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Capiteles de la nave central

Identificador
09591_05_005
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 27' 25.13'' , - 3º 38' 22.24''
Idioma
Autor
Augustín Gómez Gómez
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Saturnino

Localidad
Rioseras
Municipio
Valle de las Navas
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
EN LA ACTUALIDAD LA IGLESIA de San Saturnino se encuentra arruinada. En 1991 se realizó un proyecto de restauración que no se ha llevado a término, tras lo cual, si no se pone remedio, corre riesgo de perderse completamente. A la ruina se ha sumado más recientemente aún el expolio de la reja renacentista que cerraba el pórtico. Lo que en la actualidad podemos contemplar es un producto de varias fases constructivas que arrancando de una iglesia románica se culminó a finales del gótico. Hoy es una iglesia de tres naves con triple cabecera. La central y meridional con ábsides rectos góticos y la septentrional con el semicircular románico; en este lado es donde se encuentran los principales restos románicos. Efectivamente, la cabecera y la nave de este lado de la iglesia conservan su estructura románica, levantada en sillería, aunque en el exterior se ve a simple vista una ruptura a mitad del muro, motivada seguramente cuando se realizó la iglesia gótica y se vio la necesidad de renovar la mitad oeste de la nave románica precedente, lo que realizaron reaprovechando material. Al mismo tiempo se peraltó ligeramente la altura respecto de la antigua obra, lo que se aprecia en la hilada que queda por encima de la línea de canecillos originales. Al interior la cal impide ver la ruptura del muro, pero otros elementos también nos hablan del reaprovechamiento del material y de la antigua nave románica. No obstante lo más probable es que el antiguo templo románico no fuera de una sola nave sino de tres y que en realidad la ampliación gótica lo que hizo fue sustituir la central y la meridional por otras nuevas. Algunos elementos que analizaremos con detalle más adelante parecen transmitirnos sin ningún género de dudas esta idea. Lo que se nos ha conservado de época románica al fin y al cabo tiene una estructura unitaria, como si fuera un pequeño templo. Exteriormente el hemiciclo absidal -ejecutado en buena sillería caliza-, se dividía en tres paños separados por semicolumnas, de las que sólo se conserva la más septentrional, que alcanza el alero mediante un sencillo capitel de cesta prácticamente lisa, acompañando a un conjunto de canecillos de proa de nave -a veces con algún elemento geométrico-, sosteniendo la cornisa de nacela. Una imposta de nacela, pero con finas molduras, recorre el tambor absidal y sobre ella se eleva, en el paño central, un ventanal formado por estrecha saetera enmarcada en arco de medio punto doblado, de sencillas dovelas cuadrangulares trasdosadas por chambrana de listel y chaflán. Los apoyos se hacían sobre cuatro columnillas, conservándose sólo las dos exteriores, con erosionadas basas áticas y capiteles de hojas lisas y planas que rematan en pequeños cogollos, bajo cimacios a chaflanados. Un contrafuerte añadido con posterioridad da paso al presbiterio, un muro ciego, ya sin imposta y coronado por cuatro sencillos canes de nacela doblada. Sin embargo resulta mucho más interesante el conjunto de cuatro columnas que a modo de contrafuerte sustituyen al habitual codillo que da paso a la nave, un recurso que encontraremos también en la iglesia de Vallejo de Mena. Más modesto en el caso de Rioseras, se remata con sencillos capiteles del mismo tipo de los descritos en la ventana, aunque lógicamente de mayor formato. Las dos columnillas más occidentales avanzan notablemente sobre el lienzo de la nave, sin que soporten nada, lo cual da pie para pensar si esta estructura no responde más bien a un proyecto de nave distinto al que se ejecutó, una desconexión que en cierto modo nos recuerda a la iglesia palentina de Villanueva de la Torre, en la que una notable cabecera fue seguida de una pobre nave, quedando unos robustos contrafuertes a la altura del triunfal sin la continuidad que debió planificarse en origen. De la nave románica sólo se conserva la mitad de lo que debió ser su longitud original, renovada en la parte occidental durante la re f o rma gótica. Es un lienzo también de sillería, flanqueado por un contrafuerte que sólo alcanza hasta la mitad de la altura y coronándose todo por el antiguo alero, con los canecillos de proa de barco. Entre los canes que componen el alero de la ampliación gótica hay al menos tres que parecen románicos, uno con cinco nacelas escalonadas, otro con una cabeza, quizás humana, y otro con un cuadrúpedo, los dos últimos muy deteriorados. Pasando al interior del conjunto, lo primero que llama la atención es la desolación de la ruina: escombros por todos los lados, bóvedas caídas, amplias grietas y creciente maleza, sobre todo lo cual no parece que haya intención de poner remedio. De las tres naves que tenía el templo la que mejor se conserva es la del evangelio, es decir, la románica, aunque tampoco quiera decir esto que se halle en buen estado. Gran parte de sus muros están revocados, aunque en la cabecera se aprecia la sillería que estaba tras el retablo, que se debía adaptar bien a la estructura arquitectónica. Sobre un bancal, el hemiciclo está recorrido a media altura por la misma imposta que se veía al exterior, aunque ahora se prolonga también por el presbiterio. Sobre ella de dispone el ventanal del testero, con abocinamiento en la saetera y con un solo arco de enmarque, también volteado por chambrana; sus dos columnillas rematan en capiteles que apenas poseen decoración, siendo el de la izquierda liso y el de la derecha sólo en la parte inferior de la cesta, mientras que en la superior se forman unas volutas en las esquinas, sin que sepamos cómo se decoraba en el centro al haberse perdido. Otra imposta, muy mutilada, da paso a la bóveda de horno que cubre el hemiciclo. En el presbiterio no hay elementos destacables, rematando sus paramentos también en impostas sobre las que voltea la bóveda de cañón apuntado. En el lado norte se conserva el pilar que sostiene el arco toral que da paso a la nave, de medio punto doblado y muy deformado. Se trata en realidad de un haz de tres semicolumnas, una central de mayor tamaño, acodillada por otras dos algo más delgadas, partiendo de un podio semicircular y rematando en tres capiteles de hojas planas y lisas, que siguen el esquema de los mencionados en la ventana absidal. En el lado sur sin embargo surge un complejo sistema de apoyo, que en realidad desarrolla el anterior. Se trata de un pilar que, aunque parcialmente deteriorado, muestra claramente su estructura cruciforme formada básicamente por cuatro columnas, además de otras dos acodilladas entre cada una de las anteriores, componiendo en conjunto un haz de doce columnillas, lo que sin duda quiere decir que la antigua iglesia románica debió poseer más de una nave, o que al menos se proyectó para que así fuera. El hecho de que las tres columnas que miran hacia la parte central sean más altas, corrobora esta misma idea, pues son signo de que sobre ellas debía apoyar arcos o bóvedas de mayor altura, es decir, de una nave central. Este soporte se dispone sobre un gran podio circular -al modo de los de San Pedro de Arlanza- y sobre él se disponen las columnas, con basas compuestas por plinto, toro achaflanado, escocia y collarino. Los capiteles son también vegetales, con cestas más pequeñas los que coronan las columnas más bajas, con dobles hojas lisas rematadas en cogollos, y cimacios de listel y chaflán. Un tanto distintos son los que coronan los tres fustes que miran hacia la nave central, ya de mayor altura. En este caso, aunque los motivos siguen siendo vegetales, hay lugar para mayor detalle: la cesta central muestra tres hojas de helecho, sencillas pero esmeradamente talladas, cuyos extremos se vuelven dando lugar a pequeñas palmetas, mientras que los capiteles laterales son hojas planas, más simples, con el mismo tipo de remate y con un cordón o greca central. Los cimacios alcanzan también ahora mayor exquisitez, recorridos por dos hileras de grecas con hoyuelos de trépano en el centro. De esta estructura parte hacia el oeste un arco apuntado y doblado, muy bajo, pero que sin duda sustituye a otro anterior románico, ya que el apoyo contrario se puede incluir en este estilo. Aunque las reformas posteriores han alterado también su estructura, se aprecia un pilar prismático a cuyo costado oriental se adosa una pilastra más estrecha y a ésta una semicolumna con capitel vegetal, de hojas lisas y planas, ligeramente vueltas, todo muy sencillo pero impecablemente ejecutado. El cimacio, que se derrama en imposta por la pilastra, es de doble nacela. También en el muro norte se encuentra otro apoyo de arquería, con una estructura similar al que recibe la carga del triunfal en esa misma mano, es decir, con tres semicolumnas, la central algo más gruesa. Los capiteles están cubiertos por una gruesa capa de cal, el izquierdo con hojas lisas, el derecho con una cabecita entre formas irreconocibles y el central con dos leoncillos que se dan la espalda. En el hastial de poniente, en el tramo que corresponde con la nave central y enmarcada entre dos gruesos contrafuertes, se halla una portada también románica. Se dispone sobre un cuerpo de aristas redondeadas que avanza ligeramente sobre el paramento, cubierta en su parte inferior por la tierra y en muy mal estado. Consta de tres arquivoltas apuntadas, decoradas con sutiles elementos que se disponen sobre las aristas y en sendos guardapolvos: la interior muestra una arista recorrida por botones, trasdosándose con una moldura cargada de tacos; la siguiente muestra respectivamente una banda de rombos entre listeles con pequeños semicilindros y guardapolvo de celdillas; la última se abre con un sogueado y se remata con pequeñas formas ovoides bordeadas de hoyuelos de trépano, finalizando toda la estructura en una chambrana de minúsculos billetes. Los apoyos están muy erosionados, pero llega a verse su estructura formada por tres columnas acodilladas a cada lado, aunque más que columnas propiamente dichas son cuartos de columna, integrados en la misma pieza donde se labran las pilastras, cuyas aristas se decoran con botones trepanados en el centro. Los capiteles, como los cimacios, han desaparecido casi por completo, pero por lo que queda se puede deducir que no eran verdaderas cestas, sino casi simples relieves rematando cada uno de los fustes, aunque sin llegar a constituir un friso corrido. Sólo se aprecia parte de la decoración del extremo norte, que presenta un motivo vegetal nervado, con poca o ninguna relación con los demás capiteles románicos de este templo. Nada queda de aquella iglesia que se mencionaba en el documento de 1077, que fue sustituida siglo y pico más tarde por un edificio del que nos han quedado restos de su nave norte y de la portada. No creemos tener ninguna duda acerca del hecho de que el templo románico de San Saturnino fue también de tres naves, como se deduce de la existencia de una portada de la época a los pies de la nave central y por el apoyo de haz de columnas reseñado. Contra esta conclusión pudiera argüirse la posibilidad de que la portada hubiera sido trasladada, pero frente a la estructura del pilar nada puede esgrimirse, ni siquiera que éste obedezca a una ampliación dentro del mismo estilo, pues su forma y decoración concuerdan con las que muestra el apoyo norte del triunfal. Así pues cabe imaginar un templo de notables dimensiones, soportado seguramente por un sistema de bóvedas cuyo derrumbe quizá fue provocado por las mismas causas que han arruinado más recientemente el templo que le sustituyó. Conservamos de aquella fábrica sólo la nave del evangelio, aunque la central debió ser más importante, como demuestra el hecho de que los capiteles de su arco triunfal -es decir, los meridionales del haz de columnas- llevaran una decoración más preciosista, aunque siempre dentro de la sencillez que caracteriza los momentos finales del estilo, cuando podemos datar la construcción. Aun así cabe la posibilidad de que se realizara en dos etapas: una primera a la que corresponde la cabecera y otra en la que se levantarían las naves, incluyendo la portada. Nos basamos para esta hipótesis, más que en la diferencia que presentan los soportes de cabecera y nave -pues también hay coincidencias-, en la posibilidad de que, como se ha apuntado arriba, el grupo de columnas que separan en el exterior la nave y el presbiterio, apunten hacia la planificación de un proyecto más ambicioso no ejecutado plenamente. En un jardín del casco urbano se conserva la pila bautismal, una pieza con vaso semiesférico liso y pie formado por gran basa. Su cronología nos resulta incierta.