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Vista general de la Mare de Déu del Remei de Argentera

Identificador
25250_01_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41.9557227,1.0289143
Idioma
Autor
Juan Antonio Campos
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Mare de Déu del Remei de Argentera

Localidad
Argentera
Municipio
Vilanova de Meià
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Mare de Deu del Remei de Argentera

Descripción

VILANOVA DE MEIÀ

                             Iglesia de la Mare de Déu del Remei de Argentera

Pocos kilómetros antes de llegar a Vilanova de Meià por la carretera LP-9132, que la une con Artesa de Segre, se pasa por la pequeña población de Argentera. Un camino de tierra no señalizado que se toma a la izquierda tras atravesar el pueblo, pasa por una casa de colonias y se adentra en un congosto donde se hace impracticable. Tras un cuarto de hora de caminata, se llega a una explanada desde la que se divisa, elevada sobre un promontorio, y entre la espesa vegetación, la iglesia de la Mare de Déu del Remei d’AAaArgentera.

 

Si bien originariamente estaba dedicada a la Santa Cruz, la titular actual del templo es la Virgen de los Remedios, advocación mariana que tuvo especial éxito en Cataluña y a la que se le atribuían dones curativos, especialmente en el caso de las parturientas. Aunque las noticias del término de Argentera se remontan al año 1068, cuando el capellán Eldomar facultó a sus siervos a distribuir las mitades de un viñedo y de un molino que tenía en Argentera, la primera vez que la iglesia aparece citada es en un documento de 1137 en el que constan las posesiones, rentas y derechos en Argentera del monasterio de Santa María de Meià, priorato del cual dependía.

 

El edificio, abandonado a su suerte desde que en la década de 1950 dejó de tener culto, se encuentra en un estado lamentable y amenaza ruina. El tejado presenta un serio riesgo de hundimiento, parte del muro sur ha desaparecido, el interior está totalmente destrozado y las tumbas profanadas. La dejadez, el vandalismo y la fuerza destructora de la naturaleza han acabado por debilitar una estructura arquitectónica de casi mil años, que hoy en día parece poco probable que se pueda mantener en pie por mucho más tiempo si no se interviene a tiempo.

 

Se trata de un edificio sencillo y pequeño, de una sola nave de planta rectangular y un ábside semicircular liso, en el que se abre una sencilla ventana abocinada. Posee un tejado a dos aguas y una torre cuadrangular rematada, a su vez, por una espadaña de doble vano reconvertida en torre. El cambio de aparejo de sus muros muestra que estos fueron sobrealzados. Mientras que en las zonas bajas se utiliza sillarejo pequeño, poco trabajado y dispuesto en hiladas relativamente horizontales, en las partes altas,  predomina el sillar mejor trabajado, tallado, pulido y perfectamente dispuesto. En el ábside el sobrealzado se realiza con mampostería. Con posterioridad se realizaron una serie de reformas, como la adición de unas capillas laterales, una sacristía adosada al ábside, parte de la torre, en cuya base se abrió una nueva entrada, se habilitó un pequeño camposanto alrededor de la cabecera, un coro a los pies de la nave y se decoración el interior.

 

En el extremo occidental del muro sur se encuentra la puerta originaria, que se cegó cuando se construyó la nueva. Está compuesta por un arco de medio punto, formado por dovelas de piedra toba, y sustentado sobre sendas jambas monolíticas. A su lado se localiza el único vano del muro, una ventana de arco de medio punto formado por una pieza de piedra toba monolítica y doble derrame. Las dos capillas rectangulares, construidas con posterioridad funcionaban como transepto y dotan a la planta del edificio de una apariencia de cruz latina. En la torre, contrasta el aparejo utilizado en la parte de su cuerpo inferior, del mismo tipo que la parte baja de la nave, con el sillar mejor trabajado, escuadrado y pulido con el que se realizó el segundo cuerpo. En una tercera fase, se elevó una espadaña, la cual, posteriormente se cerró para formar una estructura similar al remate de una torre campanario. El exterior del muro norte, cubierto por completo por la maleza, es una pared corrida sin interrupción. La fachada oeste es lisa, está compuesta por un aparejo muy variado e irregular, testimonio de reformas o reparaciones. Está rematada en forma de frontón siguiendo el perfil a dos aguas del tejado y en ella se abre un óculo.

 

El interior del templo es estrecho y bastante oscuro, un espacio desnudo y pobre en el que prácticamente todos los elementos que lo conformaban han desaparecido y cuyo aspecto apenas recuerda que antaño fue un edificio de culto. El pavimento no existe. El altar está totalmente destruido. El ábside, sus pinturas y el camarín moderno aparecen igualmente destrozados. Los paramentos interiores y la bóveda presentan, asimismo, un aspecto lamentable, sobre todo la zona meridional del transepto, que está completamente derruida. A la altura del presbiterio, unos restos de una pared y dos marcos de puerta, son los vestigios de una reforma interior que modificó el espacio litúrgico aislando, con una especie de retablo avanzado en el que se situó el altar, la nave de la zona del ábside. Este se cubre con bóveda de horno apuntada, mientras que la nave lo hace con bóveda de cañón de perfil también marcadamente apuntado, cuya base está decorada con una imposta biselada corrida. Cuatro arcos fajones apuntados de dovelas regulares y bien trabajadas, abrazan la bóveda y la compartimentan en cuatro tramos. Mientras tres de los arcos arrancan desde unas ménsulas de rollos de considerable tamaño, el más oriental se apoya en pilastras de sección rectangular.

 

Se ha considerado que este edificio presenta dos fases constructivas. La más antigua correspondería a los dos tramos occidentales de la nave, los cuales se han datado a finales del siglo xi o comienzos del xii. Al resto de la nave y la cabecera se le ha asignado una cronología ya en el siglo xiii.

 

Texto y fotos: Juan Antonio Campos

 

Bibliografía

 

Bernaus i Santacreu, R. y Sánchez i Agustí, F., 1999, pp. 435-437; Catalunya Romànica, 1984-1998, XVII, pp. 481-482; Vidal Sanvicens, M. y López i Vilaseca, M., 1984, p. 608;