Pasar al contenido principal
x

Vista general de Sant Marcel de Bor

Identificador
25051_04_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.345439, 1.802011
Idioma
Autor
Montse Jorba i Valero
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Marcel de Bor

Localidad
Bor
Municipio
Bellver de Cerdanya
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Marcel de Bor

Claves
Descripción

BELLVER DE CERDANYA

Iglesia de Sant Marcel de Bor

La aldea de Bor, denominada Borre entre los siglos ix y xiii y Borr o Bor en el siglo xiv, está situada en un enclave privilegiado, rodeado de prados y frondosos bosques que contrastan con la piedra calcárea del Serrat de la Quera. Se puede acceder a Bor desde Bellver, por la carretera local LP-4033a, en dirección a Alp, y, antes de llegar a Baltarga, girar a la derecha por un atajo que conduce a la plaza del pueblo. Es uno de los pueblos por donde discurría el Camí dels Capellans, el cual era utilizado ancestralmente por los capellanes que se desplazaban a pie desde el pueblo de Bellver hasta Pedra y Bor. Sin apenas desnivel, cruza el llano de la Batllia entre prados, campos de cultivo y vegetación de ribera. En la zona se encuentra la Fou de Bor que es la cueva más importante de la Cerdanya.


La iglesia de Sant Marcel de Bor pertenecía al pagus Tollonensis y aparece citada en el acta de consagració de Santa Maria de la Seu d’Urgell de 839 –fecha sobre la cual se tienen dudas razonables, pues se cree que tuvo lugar entre c. 978 y 1024–. Otra referencia a Bor se encuentra en un precepto de 982 del rey Lotario II  en el que concedía al monasterio de Ripoll, a través de su abad Sunifred, muchos bienes, entre los que citaba un alodio en Bor. Más adelante, en 1011, se confirma esta posesión en la bula del papa Sergio IV. En 1012, el pueblo pasó a depender del monasterio de Sant Miquel de Cuixà. Unos años más tarde, en 1085, los hermanos Ramon y Mir Guillem, junto con sus esposas Guilla y Ermengarda, vendieron un huerto, en la villa de Bor, a los esposos Gualbert y Hostria, por un sueldo y cuatro argentos. Al cabo de unos años, en 1125, los hermanos Guillem Bernat y Pere de Anes, restituyeron a Santa Maria de Solsona, una masía de Bor que habían recibido. Se conoce, así mismo, la donación a Sant Marcel de Bor de cinco sueldos, que consta en el testamento de 1170 de Sicards. En 1198 sufrió la violencia y expolio que infringieron las huestes del vizconde Arnau de Castellbò, que se llevaron las vestimentas sacerdotales, ropajes litúrgicos, y bienes de los clérigos. Fue restaurada al terminar la Guerra Civil de 1936, gracias a las gestiones de Pedro Pons, maestro de la escuela, quién, fuera uno de los primeros exploradores de la ya mencionada cueva de Fou de Bor.

 

La primitiva iglesia, edificada en la primera mitad del siglo xi, consistía en una nave rectangular con ábside semicircular decorado con cuatro bandas lombardas o lesenas, de piedra toba, que dividen el espacio en cinco entrepaños. En un principio estaban unidas por un friso de arquillos ciegos, que sostenían la cornisa, los cuales fueron sustituidos, en un momento posterior, por un tramo de muro que llega hasta el alero de la cubierta. En el centro del tambor se abren una ventana de doble derrame, adovelada, de piedra toba, y otras dos ventanas saeteras, una de ellas tapiada, con un pequeño arco monolítico. El aparejo, muy irregular, y compuesto por piedra calcárea de la zona, sin trabajar, está dispuesto en hiladas. Los muros, inicialmente de poco grosor (0,95 m), soportaban una cubierta de madera en la etapa inicial. Posteriormente, se doblaron por el interior, hasta alcanzar el 1,75 m actual, con objeto de sustentar una bóveda de cañón levantada, probablemente, en el siglo xii. De esta cubierta no queda rastro, y la actual, a dos aguas, está realizada con pizarra. Del siglo xviii datan las capillas laterales adosadas, que están unidas a la nave mediante una gran arcada.

 

Al templo se accede por el muro oriental, que está rematado por una espadaña de dos ojos. La puerta, está al resguardo de un porche o galería, adosado a la fachada, que se debió de incorporar hacia el siglo xvi o xvii. De esta época es también la portada, a base de dovelas de piedra caliza gris, de buena factura, presidida por la clave, con una cruz patada en bajorrelieve inscrita en un medallón. Aunque la puerta no conserva los herrajes originales, si que preserva el cerrojo y los tiradores, forjados según la tradición románica. En el interior, el ábside está cubierto por una bóveda de cuarto de esfera, cubierta en la actualidad por unas pinturas contemporáneas.

 

Llaman la atención los grandes bloques de piedra caliza, grisácea o rojiza que se usaron para reforzar las esquinas del edificio, y que no tienen precedentes en la zona. Sí se tiene constancia de bloques graníticos, probablemente de la etapa romana, en otras iglesias cercanas, que suelen formar parte del basamento de las mismas.

 

Texto y fotos: Montse Jorba i Valero

Bibliografía

 

Baraut i Obiols, C., 1978, pp. 50-53; Baraut i Obiols, C., 1984-1985b, p. 124; Baraut i Obiols, C., 1988-1989, pp. 47-48; Bellmunt i Figueras, J., 1992, pp. 125-126; Catalunya Romànica, 1984-1998, VII, pp. 105-106; Delcor, M., 1980, p. 133;  Gasc, S. y Lobo, R., 1996, pp. 27 y 36; Gay de Montellà, R., 1949, pp. 60-61; Mercadal i Fernández, O., 2007, pp. 44-45 y 57; Novell i Bofarull, A., 1997, pp. 27, 35, 37, 69 y 87; Puig i Cadafalch, J., Falguera, A. de, Goday, J., 1909-1918, p. 407; Salsas, A., 1899, pp. 127, 133 y 135-136; Ventosa i Serra, E., 2004, pp. 12, 16, 15, 20, 23, 31 y 75-77; Ventosa i Serra, E., 1994-2001, 13, pp. 481-483; Ventosa i Serra, E., 2009, p. 170; Vila, P., 1926 (1984), p. 168.