compatible con la decoración  pictórica gótica. No es factible dar una cronología al nicho  del presbiterio puesto que está enlucido. En los trabajos  de restauración de 1960 salieron a la luz algunas molduras  en los sillares exteriores de la esquina suroccidental de la  primitiva nave, lo que junto al descubrimiento de un sillar  con un reloj de sol labrado, llevó a pensar a Moya en la  existencia de un pórtico añadido, constituido por arcos  de medio punto en ladrillo sobre basamento de piedra, y  cerrado al Este y al Oeste con sendos muros. El primero  se abriría por medio de un vano de herradura en ladrillo,  y el segundo con dos pequeñas puertas de arcos de medio  punto también en ladrillo. Toda esta construcción correspondería a la segunda mitad del siglo XII, con características  del arte románico rural avanzado en el que encontramos  la habitual disposición aragonesa de cubiertas de madera  sobre arcos transversales, unas veces de medio punto, y  otras, como este caso, apuntados. Ya en el siglo XIII habrían cerrado el pórtico con-  virtiéndolo en nave de testero recto que cubrieron con  bóveda de cañón apuntado. También en esta fase se  sustituiría la cubierta de madera de la nave principal por  otra de ladrillo de cañón apuntado, semejante a la de la  nave nueva. El proceso, que cristaliza en un templo de dos  naves, recuerda al seguido en otra edificación románica  vinculada a un poder señorial: San Nicolás de Rada, en  Navarra. Para comunicar la nueva nave, dedicada a San  Nicolás, con el resto de la iglesia se abrieron tres arcadas  rebajadas en ladrillo y se trasladó la puerta primitiva al  centro del nuevo muro sur (ubicación que mantuvo hasta  la restauración de 1960 y de la que quedan testimonios  fotográficos). En la misma época se rehizo el tejado, con  la mayor parte de la cornisa y las ménsulas lisas sin decoración. Esta reforma se debe situar antes de 1212 ya que  el 15 de febrero de aquel año los caballeros de Cabañas  cedieron a la orden de los Hospitalarios de San Juan su  parte del recinto del castillo, firmándose el documento que  recoge esta noticia en este edificio, nombrado mediante  metonimia como ecclesia sancti Nicholais de Cabanas, lo que  induce a pensar que ya estaría cerrada. Debido al despoblamiento de la localidad la iglesia  comenzaría a sufrir un lento deterioro hasta el siglo XVII en  el que se recuperó al culto, convirtiéndose en ermita de la  Virgen de Cabañas, según Mañas. Las importantes labores  de reparación desfiguraron su aspecto original: sanearon  el tejado, enlucieron los muros, reconstruyeron un tramo  de bóveda hundida, recubrieron la puerta de entrada con  doble arquivolta de ladrillo y dispusieron sobre ella un  tejadillo de tradición mudéjar y dos hornacinas a ambos  lados. Su vuelta al culto también supuso el aumento del  volumen de la casa del ermitaño y de otros edificios de  los alrededores. Ya en el siglo XX, concretamente en 1960,  sufrió una restauración poco afortunada, consistente, entre  otras cosas, en la eliminación de la primitiva portada del  lado sur y creación de una nueva en el hastial, que se  reconstruyó por completo con sillería diferente. También  se añadió un estrecho espacio rectangular al lado norte a  modo de nave que hiciera funciones de sacristía, se demolieron todas las edificaciones perimetrales y se utilizaron  algunos de los primitivos sillares sobrantes en labores de  ajardinamiento. Esta actuación, aunque despojó a la ermita  de los añadidos del siglo XVII, también conllevó la pérdida  de su aspecto original quedando totalmente desvirtuada  en el exterior. Actualmente el edificio está compuesto por tres naves,  siendo la mayor de 14,80 m de longitud y 5,25 m de  anchura,- la meridional es más corta y menos ancha (2,70  m). Tiene puerta de acceso nueva en el muro de los pies,  de medio punto con tres arquivoltas, sobre la que abre un  óculo. Los vanos de medio punto de la nave meridional  están rehechos. Al Este se perfila el cilindro absidial con  ventanal reconstruido de medio punto en forma de aspillera al exterior y con abocinamiento interior. La pila bautismal románica se encuentra a los pies de  la nave de San Nicolás, bajo el coro. Su copa mide 94 cm  de diámetro, con un grosor de 11 cm. El soporte mide 32  cm de diámetro en la parte central y 65 cm en su base. Su  factura se corresponde con la primitiva construcción de la  iglesia, por lo que hubo de tener inicialmente otra localización. Se trasladaría a la actual tras la reforma del siglo  XIII, en la que se cerró la nave sur. Se trata de una preciosa  obra con copa vaciada en una sola pieza que presenta tres  molduras en forma de bocel en su borde superior. Como  otras pilas de la época se adorna con una secuencia de  doce arquillos de medio punto, aquí sobre una teoría de  gallones que arranca de moldura sogueada. En el fuste se  insertan toscamente con argamasa dos cabezas. Una de  ellas representa un rostro con prominente barbilla y boca  abierta, dejando ver dientes triangulares en actitud agresiva, mientras la otra muestra un rostro humano con la boca  entreabierta. La base del conjunto es un doble pedestal  circular de piedra.  Ambas naves recibieron una muy interesante ornamentación pictórica gótica. En la parte superior del ábside  se representa al Pantocrátor rodeado de los evangelistas  y, debajo, el colegio apostólico presidido por la Virgen  sedente. En la cabecera de la capilla de San Nicolás se  plasmaron varias escenas de la vida y milagros de este  santo. En el muro sur aparece Santa Catalina y escenas de  la Pasión de Cristo sobre los arcos. En el resto de la nave  se pintaron figuras y escenas de carácter funerario, las más  conocidas son las de los sepulcros de los pies de la nave.  En el arcosolio de la izquierda figura doña Horia Pérez y  en el derecho doña Guillelma Pérez, ambas mujeres de  caballeros de Cabañas. El coro, situado en el tramo de  los pies de la nave sur, fue realizado en fechas cercanas  a las pinturas. Está realizado en madera, sobre un alfarje  decorado con pinturas de caballeros y de los blasones de  las principales familias de Cabañas: Galíndez, Alagón,  Cabañas, López de Luna, Ximénez de Urrea, etc. El pretil  es también de madera con influencia mudéjar en la decoración, calada a base de lacería octogonal, combinada con  cruces. Se ha datado en el segundo tercio del siglo XIV.
           
        
    