LA IGLESIA PARROQUIAL se sitúa a las afueras de la localidad, en una reducida plazuela abierta a las espaldas de la plaza mayor, rodeada al Norte y poniente por campos de labor. El edificio, al amparo de la advocación de San Andrés, se levanta sobre muros de sillarejo, en su mayor parte, y piedra de sillería destinada de manera preferente al lucimiento de vanos y esquinas. La estructura actual de la iglesia responde a la estética propia del siglo XVIII, en el que se acometieron las últimas intervenciones de envergadura. Su planta original sin embargo, responde a la tipología característica de su origen románico: compuesta por una sola nave articulada en tres tramos, coronada por un presbiterio recto modificado posteriormente, precedido por un arco triunfal de medio punto y emplazando la espadaña a sus pies. Al templo se accede a través de una puerta dispuesta en el tramo de los pies, junto al campanario, en la fachada del lado de la epístola. Una sobria portada, compuesta por un arco de medio punto, preside nuestro ingreso al interior de su nave. Sobre el notable dovelaje, característico de su factura del siglo XVI, campea una significativa cartela que nos informa de la especial condición que nos asiste al encontrarnos en dicho lugar, al advertirnos de que se trata de una “Yglesia de Asilo”, privilegio religioso ya reconocido en el derecho medieval castellano que dotaba a todo aquél que allí buscara cobijo de plena garantía de seguridad, librándolo de su eventual condena. Derecho de asilo religioso que se fundamentaba en un concepto teocrático de la justicia, que concibe a Dios como garante, corrector de la justicia humana, presto a poner coto a los terrenales abusos del hombre y la justicia civil. En su interior la nave se distribuye en tres tramos, delimitados por la sucesión de pilastras toscanas, sobre las que descansa una bóveda de cañón, reforzada con lunetos. En el transepto se ubica un arco triunfal formado por un arco de medio punto. La cabecera está formada por un presbiterio recto, cubierto con una cúpula de media naranja, elevada sobre pechinas, a la que se le añadió, también durante la reforma del siglo XVI, la capilla mayor. A poniente se ubica la espadaña, en cuya ejecución se combinó, al igual que en el resto de la iglesia, aparejo de mampostería, con refuerzo de sillarejo en las esquinas. En la parte superior, precedidos por una sobria cornisilla, se abren sendos vanos en arco de medio punto, donde se disponen las campanas. La estructura se corona con un clásico cierre triangular. En el interior del templo, dentro de un reducido cubículo emplazado en el lado del evangelio, a modo de escueto baptisterio, localizamos una gran pila bautismal “de ruda tracería medieval”, según describe Herrera Casado. La enorme copa, exenta de soporte, está labrada en piedra y sigue la definitoria característica, que abunda en otras estudiadas en la provincia, de carencia absoluta de elemento decorativo alguno. Junto a la titular de la parroquia y compartiendo tan reducida estancia, existe otra pila pequeña, decorada con gallones y círculos con cruz inscrita, procedente de la antigua parroquial de Cañizares.