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Hasta siempre amigo. D.E.P. Isidro G. Bango Torviso

Con profundo pesar, en la gran familia de la Fundación Santa María la Real y de Románico Digital, despedimos hoy a Isidro Gonzalo Bango Torviso, maestro, colega y una de las voces más lúcidas y determinantes en el estudio del arte medieval español.

Nacido en Ferrol en 1946, Isidro Bango fue catedrático de Arte Antiguo y Medieval de la Universidad Autónoma de Madrid, decano de su Facultad de Filosofía y Letras, investigador incansable, promotor de proyectos decisivos y referente intelectual para varias generaciones de historiadores del arte. Su labor, rigurosa y valiente, iluminó desde los fundamentos del prerrománico hispano hasta la complejidad del románico pleno, pasando por el universo de las reliquias, la arquitectura monástica, la iconografía regia o el Camino de Santiago.

Autor de una obra inmensa, más de treinta libros y más de ciento setenta estudios, fue también el comisario de exposiciones que marcaron un antes y un después, como Las Edades de un ReinoSancho el Mayor y sus herederos, Memoria de Sefarad o A su Imagen. Arte, cultura y religión. Su capacidad para narrar el pasado desde la evidencia histórica, sin renunciar a la sensibilidad, lo convirtió en un divulgador excepcional.

En la Fundación Santa María la Real tuvimos el honor de contar con él en numerosas ocasiones: participó como docente en nuestros cursos de verano, publicó con nosotros varios trabajos fundamentales y colaboró en proyectos editoriales y científicos que hoy forman parte del corpus indispensable sobre el románico hispano. Siempre generoso con su tiempo y sabiduría, siempre dispuesto a debatir, corregir y enseñar, Isidro era, ante todo, un hombre apasionado por la verdad histórica.

Su obra más reciente, que reavivó debates a ambos lados de los Pirineos, defendió con brillantez y argumentos sólidos que la Catedral de Jaca es la primera catedral románica de España, un edificio del siglo XI y un hito arquitectónico cuyo estudio dedicó más de dos décadas. Su valentía intelectual, su mirada crítica y su capacidad para cuestionar inercias académicas forman ya parte de su legado.

Hoy sentimos la pérdida de un maestro, pero también la de un amigo.
La comunidad románica, la universidad y el mundo del patrimonio pierden a una figura irrepetible; nosotros, a un colaborador querido cuya humanidad acompañaba siempre a su enorme autoridad científica.

Desde la Fundación Santa María la Real enviamos nuestro cariño y más sincero pésame a su familia, amigos, alumnos y colegas.

Gracias, Isidro, por tanto.
Por tu rigor, por tu ejemplo, por la huella profunda que dejas en todos nosotros.

Que la tierra te sea leve.