Identificador
33556_05_017
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Pedro Luis Huerta Huerta
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Villaverde
Municipio
Cangas de Onís
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
LA ERMITA DE SANTA MARÍA DE VILLAVERDE es una de las construcciones románicas más interesantes del oriente asturiano, al haberse conservado prácticamente intacta desde su fundación. Su planta, orientada canónicamente, mantiene la estructura del románico rural de la zona: una nave que se angosta en la cabecera cuadrada; cubre ésta a menor altura y ambas lo hacen con tejado a dos aguas al exterior. Adosado al muro sur de la cabecera sobresale el volumen de la sacristía, añadida en época moderna, a la que se accede desde el muro de la Epístola de la cabecera. Un pórtico cubierto a tres aguas protege la fachada occidental; éste, cercado por un murete, conserva el empedrado del pavimento y está recorrido por bancos de piedra. Perviven también los restos del cementerio, que hasta la reciente restauración se adosaba al flanco norte, delimitado por una cerca de piedra con un acceso adintelado de sillares, que testimonia el período en que el templo desempeñó funciones parroquiales. En dicha restauración se eliminó, sin embargo, la parte del cementerio más próxima al templo, de modo que en la actualidad existe un pasillo que permite rodearlo en su totalidad. Los muros de la iglesia, retocados con arenisca en ciertas zonas, se construyen con mampostería; y, como es habitual en la mayoría de los templos rurales del románico asturiano, el sillar se reserva para las esquinas, enmarque de vanos y zócalos. Un bisel decorado con dientes de sierra recorre la parte inferior de los flancos sur, oeste y los de la cabecera. También pervive la cornisa original en varias zonas del templo: en los aleros del imafronte y del testero, los muros norte y sur de la cabecera y en el lienzo norte de la nave. El templo conserva también inalterados los vanos originales. Sobre el tejado y marcando el eje del imafronte, se abre una aspillera recercada de sillar y rematada por un arquillo monolítico semicircular, semejante a la que se abre en la fachada occidental de las cercanas iglesias de San Pedro de Con y Santa Eulalia de Abamia. Otras tres aspilleras semejantes calan la parte central del testero y los muros norte y sur de la nave; éstas, al interior, presentan el habitual derrame interno, mientras que la de la cabecera está abocinada y presenta también un alféizar escalonado. El pavimento interior presentaba hasta hace poco unas deterioradas baldosas de barro cocido, que han sido renovadas en la reciente restauración. En cuanto a las cubiertas, la nave se cubre con armadura de madera a dos aguas, mientras que la cabecera presenta una bóveda de cañón, encalada en parte, que arranca de una línea de imposta en nacela, prolongada también en el testero. Cabecera y portada occidental componen los elementos arquitectónicamente más interesantes del templo. La cabecera destaca en primer lugar por sus materiales, pues el muro toral muestra en la zona inferior un paramento de magníficos sillares, que ennoblecen este espacio privilegiado por ser la embocadura al santuario. Al mismo se accede a través de un arco triunfal que se estructura en una doble rosca de medio punto, muy semejante a la homóloga del monasterio de San Pedro de Villanueva. Dicho arco apoya a cada lado en dos columnas de fuste liso acodilladas, cuyos capiteles y basas presentan un variado repertorio escultórico; los capiteles se componen de un cuerpo troncopiramidal, con un astrágalo muy desarrollado y potentes cimacios, también troncopiramidales, que se continúan en el muro toral. En cuanto al muro occidental, único punto de acceso a la iglesia, es también uno de sus elementos de interés. La portada se estructura en una rosca de medio punto bien despiezada, que apoya en jambas de sillar coronadas por impostas sencillas muy desarrolladas en horizontal. La rosca se protege por un guardapolvo, ornado con una doble moldura de taqueado, la interior, en grupos de tres bolitas enfilados, la exterior, muy parecida a la de San Pedro de Con. Por su parte, las impostas, recorridas en su zona media por una incisión, adornan su borde inferior con taqueado. Este acceso, cerrado hasta hace poco con una reja de hierro, cuenta en la actualidad con una puerta de madera y cristal que permite vislumbrar el interior del templo. Remata este muro una espadaña de doble ojo de medio punto, construida de sillares; su cronología no es fácil de precisar, pero cabe la posibilidad de que sea la original del templo románico. Por otra parte, este modelo de organización de la fachada occidental es frecuente en los templos románicos de otras zonas de Asturias y de fuera de la región, particularmente en algunos templos románicos rurales del Oeste costero francés, como la iglesia de La Madeleine de Clisson (Loire-Atlantique), la de Saint Laurent de Forges D´Äunis o la de Nôtre Dame de Romaziéres (Charente Maritime). Los únicos elementos de fábrica añadidos a la construcción original son la sacristía y el pórtico. La sacristía, iluminada mediante un óculo abierto en su muro meridional y otro vano en el occidental, presenta un acceso abierto en la cabecera, de estructura adintelada y buenos sillares. Presenta el mismo pavimento de barro cocido de la nave. Por su parte, el actual pórtico que protege la fachada occidental es un añadido de fábrica moderna, construido, seguramente, sobre un cabildo preexistente y actualmente muy restaurado; sus flancos norte y sur presentan sendos bancos corridos y su pavimento es de cantos rodados. La escultura monumental de Santa María de Villaverde se concentra en canecillos, portada y arco triunfal. Se conservan canecillos originales en varios muros, que responden a la tipología románica de perfil en caveto, con la zona cóncava resaltada en casi todos. Pervive una hilera de canecillos en el alero norte de la cabecera, alguno de ellos esculpidos: el primero desde el testero -que parece rehecho por su buena conservación- se recorre por una banda rectangular; el tercero, muestra quizá una cabeza de animal con los brazos y las piernas dispuestos en forma de aspa. A los pies del muro sur de la nave, se conserva un canecillo con la superficie resaltada. A los pies del muro norte de la nave se conservan otros dos en forma de quilla. De la portada ya se indicó la decoración de taqueado y grupos de tres bolitas enfiladas. En fin, los capiteles del arco triunfal son lo más granado de la escultura de Santa María de Villaverde. Por el lado del Evangelio, el capitel interior muestra dos piñas invertidas flanqueando una bola moldurada y un pico curvo; a ambos lados hay sendas hojas y sobre la derecha, lo que parece la mitad inferior del cuerpo de un ave que apoya sus garras en dos bolas. El cimacio se decora con nido de abeja, reticulado con bolitas inscritas en cada rombo, y grupos de tres bolitas enfiladas en el borde superior, como veíamos en la portada. El capitel exterior, por su parte, presenta un ave, de plumaje detallado, que sujeta con la garra derecha a un animal (¿anfibio?) apoyando sus patas sobre el astrágalo liso, y una flor sobre la cabeza del ave; un friso de dados se dispone en la parte superior. El cimacio se decora como el del otro capitel, excepto el fragmento interior, que presenta semicírculos enfilados y una roseta inscrita. La parte superior de los cuerpos de ambos capiteles presenta un friso de dados, semejantes a los de San Pedro de Con. Por su parte, los dos capiteles del lado de la Epístola se decoran con dos pisos superpuestos de hojas lanceoladas, toscamente labradas, que se coronan por sendos frisos de dados. El interior presenta un astrágalo sogueado y ambos cimacios se ornamentan con un reticulado romboidal en el que se inscriben, en este caso, pequeñas crucecillas o tetrapétalas. El motivo de las hojas lanceoladas superpuestas conecta la escultura de Villaverde con varios templos del concejo de Villaviciosa (Fuentes, Selorio, Viñón, Amandi, Cenero, la Oliva, Los Pandos o Sebrayo), así como con las iglesias cistercienses de Santa María de Valdediós y de San Antolín de Bedón. E. Fernández González estima que se trata de relieves de influencia prerrománica torpemente interpretados, que se extienden en una área geográfica muy extensa, pues también se encuentran en varios templos románicos leoneses (San Isidoro de León, Gradefes, Sandoval), gallegos (Eiré y Breamo), e incluso en algunas iglesias parroquiales de la costa atlántica francesa, como Bazeneuil, Saint Jouin-de-Marnes o Nouaillé, a las que podemos añadir las de Saint-Pierre de Blesle, Saint-Martin Ygrande y Notre-Dame de Herment, cuyos capiteles se fechan en la segunda mitad del siglo XII. De los ejemplos citados, merece la pena destacar sobre todos un capitel del arco triunfal de Santa María de Sebrayo (Villaviciosa) en el que se repite de forma casi idéntica la asociación de los dos pisos de hojas lanceoladas con los dados, y un cimacio decorado con rombos en los que se inscriben bolitas, hasta el punto de que ambas piezas parecen estar esculpidas por la misma mano. En cuanto a las basas de las columnas del arco triunfal, todas ellas áticas y con plintos, se elevan sobre potentes basamentos de borde abocelado que se prolonga en el muro toral. En el lado del Evangelio, la interior no está decorada, mientras que la exterior muestra una moldura inferior y se cubre con entrelazos geométricos en forma de ondas. Por su parte, en el lado de la Epístola, la interna tampoco se decora, y la externa presenta un doble sogueado, entrelazo vegetal, toro también sogueado y una flor en la esquina, a modo de garra; el plinto muestra sogueado y bolitas encima. Como hicieron notar M. C. Morales y E. Casares, y después J. M. Gil López, toda esta decoración, que ya deja notar la influencia cisterciense en la progresiva estilización y esquematización de motivos, confirma la adscripción de la ermita de Villaverde al románico tardío, y más en concreto a la difusión en iglesias rurales de los motivos decorativos característicos del grupo de Villanueva-Sograndio, en una fase de gran esquematización por la influencia cisterciense. En cuanto a los ornamentos litúrgicos del templo, puede recordarse que la Nómina de don Gutierre hacía referencia a su rico ajuar diciendo que tenía un cáliz de plata e buenos ornamentos. Puede especularse con la idea de que dicho ajuar datase del tiempo de la fundación, pero en cualquier caso ninguna pieza medieval ha perdurado hasta la actualidad. En fin, en el interior de la iglesia, la bóveda de la cabecera se decora en parte con interesantes pinturas barrocas, que cubren también el muro testero. En ellas se distingue la imagen de Santiago Matamoros, en la parte derecha del testero, y un Crucificado, a la izquierda de este mismo lienzo; en el arranque de la bóveda aparece, en el muro sur, un Santo atado a una cruz en forma de aspa (quizá San Esteban o San Andrés), y en el muro norte, dos soldados vestidos a la manera barroca que flanquean a Cristo. Un reticulado de trazos rojos se superpone a estas imágenes. En el remate de la bóveda se dispone un gran sol sobre el ojo divino, y en los arranques de la misma varios frisos de tipo geométrico, floral y zoomórfico, en los que predominan los colores rojizos, ocres y grises. Más moderna parece la decoración pictórica de los muros de la sacristía, consistente en una triple franja de color gris, rojo y azul. Por su gran valor histórico-artístico, la ermita de Santa María de Villaverde ha sido objeto recientemente, como ya mencionamos, de una afortunada intervención restauradora que ha supuesto la recuperación de la misma.