Identificador
33010_01_004
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Maximino Pando Macías
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Colloto
Municipio
Oviedo
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
DEL ANÁLISIS DE VARIOS DOCUMENTOS datados en la Edad Media se desprende que esta iglesia se conocía como Santa Eulalia de Tuxiva por lo menos hasta el siglo XIII, cuando se cita por primera vez con la denominación actual. Santa Eulalia de Tuxiva se menciona en dos falsos documentos del Liber Testamentorum, redactados en “la oficina diplomática” del obispo Pelayo, que, no obstante, permiten afirmar la existencia de este templo en las tres primeras décadas de la duodécima centuria. En 1154 dos canónigos de la catedral de Oviedo, Iohanne Suari y Lupo Iohannis, reciben de manos del abad del monasterio de San Vicente, situado en dicha ciudad, esta iglesia de Santa Eulalia. En el Libro Becerro del obispo Gutierre (1385-1386) se dice que el abad del mencionado cenobio presentaba los capellanes de Santa Eulalia de Colloto y recibía los diezmos de la parroquia. De esto último se deduce que la iglesia de Colloto dependía de San Vicente de Oviedo a finales la decimocuarta centuria, al igual que dos siglos antes. Del templo románico de Santa Eulalia de Colloto han llegado hasta nosotros solamente la cabecera, compuesta por un ábside semicircular precedido de tramo recto, y el arco triunfal, situado entre ésta y la antigua nave. El hemiciclo de la cabecera se cubre con bóveda de cuarto de esfera, y el tramo recto mediante una bóveda de medio cañón que arranca de una imposta de época reciente. El arco triunfal está enriquecido con un guardapolvo y se dobla en dos arquivoltas semicirculares lisas, que apean en columnas acodilladas. De él destacan fundamentalmente los capiteles, de gran interés iconográfico y estilístico. El primer capitel del lado del Evangelio presenta varias aves dispuestas entre follajes, y el contiguo, un mono montado sobre un león y una sirena que adopta la forma mencionada por los escritores clásicos y recogida en el Fisiólogo: cuerpo de pájaro y cabeza humana, que es la más frecuente en el románico, aunque conviviendo con el modelo de sirena-pez, que surgido a finales del siglo VII o comienzos del VIII fue ganando importancia hasta el siglo XIII. En Colloto este ser tiene las alas plegadas y una larga cola, y simboliza la lujuria, al igual que el mono que aparece subido al león. En el capitel exterior de la derecha se disponen, afrontados, un león y un grifo, ser fantástico que combina cuerpo de cuadrúpedo con alas y cabeza de águila y que aparece en numerosas composiciones difundidas desde la Antigüedad por las artes orientales. Hay que destacar, como característica peculiar de este híbrido de Colloto, la perilla que nace de su cuello, al igual que en numerosos grifos del románico de territorios cercanos a Asturias, como Palencia y Cantabria. Las alas del mencionado animal fantástico de Colloto nacen de la parte superior de las extremidades delanteras, y la cola rodea su lomo como suele ocurrir en los leones de otros relieves románicos. El segundo capitel del lado derecho presenta varias hojas que se unen a motivos de cestería. La elegancia formal y compositiva que caracteriza los capiteles del arco triunfal de este templo de Santa Eulalia los relaciona estilísticamente con otras creaciones románicas de la ciudad de Oviedo. Algunos motivos iconográficos que aparecen en estas cestas de Colloto, como las aves dispuestas entre follajes, también abundan en lo conservado del románico ovetense. Aunque los mencionados repertorios de carácter simbólico inspirados en los Bestiarios no son numerosos en los restos conservados de los principales monumentos ovetenses, se repiten en los capiteles de templos vinculados al estilo de Oviedo, como San Pedro de Villanueva. Estas conexiones estilísticas se deben en buena medida a la dependencia de la iglesia de Colloto del monasterio de San Vicente y permiten datar el templo a finales del siglo XII, cuando habían concluido las obras en los principales centros religiosos de la capital asturiana.