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Muralla sureste y portal de Sosdevilla en Àger

Identificador
25002_01_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.000613,0.757329
Idioma
Autor
Juan Antonio Campos
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Villa de Àger

Localidad
Àger
Municipio
Àger
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Villa de Àger

Descripción

Villa de Àger

 

La pintoresca población de Àger se encuentra en el corazón del valle homónimo, a los pies de la sierra del Montsec. Desde Balaguer se llega por la carretera C-12, tras recorrer poco más de 10 km.

 

Los orígenes del asentamiento podrían ser íberos, ya que se han encontrado varias monedas ilergetas. Sin duda alguna el territorio fue romanizado aunque no se sabe a ciencia cierta si el topónimo Àger es de origen latino o musulmán, ya que fueron estos últimos quienes ocuparon el área durante algunos siglos y probablemente iniciaron la construcción de la primitiva fortaleza en lo alto de un promontorio. Tras la conquista por los cristianos, el núcleo urbano se desarrolló, por un lado, alrededor del nuevo castillo y de la iglesia de Sant Pere, zona privilegiada que fue amurallada y desde la cual se dominaba el pueblo, y por otro en torno a la nueva iglesia de Sant Vicenç, que fue levantada en la zona baja de la ciudad, y que poco a poco fue igualmente rodeándose de un muro protector. Bajo el mando de Arnau Mir de Tost y sus descendientes, los vizcondes de Àger, se convirtió en el centro político y religioso de todo el valle.

 

La ciudad nunca fue excesivamente grande y, seguramente, su población no llegó a sobrepasar los mil habitantes, muchos de los cuales se sabe que eran musulmanes, lo que demuestra una continuidad de dicha población en la villa tras la conquista cristiana. Su economía se basaba esencialmente en la agricultura y la ganadería, mientras que el incipiente sector comercial dependía básicamente de las ferias y del centro religioso en que se estaba convirtiendo Àger. Poco a poco fue consolidándose y organizándose en comunidad tal y como se refleja en actas de consagración y testamentarias de principios del siglo xi, hasta que tomó, ya a finales de la centuria, cierta notoriedad jurídica documentada, por ejemplo, en la carta de franqueza concedida por el vizconde a los hombres de Àger, en la que les eximía de pagar determinados impuestos. El siguiente paso fue la creación de un régimen municipal ya en el siglo xiii.

 

La fisonomía de Àger era la de una pequeña ciudad amurallada que creció a los pies del castillo y la canónica de Sant Pere. El recinto amurallado que circundaba ambos edificios constituye el núcleo primitivo de Àger, y es anterior a la muralla que rodea el resto de la villa. A falta de estudios arqueológicos profundos, la datación de su construcción es complicada y no se sabe a ciencia cierta si su origen es tardorromano –como indican Puig y Cadafalch, Pitá Mercé o Serrate Forga–, o andalusí, tal y como creen Araguas, Giralt o Scales. Por las similitudes con ciudades como Balaguer o Huesca, parece ser que la segunda es la hipótesis más factible. Se han llegado a diferenciar tres grandes fases constructivas, un primer momento en el que los muros debieron ser levantados por los musulmanes durante el siglo ix, una segunda etapa sarracena en el siglo x y una tercera fase constructiva que correspondería a la obra del siglo xi de Arnau Mir de Tost. El recinto tiene una forma ovalada de unos 70 m de largo, de Este a Oeste, y unos 50 m de ancho. Acogió, además del castillo y la iglesia de Sant Pere, el palacio y las casas de los milites, los nobles y caballeros, hoy en día desaparecidas. Posiblemente, la parte más antigua de la muralla es la de los sectores norte y noroeste, que está construida sobre la roca en la que se levantaron tres torres de planta rectangular utilizando sillares muy grandes, de unos 40 cm por 80 cm. La del centro es una media torre integrada en la muralla que solo sobresale por el lado oeste algo más de 2 m, tiene una anchura de 5 m y su altura actual es de 6 m. Los especialistas creen que el recinto pudo estar conectado con una torre que estaba a unos 100 m al noroeste, fuera del recinto, pero los restos conservados impiden concretarlo.

 

El resto de la ciudad, la zona baja situada alrededor de la iglesia de Sant Vicenç, y citada en algún documento como in suburbanis vel vici prefati castri Agerensis, se fue llenando poco a poco de casas, huertos y corrales, muchos de los cuales han pervivido hasta hoy. Este impulso constructivo se dio sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo xi, cuando Arnau Mir de Tost estableció el castillo de Àger como su residencia permanente. En ese mismo momento, se debieron de levantar las nuevas murallas, que son documentadas por primera vez en 1100, en la venta de unas casas y unas tierras realizada por un tal Benet y su mujer a Romà Julià y su esposa, en la que se dice que estaban ad ipsa porta del Pedro, un portal situado en el lado norte de la muralla que todavía existe hoy en día. La muralla que rodeaba la villa tenía un perímetro de casi 500 m, del que actualmente se conserva de manera parcial menos de la mitad. El recinto tenía una forma irregular que recordaba ligeramente a un rectángulo, y en sus numerosos vértices, y a lo largo de los muros existentes entre éstos, había torres y semitorres de planta rectangular que controlaban todos los muros y las diversas entradas a la población. Estas estructuras se conocían como portales y todavía se conservan algunos, como el del Solsdevilla, en el extremo sureste, formado por dos torreones entre los que había una gran entrada formada por un arco de medio punto, hoy en día desaparecido. Este tramo de muralla es uno de los mejor conservados, entre otras cosas porque fue levantado en una etapa algo más tardía, ya en pleno gótico.

 

En su interior, la villa quedó dividida en diversos barrios escalonados, el de Sant Pere y el de Sant Martí en la zona este y el de Solsdevila en el sur, que quedaban unidos por la plaza mayor, mientras que fuera de las murallas, en los lados norte y suroeste, estaban los arrabales de Sant Martí y del Pedró. El dibujo medieval de la red de calles se ha mantenido prácticamente inalterado hasta la actualidad. Estas son pequeñas y estrechas vías que tienen forma concéntrica siguiendo el perfil de las murallas del castillo y están unidas entre ellas con otras pequeñas e intrincadas calles radiales que van a parar a la plaza mayor, que separaba las calles de la zona alta cercana al recinto del castillo del área de las calles de la zona más baja. Además existen numerosas referencias a cementerios preexistentes o de nueva creación, molinos y la fundación de hospitales que reflejan el gran crecimiento que tuvo la villa durante este siglo. Así, por ejemplo, en torno a la iglesia de Sant Nicolau, que estaba situada fuera del recinto amurallado, surgió un hospital con el mismo nombre y un cementerio adyacente gracias a la última voluntad de Arsenda, la esposa del conde.

 

Texto y fotos: Juan Antonio Campos

 

Bibliografía

 

Catalunya Romànica, 1984-1998, XVII, pp. 107-111.