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Vista general de Sant Urbá de Montclús

Identificador
25037_02_008
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41.9670481,0.8241659
Idioma
Autor
Nuria Font Marco
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Urbà de Monclús

Localidad
Santa Linya
Municipio
Les Avellanes i Santa Linya
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Urbá de Montclús

Descripción

LES AVELLANES I SANTA LINYA

Iglesia de Sant Urbà de Monclús

La iglesia dedicada a san Urbano está situada en el villaje abandonado de Montclús. La primera referencia histórica sobre Sant Urbà aparece en la repartición de los bienes de la canónica de Àger efectuada por el abad Guillem Ramon y Arnau Mir de Tost que se hizo efectiva en 1066. La mitad de los bienes provenientes de la parrochia Montis Clusi fueron otorgados al canónigo Mir Oliba de Àger. Más tarde, aparecía en una bula del papa Eugenio III de 1151, en la cual se otorgaba la iglesia de Monte Cluso a la canónica de Santa Maria de Solsona, junto con otras iglesias del condado de Urgell, donación que se ratificó en el acta de consagración de la misma, del año 1163. La categoría de parroquia que se le confirió con el tiempo reafirma la hipótesis de la importancia de Monclús hasta su paulatina despoblación y final abandono.

 

Lo primero que llama la atención de Sant Urbà es la peculiar forma irregular de su planta, la cual se adapta a las características topográficas del terreno en el que se asienta. La misma está formada por una sola nave, que exteriormente adopta una forma pentagonal, al convertirse la esquina suroeste en un paramento plano, y dos ábsides semicirculares, de menores dimensiones el del lado meridional. Ambos son lisos, carecen de decoración y, en su centro se abren sendas ventanas de doble derrame, antepecho plano y arco de medio punto, formado por dovelas de piedra toba el del ábside norte, y por una pieza monolítica decorada con varios arcos incisos paralelos el meridional. En el ábside septentrional, además, posiblemente en una reforma posterior, se abrió una tercera ventana rectangular en el costado sur. Sobre los dos ábsides destaca el potente frontispicio del muro oriental, que es sustancialmente más alto que la cabecera. La puerta de acceso, la original del templo, está ubicada en el muro sur y está formada por un arco de medio punto. En el mismo lienzo meridional oriental, se abre una ventana de doble derrame, antepecho plano y arco de medio punto. La fachada oeste está literalmente colgada en el borde del precipicio, y presenta en su centro una ventana cruciforme. Todos los lisos muros exteriores del edificio, sobre todo el septentrional y el occidental, cuentan con numerosos mechinales más o menos alineados en tres filas horizontales.

 

En el año 2010 se llevó a cabo la restauración del edificio, que consistió en restituir los sillares más desgastados en el exterior, en la construcción de una techumbre enteramente nueva –compuesta de losas impermeabilizadas sobre una capa de tierra mejorada con cal–, en el picado del revoco de los paramentos interiores, y la eliminación del antiguo coro que estaba en estado ruinoso. También se acristalaron las ventanas, se puso una rejilla en la ventana cruciforme y se consolidaron los muros de todo el perímetro de la iglesia con la inyección en las grietas mediante lechada de cal.

 

En el interior, la nave está cubierta por una bóveda de cañón que cuenta con dos arcos fajones, uno adosado al muro occidental y otro situado en el centro, que se apoyan en sendas parejas de pilastras, las más orientales rematadas en unas impostas prismáticas. En los dos muros laterales, entre las pilastras, dos arcos formeros en cada lado, además de cumplir una clara función estructural, generan unos espacios utilizados como capillas o para albergar una pila bautismal. El arco formero occidental del muro sur, de mayores dimensiones, alberga la puerta de entrada y enmarca un segundo arco que contribuye a generar una especie de abocinamiento escalonado. En la parte inferior del liso muro interior oeste y del arco formero noroeste hay cinco y cuatro nichos cuadrados alineados, respectivamente, cuya función se desconoce, aunque no hay que descartar que estuvieran destinados para la recepción de ofrendas.

 

Una de las características más peculiares de este edificio es, sin duda, su cabecera doble, la cual no viene asociada a una planta de dos naves, sino solamente a una. Además, resulta todavía más singular su configuración interior. Las dimensiones de ambos ábsides en el exterior en absoluto revelan la gran diferencia de tamaño que se observa en el interior. El hemiciclo absidal sur es sustancialmente más reducido que el norte. Ambos están cubiertos por bóvedas de cuarto de esfera, mucho más pequeña la meridional. También resulta sorprendente e insólita la forma de articular el ábside norte con la nave, por medio de un arco presbiterial mucho más elevado que el absidal, de tal forma que se genera un espacio bajo el primero que es resuelto cubriéndolo con un muro. El diferente aparejo que se observa en los paramentos exteriores de ambos ábsides, con sillares mejor labrados, escuadros y dispuestos de forma más regular en el meridional, es un indicio de que ambas estructuras pueden corresponder a dos momentos o fases constructivas diferentes. Joan-Albert Adell ya propuso que el ábside norte podría corresponder con una fase inicial, pero no encontraba explicación a la particular configuración del ábside sur y de la nave. En principio, las mayores dimensiones de la nave podrían estar asociadas a unas mayores necesidades de espacio. Quizás las características topográficas condicionaron fuertemente la solución que se debía adoptar para dicha ampliación del aforo, hasta tal punto que, posiblemente resultara inviable o arriesgado realizar una segunda nave, tal y como solía realizarse en situaciones similares (Sant Esteve de Canapost, Sant Julià de Tartera, Sant Vicenç de Espinelves, Santa Maria de Gàver, Sant Esteve de Esclanyà, Santa Coloma de Fitor, Sant Miquel de Grialó, Santa Maria Antiga de Santa Perpètua de la Mogoda, Sant Ramon de Sobirana de Ferrans o Sant Feliu de Terrassola). La construcción de una sola nave más ancha podría resolver el problema, pero generaba uno nuevo: cómo articular la dicha nave única a una cabecera preexistente formada por un solo ábside más bajo y estrecho. La extraña configuración interior de la cabecera que observamos hoy en día muy posiblemente es la respuesta arquitectónica con la que se abordó este segundo problema. Además, se dotó al edificio de un complejo juego de arcos a diferentes alturas en el interior con el objetivo de proporcionarle una gran solidez y estabilidad, lo que resulta fundamental si se tiene en cuenta el lugar tan inestable en el que se asienta. No es, por tanto, de extrañar que esta iglesia fuera de los pocos edificios de la población que resistieran el terremoto de 1373.

 

Pareciendo razonable la hipótesis de una ampliación, entendemos que cabe descartar las otras tres causas que suelen estar detrás de la existencia de templos románicos de dos naves: que se tratara de un proyecto frustrado de tres naves en el que no se llegó a construir una de las laterales (inviable por la topografía), que se hubiera derrumbado una de las tres naves originales (nunca tuvo tres naves) y, en tercer lugar, que fuera el resultado de un plan inicial para elevar un edificio de dos naves (incongruente con las peculiaridades estructurales comentadas).

 

Este interesante y particular edificio pudo haberse iniciado en el siglo xi, al que correspondería su ábside norte, y ser ampliado en un momento avanzado de la siguiente centuria.

 

Texto: Juan Antonio Olañeta Molina/ Nuria Font Marco - Fotos: Nuria Font Marco - Planos: Marta Buira Ferré

 

Bibliografía

 

Catalunya Romànica, 1984-1998, XVII, pp. 216-217; Fité i Llevot, F., 1986a, II, pp. 552-558; Fité i Llevot, F. y González i Montardit, E., 2010, pp. 113-114 y 246; Riu i Riu, M., 1979, pp. 238 y 235; Rosell i Sanuy, J. et alii, 2010, pp. 66-102; Vidal Sanvicens, M. y López i Vilaseca, M., 1984. pp. 523-526.