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Interior del flanco norte de la cabecera

Identificador
33829_01_065
Tipo
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
María Fernández Parrado
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Martín

Localidad
Gurullés
Municipio
Grado
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
EN EL PUNTO MÁS ELEVADO DEL PUEBLO, a unos 290 m de altitud, se erige la iglesia de San Martín de Gurullés, principal ejemplo del románico de la zona, que a pesar de las reconstrucciones de mediados del siglo pasado, conserva lo esencial de su estructura e interesantes muestras del románico tardío. Tres elementos perfectamente definidos marcan su composición: la nave, de trazas rectangulares y cubierta plana; la profunda cabecera, que dividida en dos espacios diferenciados se compone de amplio presbiterio cuadrado, articulado por columnas en sus ángulos y cubierto por una moderna bóveda de arista; y el ábside semicircular con bóveda de horno. El arco de triunfo, con las roscas de nueva construcción, quizá siguiendo las trazas originales, apoya sobre gruesas columnas románicas, de proporciones poco esbeltas, compuestas de basa de tipo ático desornamentada, fuste corto y robustos capiteles decorados con motivos vegetales de jugosa factura. El capitel del lado del Evangelio presenta su cesta cubierta por dos filas superpuestas de gruesas hojas rizadas, que en los ángulos superiores dan cobijo a suculentos frutos; mientras que su compañero de la Epístola se decora a base de lacerías vegetales con hojas nervadas, volutas y frutos entrelazados por gruesos tallos. Siguen estos esquemas los modelos difundidos en toda la geografía románica, como los que encontramos en Santa Clara de Oviedo o en el templo de Camuño, en Asturias, y en el monasterio de Gradefes en León, por citar sólo algunos ejemplos cercanos. Ocupando los ángulos del tramo recto del presbiterio, y sirviendo como soporte a la bóveda, se disponen cuatro columnas, de proporciones más esbeltas que las anteriores, que, apoyadas sobre altos plintos y basa ática, rematan en capiteles troncopiramidales de factura más simple y tosca que sus compañeros. Tres de ellos recurren al socorrido tema de gruesas hojas lanceoladas rematadas con volutas enroscadas o frutos esféricos, mientras que el cuarto, en el ángulo oeste del evangelio, lo ocupa una interesante composición de marcada simetría bilateral, protagonizada por dos hombrecillos, de idénticas características, dispuesto uno en cada cara del capitel, que parecen ocultarse tras una gran mascara humana que sujetan con las manos. Un tema iconográfico que pudiera ponerse en relación con las representaciones circenses y juglarescas, tan comunes en los repertorios románicos. En el exterior, la diferenciación entre los espacios también es perceptible. Definidos por una sucesión de alturas escalonadas, los tres volúmenes marcan una línea decreciente y proporcionada, ajustada a la leve inclinación del terreno en que se levanta el templo. El cuerpo de naves, con el pórtico y la sacristía adosados al muro sur, parece la parte de la construcción mas intervenida, a pesar de lo cual, en el imafronte se ha conservado la portada original. Ésta, siguiendo los esquemas propios del estilo, se destaca en arimez y se remata en un tejaroz con ocho sencillos canecillos de bolas. Se compone de arco de medio punto con tres roscas doveladas y desornamentadas, envueltas en un guardapolvo también liso. La rosca interior apoya en impostas lisas, mientras que las dos exteriores descansan en pequeñas columnillas acodilladas, con fuste liso, basas de tipo ático decoradas con garras foliadas, y sencillos capiteles muy deteriorados de temática vegetal. El ábside, elevado sobre un zócalo para salvar el desnivel del suelo, aparece hoy bastante enmascarado, se articula en tres calles horizontales, separadas por líneas de imposta lisas, y un estrecho vano semicircular en la parte superior, no visible desde el interior del templo. Completa la visión de este conjunto la cornisa, rematada con una serie de canecillos, que siguen el modelo de los ya vistos en el tejaroz de la portada y responden al difundido esquema de gruesa bola fijada a la cavidad cóncava de la pieza mediante una pequeña lengüeta triangular. A pesar de las intervenciones, sigue un esquema básico conocido en las construcciones románicas. Las características formales y técnicas de las piezas conservadas, llevan a datar la obra no antes de la primera mitad del siglo XIII, dentro de los presupuestos estéticos del románico tardío. No concordaría esto con la fecha fundacional comentada anteriormente, pero debemos de tener en cuanta el largo proceso constructivo de las obras medievales, que llevaría el inicio de la construcción a finales del XII y su conclusión en la centuria siguiente. Momento en el que, no debemos olvidar, se desarrolla en la zona una importante actividad constructiva con la fundación ex novo de la puebla de Grado.