SAN JUAN DE VILLAVERDE sigue el mismo esquema constructivo que su vecina Santa María de Celón, pero con resultados más modestos en lo referente a los materiales y a la decoración. Como aquella, es de una nave rectangular que desemboca en cabecera de testero recto, cubierta con bóveda de cañón apuntado. La cabecera repite al exterior el esquema de dos saeteras superpuestas a corta distancia. Del mismo modo, dos son las entradas para acceder al templo; una se sitúa en el lado sur, es más sencilla y de menores proporciones, y se remata con un arco de medio punto formado por grandes dovelas y un guardapolvo moldurado; la otra, se abre en el lado oeste y funciona como portada principal del edificio. Se trata de un sencillo arco de medio punto bien dovelado que descansa sobre sendas columnas coronadas con capiteles en los que se hace patente la intervención de un taller popular, por el esquematismo y la elementalidad de la talla. En el capitel izquierdo, sobre un collarino sogueado, se disponen sencillos ornamentos vegetales, uno de ellos en forma de disco con dos círculos concéntricos y un largo tallo, y el otro con la forma de una rama formando una “Y”. Sobre el capitel corre una imposta que guarda en su cara interior dos elementos ovalados en posición horizontal. De mayor interés es el capitel de la derecha, en el que junto a motivos abstractos se representa una figura de animal que parece representar a un venado o a un caballo. Aunque la talla deficiente no permite distinguir con precisión el tema, la figura animal de esta portada de Villaverde mantiene una estrecha relación con las representadas en el capitel derecho del arco triunfal en Celón, que adquieren la misma postura y complexión. En el interior, Villaverde no presenta ningún tipo de complejidad estructural. Su arco triunfal es apuntado, su capilla cuadrada se cubre con bóveda de cañón de similar disposición apuntada. En el lado oeste tiene añadida una capilla, y en el lado norte de la cabecera una sacristía. La iglesia, según indica una inscripción conmemorativa alojada sobre la portada, fue reformada en 1713 reinando Felipe V. De gran interés es el Crucificado de estilo gótico que guarda en el interior. Es de tamaño natural (1,65 m) y representa a Cristo ya muerto, sin muestras de dolor en el rostro y con el cuerpo en tensión post mortem. También destacan las pinturas murales que cubren la capilla, que se relacionan con las de Celón (siglo XV), aunque en este caso han sido retocadas con posterioridad. La representación de la Trinidad preside desde el centro de la bóveda el conjunto iconográfico, que se completa en los muros con escenas narrativas de la vida de Cristo y del Bautista. El templo, muestra de un románico rural y tardío que no es anterior al siglo XIII, se encuentra en deplorable estado de conservación y a punto de convertirse en una ruina. Su situación es auténticamente crítica.