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Detalle interior de la bóveda del tramo central

Identificador
31194_03_089
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Julia Baldó Alcoz
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Esteban

Localidad
Eusa
Municipio
Ezcabarte
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
LA IGLESIA SE HALLA EMPLAZADA sobre un promontorio dominando la población, y a ella se puede acceder desde un camino de cemento para vehículos que discurre paralelo a una vía peatonal escalonada. Fue declarada Bien de Interés Cultural en 1983 y ha sido sometida a restauración por la Institución Príncipe de Viana, en dos campañas, durante los años 1955 y 1992-1993. Este edificio destaca, en su aspecto exterior, por estar compuesto por diferentes cuerpos adosados, construidos con sillares de diferentes calidades y tamaños. En el centro sobresale la iglesia propiamente dicha y, por encima de él, una torre campanario. Al Sur, despunta un precioso pórtico con dos arcadas. Al Este, se observa un bloque añadido correspondiente a una sacristía posmedieval que oculta una cabecera, de tipología cuadrada. Y al Norte se aprecia, por un lado, un contrafuerte que separa el presbiterio de la nave y, por otro, un cuerpo anexo, ubicado a un lado de la torre y correspondiente a una capilla lateral agregada a la construcción original. Además, una torre asoma en lo alto del edificio, justo encima del cuerpo central, a diferencia de otros templos con pórtico, como Larraya o Sagüés, en los que la torre se emplaza al Oeste resultando más airosa y visible. En el caso de Eusa, la torre podría derivar, según opinaban Uranga e Íñiguez, del modelo emanado de Loarre, que tuvo repercusión en otras iglesias navarras, como Nuestra Señora del Campo en Navascués, Olleta, Azuelo, Yarte o las parroquias de Ballariáin, Gazólaz, Muniáin de Guesálaz o Najurieta. Esta torre se abre al Sur por medio de dos arcos que alojan el cuerpo de campanas; a los cuales hay que añadir otros dos pequeños vanos a modo de ventanas, en su frente norte y en su ángulo nororiental y que tendrían la función de iluminar las dos capillas laterales situadas también en el centro de la nave. La iglesia posee uno de los pórticos románicos más sobresalientes de Navarra. Ya desde principios del siglo XX llamó la atención de investigadores como Biurrun, Lojendio y Uranga e Íñiguez, por guardar una gran similitud con los pórticos de las iglesias de Gazólaz y Larraya (arcos de medio punto, columnas con capiteles decorados). Uranga e Íñiguez observaron en ellos la influencia de otros templos semejantes distribuidos por el territorio castellano, tanto en Segovia como en Guadalajara o Burgos, si bien creían en una influencia soriana más tangible y directa, ya que en esta región existían iglesias rurales con pórticos meridionales “menos desarrollados, de corto fuste y arcos semicirculares” que se asemejaban en mayor medida a los ejemplares navarros. El exterior de este atrio está formado por cinco tramos separados por pequeños contrafuertes de diferentes formas y alturas. Todos ellos, salvo el de la portada, se rematan a la altura del tejaroz por líneas de imposta apoyadas sobre ménsulas convexas lisas. En el segundo tramo se halla la puerta principal de ingreso que se abre paralela a la puerta del templo y sobresale del resto del muro mediante un parapeto que se apoya en dos contrafuertes más pequeños que los restantes. Su zona superior está decorada por cuatro canecillos, tres de ellos ornamentados. El primero, a la izquierda, es una cabeza humana con boca gesticulante y burlona. El siguiente, de simbolismo más complejo, representa a una pareja de figuras humanas paralelas que tapan su desnudez con sus manos al tiempo que una de ellas abre su boca en una mueca. Su lateral derecho termina en una cabecita. Este tipo de representación, que Aragonés ha identificado con la lujuria de los amantes fuera del matrimonio, también puede encontrarse en modillones de otras iglesias, como Santa María La Real de Sangüesa, la ermita del Santo Cristo de Cataláin o la de Concepción de Arce. El tercero, vuelve a mostrar una cabeza humana, esta vez con gesto adusto. Y el cuarto se halla totalmente destrozado. Bajo ellos se dispone una portada de tres arquivoltas apuntadas en platabanda que reposan sobre pies derechos, adornados con cimacios decorados con motivos taqueados y cabecitas angulares. La arquivolta interior está adornada en su clave con un crismón que contiene las letras P (repetida e inversa), S, omega (desplazada de su lugar habitual), un círculo en la zona donde suele situarse el alfa y un pececillo muy tosco en su parte baja, monograma de Cristo (IXOYS). Y además está ornamentada con una doble moldura baquetonada. El conjunto se remata en su zona exterior por una chambrana también aderezada con taqueado jaqués. A continuación, en los dos tramos siguientes, se distribuyen dos galerías con triples arcos de medio punto, rematados por chambranas y sostenidos por columnas con cimacio liso y basa compuesta por bocel sobre plinto cuadrado con bolas angulares dentro de volutas. En los machones laterales los arcos reposan sobre molduras encajadas en los muros a modo de impostas. Los capiteles de la galería occidental están formados por los siguientes elementos. En el primero de ellos, se alternan en sus frentes dos molduras dobles formando combados entrelazados que terminan en volutas angulares. En el segundo, aparecen dobles cintas combadas paralelas que concluyen en las esquinas en botones con incisiones en forma de cruz. En sus areas superiores libres, se distribuyen cruces patadas (en frentes sur y este) y discos solares (liso en el lado norte e inciso con cuatro líneas perpedinculares a modo de estrellas en el oeste) que en sus partes inferiores están completados por botones lisos. Los de la arcada oriental reproducen motivos similares. En el de la izquierda, aparecen cordones en resalte de sección triangular que ondulan por todos los frentes del capitel y se adornan con botones alternantes. Finalizan sus esquinas cabecitas humanas con rasgos claramente definidos. En ellas persisten restos de la policromía original. Y el de la derecha se presenta con pencas lisas distribuidas en los ángulos y terminadas en dobles volutas que envuelven dos bolas. Este motivo se relaciona con Larraya, donde puede encontrarse un capitel en el muro del pórtico (el primero al Oeste) con una ornamentación muy similar, si bien en Eusa se representa de forma más esquematizada. Un segundo vano de acceso se abre al oriente del pórtico, paralelo a la cabecera. Está formado por una portada de diseño muy sencillo, compuesto por arquivolta con doble moldura incisa, bajo la cual se localiza un tímpano semicircular en el que se inscribe un crismón con todas las letras típicas, si bien cuenta con algunas peculiaridades: una P superior con una cruz inscrita en su palo, el alfa y la omega están desplazadas y cuelgan de travesaños transversales, mientras que sus lugares son ocupados por dos sílabas que configuran la palabra VOBIS, lo que propicia la lectura del lema cristológico pax vobis. El conjunto se corona por un guardalluvia decorado con taqueado jaqués, mientras que los pies derechos sobre los que apean ambos arcos se adornan con retícula romboidal (igual que en los capiteles de la ventana absidal). Dos ménsulas trilobuladas soportan el peso del conjunto. Dobles molduras incisas adornan el tímpano y las jambas interiores y exteriores esculpidas bajo los cimacios. Al interior del porche (16,13 m de longitud y 2,84 m de anchura), puede apreciarse con claridad su cubierta, a base de cielo raso con vigas de madera, que apoya directamente sobre el muro. En su lado sur se abren, como ya se ha señalado, el vano principal de entrada y dos arcadas ciegas, que en este caso también al interior se rematan por una línea de imposta apoyada sobre ménsulas lisas convexas. En los podios que soportan las arquerías pueden localizarse dos parejas de juegos incisos en la superficie pétrea: en el oriental, dos agujeritos y un damero, y en el occidental, otra cavidad y un laberinto. En su lado norte destaca la existencia de dos arcos apuntados, de diferentes medidas, entre dos contrafuertes; en ellos se ubicarían sendas sepulturas, como también ocurría en Larraya y Sagüés. En el orientado hacia el Oeste (2,04 m de largura y 71 cm de profundidad) todavía se conserva el sepulcro, cubierto con una lápida decorada con una espada, posiblemente datada en el siglo XVI; mientras que el oriental (2,09 m de largo por 66 cm de profundidad) no conserva ningún elemento funerario. En su paño superior existe un rebaje del muro en cuya zona alta se inserta una viga de madera sostenida por medio de dos ménsulas de piedra, una vertical rectangular y otra inmediata de forma convexa lisa. El tramo contiguo aparece relleno por mampostería encalada, y en su zona más alta está perforado por una ventanita rectangular que da luz a la capilla lateral sur. En el tramo siguiente se localiza la fachada que acoge la puerta del templo y finalmente existe un último tramo, también encalado; en su muro oeste se abría una ventana rectangular que fue cegada. La portada de acceso a la iglesia (4,43 m de frente, 1,95 m de anchura del vano y 1,87 m de profundidad) está integrada por tres arquivoltas de medio punto baquetonadas y seccionadas por molduras en pico (también empleadas en la catedral de Tudela). En la clave de la dovela central de la arquivolta interior se inserta un tercer crismón con todas las letras típicas en sus respectivos lugares. Se repite una P invertida en el travesaño superior izquierdo y, junto a ella, una pequeña media luna. Los tres crismones descritos parecen estar labrados por diferentes escultores en estilos diversos y suponen un conjunto excepcional dentro del panorama navarro, componiendo un muestrario único. Los arcos de la portada, que conserva restos de la policromía rojiza original, quedan protegidos por una chambrana baquetonada. Todos ellos apean sobre columnas despiezadas con dobles cimacios lisos. Sus capiteles, con collarinos, se adornan con motivos muy diversos, de Este a Oeste. El primero, mediante pencas unidas con combados y rematadas en los ángulos por frutos semejantes a fresones, que también se reparten por la zona superior de los frentes. En la esquina debe subrayarse la presencia de una cinta excavada con dibujo romboidal. El segundo, el más singular de todos, está compuesto por dos figuras humanas en cada frente (una mujer con un vestido acampanado y un hombre desnudo) enmarcadas por pencas acabadas en volutas. En su ángulo, una cabeza humana se corona con un tocado triangular, pudiendo simbolizar a un monarca, o bien a un obispo. El tercero se conforma por hojas lisas alternadas con otras hojas excavadas en cada frente; todas ellas concluyen en bolas. El cuarto reproduce un motivo vegetal muy semejante al anterior, aunque de mejor factura. En este caso, las hojas forman un combado más complejo, presentan una acanaladura central y concluyen en volutas, en lugar de bolas. Esta ornamentación es muy semejante a la de tres capiteles de la portada de Berrioplano. El quinto simplifica los motivos habituales hasta reducirlos a bolas unidas por cintas que se comban en los frentes. Y el sexto reproduce el mismo motivo que el primero, aunque, en este caso, el encintado romboidal se extiende a todos los frentes del capitel. Finalmente, todas las basas constituidas con toros y escocias reposan sobre plintos cuadrados cuyas esquinas están rematadas por bolas con triángulos (dos bolas en el caso de los más cercanos a la puerta) y por cabecitas humanas (en los exteriores). Para terminar con el pórtico, debe señalarse que toda esta construcción se fabricó a base de sillarejo irregular. Y que todos sus elementos (tanto bloques de piedra como arcos, columnas, piezas de capiteles o de arquivoltas) se encuentran unidos por cemento, lo que puede indicar que, posiblemente, fueron desmontados en la restauración del mismo que la Institución Príncipe de Viana efectuó en el año 1955 y durante la cual también se restauró la arquería y se rehizo la cubierta de este atrio. En 1993 se ocupó de levantar el atrio, instalando una cámara ventilada cubierta con solado de ladrillo viejo. En el interior, la nave única (14,54 m de longitud y 4,87 m de anchura) se divide en tres tramos de diferentes características, y queda rematada por una cabecera recta a la que se le añadió a principios del siglo XVII una sacristía de dimensiones similares. En el primer tramo se ubicaba un coro que fue desmontado y suprimido en la restauración. En su muro sur, a la derecha de la puerta, se localiza un contrafuerte que se alza hasta media altura, y en el hastial se abre una ventana rectangular con arco rebajado. Su cubierta consiste en una bóveda de medio cañón apuntado, apoyada en pilastras adosadas con cimacios lisos que se ubican paralelos a la línea de imposta de ambos muros. En un nivel más bajo, un arco apuntado con cimacios propios da paso al segundo tramo, más estrecho que el anterior. A él se abren dos reducidas capillas ubicadas en los laterales, con acceso a través de arcos apuntados que sostienen una cúpula rebajada con pechinas (reconstruidapor el Concejo hace años) que cerró el interior de la torre. Estas capillas han sido objeto de estudio por diferentes investigadores (Biurrun, Uranga e Íñiguez, Lojendio, Monreal), que han creído ver en ellas, en unos casos, capillas funerarias o de patronazgo de linaje, frente a otros que han pensado en una finalidad meramente constructiva. Para resolver esta cuestión, se ha observado atentamente la continuidad de las hiladas de los muros interiores y exteriores así como sus vanos, todo lo cual ha permitido concluir que estas capillas laterales fueron abiertas con posterioridad al edificio original siguiendo la traza de los arcos laterales que soportaban el peso de la bóveda, posiblemente con el fin de constituir capillas de patronazgo. De este modo, la capilla norte es más espaciosa que la sur, debido a que resultó más fácil darle profundidad al no existir ningún impedimento exterior. Sin embargo, la sur resulta más estrecha, ya que sólo se pudo ampliar a la anchura que permitían sus muros para que no interfiriese con el pórtico sur, al igual que ocurrió en Sagüés. En los muros septentrional y meridional se abren sendas ventanas rectangulares y, bajo ellas, una imposta recorre el lienzo de pared. Tradicionalmente estas capillas han sido relacionadas con las que se despliegan en el tramo central de la iglesia de San Andrés de Learza, cubiertas con bóvedas perpendiculares a las de la nave (como también ocurre en Sagüés) y se prolongan al exterior aprovechando las posibilidades que ofrecen los contrafuertes prismáticos. Capillas similares a estas pueden encontrarse en otros templos navarros, como en las cercanas parroquias de Ballarián y Sagües, en Muniáin de Guesálaz, San Miguel de Mendilibarri (arcos apuntados), San Pedro de Nazar o San Andrés de Mendívil. Y en otras regiones de España, como en Burgos (Santa María de Siones, Monasterio de Rodilla), La Rioja (Tirgo, Ochaduri, Villaseca, Sorejana) o Álava (Santo Cristo de Labastida, Santa María de Cripán, Ledesma de la Cogolla). El tercer y último tramo, al que también se ingresa por un arco apuntado, está compuesto por una dependencia cuadrada cubierta por bóveda de crucería. Sin embargo, los nervios de sección circular que la recorren cuentan con la peculiaridad de arrancar desde más abajo de la línea de intersección de bóveda y muro. Los capiteles acogen pencas lisas muy desgastadas que se coronan en los ángulos con bolas, al igual que en los plintos. Algunos de ellos guardan restos de la policromía rojiza original. No tienen cimacios propios sino que la línea de imposta que se extiende por todo el perímetro mural de la cabecera actúa como tal sobre los cuatro capiteles. La sección de dichos nervios, e incluso la totalidad de la cabecera, recuerda a la capilla de Jesucristo del palacio episcopal pamplonés, lo que nos servirá de guía a la hora de proponer su cronología. Del mismo modo, la opción por una cabecera recta con capilla mayor abovedada, tipología atípica en el románico rural navarro, podría explicarse como derivación de la capilla de la capital. El Concejo del lugar pavimentó este área con piedra, distinguiéndola del resto de la nave, cubierta con madera, que fue sustiuida por Príncipe de Viana en 1992 debido al mal estado en que se encontraba debido a las filtraciones que provocaba un depósito de aguas ubicado en el exterior del muro norte que fue demolido. En el centro del muro testero, recto como ya se ha apuntado anteriormente, se abre una ventana abocinada con una arquivolta baquetonada con chambrana que reposa sobre cimacios con retícula romboidal (como en San Andrés de Learza). Está flanqueada por dos columnillas con capiteles de hojas lisas con incisiones laterales y dobles volutas en los ángulos superiores. Sus basas están formadas por toros sobre plintos cuadrados y bolas en las esquinas. Otra ventana más moderna se ubica en el lateral sur. Además, pueden verse varias aberturas, a modo de hornacinas, distribuidas en los muros este (con función de sagrario), norte y sur. Una puerta lateral a la derecha conduce a la sacristía, ubicada en la parte trasera, con planta cuadrada y bóveda de cañón, desde la que se ve el exterior del muro de la cabecera. Todos los elementos interiores, al igual que se ha comentado para el pórtico, se hallan rejuntados con cemento, que delatan una profunda restauración del edificio. La iglesia ha sido datada por Biurrun, Uranga e Íñiguez, así como por el Catálogo Monumental de Navarra en la segunda mitad del siglo XII. Se han citado un par de elementos que permiten llevarla al entorno de 1200, ya que en ella hay ecos de Santa María de Tudela (o de otras que emplean la misma solución del doble baquetón unido por moldura con doble bisel) y muy especialmente de la capilla de Jesucristo del conjunto catedralicio pamplonés. Esta última puede situarse, por la tipología de sus ménsulas, comparable con las de Iranzu, a finales del siglo XII, por lo que Eusa ha de ser inmediatamente posterior. De igual modo, es necesario destacar que esta iglesia sobresale por la estrechez de su nave, circunstancia que acentúa su altura, al igual que sucede en algunas iglesias del entorno de Santa María de Campo de Navascués, como Iciz y Uscarrés, que parecen haber sido edificadas siguiendo su mismo patrón arquitectónico. De hecho, Eusa reúne unas medidas muy similares a las de aquéllas y además está coronada por una torre central, como en Santa María del Campo, por lo que habría que tener en cuenta una notable influencia de esta construcción en su proyecto arquitectónico.