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Alzado sur

Identificador
19335_01_042n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 19' 54.12'' , - 2º 53' 14.48''
Idioma
Autor
Beatriz Martínez Belotto
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia del Castillo

Localidad
Zorita de los Canes
Municipio
Zorita de los Canes
Provincia
Guadalajara
Comunidad
Castilla-La Mancha
País
España
Descripción
LA IGLESIA SE SITÚA dentro del castillo, a unos 300 m al norte de la localidad. El acceso al recinto fortificado se hace a través de un camino ascensional hasta el arco de medio punto que da entrada al propio castillo. Ya dentro de él, la iglesia se encuentra a la derecha del patio de armas, cercana a lo que eran las dependencias domésticas de los moradores del baluarte. Aunque el estado actual de la construcción es bastante ruinoso, autores como Layna Serrano la describieron a principios del siglo XX y nos cuentan que el acceso a la iglesia se hacía por medio de un atrio con tres arcos apuntados con decoración de punta de diamante en sus arquivoltas y gruesos baquetones, cubierto por una estructura de madera. El aparejo empleado en el templo tiene mucho que ver con la orografía y el terreno en el que está construido. El ábside se inserta dentro de un torreón de anterior fecha, el cual a su vez está excavado en la propia roca del cerro; este hecho es habitual en las iglesias que se ubican dentro de castillos, en la propia Guadalajara encontramos el caso de Brihuega. La parte del presbiterio, así como la del ábsi de, están compuestas de sillares bien escuadrados, mientras que las naves se resuelven con paramento menos cuidado de mampostería. La piedra es caliza, aunque encontramos también arenisca y en menos proporción piedra toba, sobre todo en sectores de la bóveda del presbiterio. La entrada a la iglesia se hace desde del Oeste por una fachada totalmente reconstruida que no coincide con la que existía; este acceso se derrumbó en 1942 junto con el atrio y un tramo derecho de la nave. Historiadores como Leopoldo Torres Balbás o Francisco Layna Serrano nos la describen antes del derrumbe y nos relatan que la fachada se componía de un arco de medio punto con tres arquivoltas en degradación molduradas que acababan en dos columnillas de tosco capitel labrado. Por encima del arco se situaba un óculo que daba luminosidad a la nave, y más arriba se situaba la espadaña con un solo arco para una campana. Rematarían el conjunto cuatro almenas, lo que nos da una razón más para darle a esta iglesia un aspecto guerrero. Actualmente tras una reciente restauración se abre el mismo acceso en el hastial oeste, compuesto por un arco de medio punto con arista abocelada sobre ábaco y dos pilastras. Existen otros dos accesos a la nave central: dos arcos que se corresponden con estancias privadas a ambos lados, el arco de medio punto de acceso a mediodía daba paso a la estancia llamada “corral de los condes” y, enfrentado a él, aunque no simétricamente, un arco mas ojival que daba paso al exterior de poniente. Hoy en día estas dos puertas están cegadas. Es de destacar que en el paño de mediodía se abren dos arcosolios de medio punto, uno de ellos restaurado, que albergan dos sepulturas que tienen en su frontis un lucillo con el emblema de la orden de Calatrava, por lo que deducimos que serían caballeros que prestaron servicio en el Castillo cuando la orden tuvo su sede en el mismo. En este mismo lado por encima de los arcos, ya en el tramo del tambor del ábside, se abre una ventana de fino bocel en medio punto, que ha sido desprovista de sus arquivoltas e iluminaría el espacio absidial. Por encima del ábside semicircular se abre el torreón, que se componía de una estancia semicircular, con bancos corridos en los laterales, saeteras con función defensiva y una puerta de arco de medio punto que comunica con la cubierta de la nave y la espadaña. El interior se compone de una sola nave rectangular que acaba en un ábside de sección semicircular al que precede un presbiterio de tramo recto. El hecho de que el ábside se inserte en el torreón y la propia irregularidad del terreno hacen que la nave no sea del todo recta y regular. A su vez destaca la presencia de una cripta bajo la advocación de Nuestra Señora de Soterraña, que, excavada en la misma roca, ayudó en la solución al problema del desnivel. Se accede a ella por unas escaleras situadas en el centro de la nave hasta un arco de medio punto enmarcado en un alfiz y apoyado en ábaco y pilastras de sillar. Entramos entonces en una estancia de pequeñas dimensiones y planta cuadrada que sirve de acceso a la sala principal, compuesta por un tramo recto a modo de presbiterio, que cuenta con un banco corrido a ambos lados. La cubierta es de bóveda de cañón y acaba en un ábside semicircular donde se situaría la imagen de la Virgen, ábside, en este caso, cubierto por bóveda de cuarto de esfera. Se encuentra en el interior un capitel foliáceo, alguno de cuyos datos apuntan a que pertenezca a los vestigios de la cercana ciudad visigoda de Recopólis. El pavimento de la nave está muy desvirtuado, pero podemos intuir aún algunos tramos compuestos por una lechada de cal mezclada con argamasa. Los paños laterales se componen de mampostería y en el interior están encalados, lo que no sucede con los sillares de presbiterio y ábside, en los que se puede observar distintas marcas de cantero, en forma de aspa o simples líneas combinadas. La nave está cubierta por bóveda de cañón reforzada por tres arcos fajones que dividen el espacio en cuatro tramos; estos arcos se apoyan en capiteles, los cuales, al no tener fuste, parecen trabajar de ménsulas; a su vez éstas están unidas por una línea de imposta que llega hasta el arco triunfal del paso al presbiterio y que no continúa regularmente por él al estar más elevado que la nave. Al carecer de fustes, de cada capitel cuelga una pequeña arandela que algunos han querido ver como enganche de tapices y cortinajes que cubrirían la nave. La decoración de los capiteles acentúa un sentido arcaizante de tradición visigoda y prerrománica, basada en formas geométricas, de panales, hojas o bolas de tosca labra. Debemos tener en cuenta que la iglesia estaba en manos de los caballeros de la orden de Calatrava, bajo los preceptos del cister, lo cual se ve en la decoración austera de sus paramentos. Da paso al presbiterio un majestuoso arco de medio punto doblado, apoyado en capiteles de decoración foliácea que se sustentan en dos fustes que, a su vez, apoyan en dos basas situadas encima de dos sillares; destacan en ellas los motivos que se insertan en la parte del toro inferior a base de semicírculos enfilados grabados sobre la piedra, además de ello, aunque muy deterioradas, poseen unas pequeñas garras que se apoyan en las esquinas sobre la moldura, a modo de lengüeta. El presbiterio cuenta en sus paramentos de sillar con dos accesos: al Sur, un arco apuntado da paso a la escalera de caracol por la que se accede a la estancia semicircular del torreón en el que está encastrado el ábside. Al Norte, se abre otro acceso a una estancia rectangular, que se cree que pudiera ser la antigua sacristía. Se cubre esta estancia con una bóveda de cañón en la que se cruzan dos ojivas enjarjadas en la plementería a modo de crucería, pero sin llegar a ella. El ábside por su situación dentro del torreón no es del todo semicircular, en su lado del evangelio se abren tres hornacinas de arco de medio punto, uno más alto que los otros dos que tendrían función litúrgica. Está cubierto con bóveda de horno, la cual se ve reforzada por cuarto arcos que, apoyados en capiteles, confluyen en la dovela clave del arco de separación entre los dos tramos. Si tenemos en cuenta los elementos arquitectónicos, vemos algunos elementos protogóticos como los nervios de la bóveda de horno del ábside y los nervios cruzados con los que se refuerza la bóveda de cañón del presbiterio. A su vez conecta con las iglesias rurales de la zona en cuanto a la nave única rematada en semicírculo, aunque la de Zorita, al tener funcionalidad defensivo-religiosa, cuenta con algunas particularidades en su decoración y su disposición como baluarte. Debemos también tener en cuenta que, a la vez que se dan elementos protogóticos, no debemos olvidar los capiteles que nos devuelven a la afiliación con épocas anteriores. Es, por tanto, el ejemplo de la coexistencia entre las formas a lo largo de los años, y, cronológicamente, por sus elementos formales y los de carácter histórico, podemos fecharla en el último cuarto del siglo XII y los primeros decenios del XIII. De esta época es la imagen de la virgen de la Soterraña: de madera, de pequeño tamaño, sentada con el Niño. Hoy se guarda en el convento de las Madres Franciscanas Concepcionistas de Pastrana.