Identificador
33314_01_031
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
María Fernández Parrado
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Careñes
Municipio
Villaviciosa
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
SOBRE UN ACANTILADO, dando la espalda al mar Cantábrico, cerca del lugar conocido como el Monasterio, donde la tradición oral sitúa el establecimiento de un antiguo conjunto monacal, se levanta la iglesia parroquial de Careñes, hoy bajo la advocación de Santa Cecilia, pero en sus orígenes vinculada al culto de Santa Eulalia, la mártir emeritense, patrona de la diócesis de Oviedo, cuya devoción en Asturias fue especialmente promovida en las primeras décadas del siglo XII por iniciativa del obispo Don Pelayo. Bajo esta advocación aparece citada en la Nómina de parroquias mandada elaborar a finales del siglo XIV por el obispo Don Gutierre, donde se menciona, en la que es una de las primeras referencias al templo, que la iglesia de Santa Olalla de Carrennes úsala apresentar padrones herederos. Es capellán Ruy Ferrándiz e beneficiado Pedro Gónzalez, abad de Teverga. A pesar de lo tardío de la documentación, la exhumación en el entorno de la iglesia de enterramientos datados entre los siglos XI y XII nos hablan de una fundación más temprana, incluso anterior a la construcción actual, cuyos restos de filiación tardorrománica vienen fechándose a finales del siglo XIII. Siguiendo esquemas tradicionales, como los que encontramos en otras construcciones contemporáneas, como San Félix de Oles o San Juan de Camoca, la iglesia de Careñes, más o menos alterada por intervenciones posteriores y acusando la falta de proporcionalidad propia de las obras de talleres locales, presenta nave única, cubierta con armadura de madera, y cabecera cuadrada con bóveda de cañón apuntado que apoya sobre la imposta nacelada que recorre los muros laterales del ábside. En el centro de la capilla, rompiendo la monotonía del el muro del testero, un estrecho vano apuntado, de derrame interno bastante desarrollado, constituye el único foco de iluminación natural del espacio. El arco triunfal, que marca el tránsito entre la nave y la capilla, aparece aquí como el elemento más destacado de toda la fábrica. Una estructura que, evidenciando lo tardío de la construcción, se compone de un arco apuntado, desarrollado en dos potentes roscas doveladas y protegidas bajo un guardapolvo desornamentado, que apoya directamente sobre las jambas. El único elemento decorativo lo constituyen dos interesantes columnillas de fuste hexagonal, como los que pueden verse en la arquería interna de San Salvador de Fuentes y en la parroquial de Villaviciosa, que, sin tener otra función que la meramente ornamental, ya que carecen de finalidad estructural, se acodillan en la cara exterior de la jambas. Los exquisitos capiteles que coronan la columna, de ingenua pero cuidad factura, recurren a composiciones de tipo vegetal. En el de la derecha, la cesta se cubre con un entrelazado geométrico y se remata en las esquinas con dos grandes bolas que, a manera de frutos, penden del ápice de hojas apuntadas; mientras que en el opuesto se sustituye el entrelazado por una combinación de volutas y palmetas entre la que surgen los frutos, uno de ellos protegido por una mano en lugar de por la tradicional caperuza vegetal. Al exterior, la sencillez de la construcción se pone de manifiesto ante la exhuberancia del paisaje que le rodea, un agreste acantilado sobre el mar al que se asoma la cabecera del templo. Ésta, elevada sobre un zócalo biselado, sólo articula sus muros mediante la estrecha aspillera que se abre en el centro del testero y la cornisa que los remata, en la que, aunque bastante deteriorados por la brisa marina, todavía se conservan algunos canecillos originales, entre los que se distingue un tosco modillón de lóbulos y dos composiciones a base de placas rectangulares superpuestas. En cuanto a las portadas, de las dos que presenta el templo, sólo conserva elementos románicos la situada en la fachada occidental, a los pies del templo. No exenta de intervenciones, se compone de un arco de medio punto dovelado y protegido por un guardapolvo moldurado, pero sin ningún tipo de decoración, quedando ésta reservada para la superficie de los capiteles-imposta que rematan las jambas sobre las que descansa el arco. En ellas, la superficie a bisel se cubre, en la pieza de la derecha, con una serie de hojitas lanceoladas con los nervios bien marcados, y, en la de la izquierda, con palmetas inscritas en círculos enfilados; motivos en ambos casos de gran difusión en los repertorios románicos. Por último, debemos mencionar que en el interior del templo, al lado del arco triunfal, se conserva una interesante pila bautismal, de tradición medieval, cuya copa hemisférica, dispuesta sobre un pie moderno y construida con un bloque monolítico, decora su superficie mediante una gran banda lisa rematada con dientes de sierra. A modo de conclusión, podemos decir que, en líneas generales, el templo de Careñes, construido en los últimos años del siglo XIII, sigue las fórmulas de un románico tardío, arcaizante y de tintes populares, heredero de las formas desarrolladas entre las últimas décadas del siglo XII y principios del XIII por el llamado taller de Villaviciosa.