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Exterior

Identificador
40354_01_029
Tipo
Fecha
Cobertura
41º 22' 17.89" , -4º 7' 20.97"
Idioma
Autor
Raimundo Moreno Blanco
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de San Benito

Localidad
Adrados
Municipio
Adrados
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LOS VESTIGIOS DE LA ANTIGUA ERMITA de San Benito se encuentran en un pequeño otero, rodeadas de tierras de cereal y viñedo, a 1 km al noroeste de la localidad de Adrados y en dirección a Perosillo y Olombrada. Sobre ella se cuenta en el pueblo la curiosa leyenda de que en sus ruinas habitaba una gallina con doce polluelos de oro, de los que jamás se encontró rastro alguno. Las ruinas que hoy podemos contemplar son las de un templo erigido en lo principal en una sola campaña, con fábrica de mampostería, a excepción de esquinales y ábside, reforzados con sillería bien escuadrada. Se trataba de una iglesia de una nave de corta proporción tendente al cuadrado, cuya cubierta era de madera a juzgar por la configuración de los muros. En ella sólo se abrían dos pequeñas aspilleras de iluminación y un ingreso del que nada queda, todos al sur. Sus paramentos, al igual que los del ábside estuvieron enjalbegados al interior. La cabecera es un ejemplar peculiar por su estructura, distinguiéndose de las de su entorno. Se compone de los canónicos tramos recto y curvo, sin embargo, este último traza una circunferencia mucho más plana de lo habitual. Esto probablemente viene impuesto por el esviaje de unos grados al norte en los muros del presbiterio lo que obligaría a adoptar esta solución. Posteriormente se reforzó por medio de tres potentes estribos el exterior del ábside para subsanar posibles problemas estáticos. Se ingresaba en él por medio de un arco triunfal de medio punto, hoy perdido, cuyos sillares debieron ser reutilizados en construcciones vecinas. Los dos fajones reposan en ménsulas de perfil poligonal sin decoración alguna. La iluminación penetraba mediante sendos vanos de gran derrame al sur y sureste. Recorre todo el interior una imposta de listel y nacela que junto a los restos de una hornacina de ladrillo en lo que fue el altar mayor, son las únicas muestras de ornamentación que nos han llegado. El estado actual de la ruina nos muestra, una vez más, la lucha de la arquitectura por perdurar, en esta ocasión, ejemplificado en las deterioradas bóvedas de medio cañón y horno que se mantienen en un más que precario equilibrio. En cuanto a la cronología hemos de apuntar que a la vista de los detalles estructurales así como de los perfiles de las ménsulas, podemos aventurar para el templo una fecha de construcción que sobrepasaría la mitad del siglo XIII.