Identificador
33569_01_003
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Pedro Luis Huerta Huerta
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Junco
Municipio
Ribadesella
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
LA SENCILLA PLANTA DE LA IGLESIA de Santa María consta de una nave rectangular cubierta con tejado a dos aguas, que se estrecha ligeramente a la altura del ábside semicircular, precedido de tramo recto, techado a menor altura. La fábrica primitiva de la iglesia, que dataría del primer cuarto del siglo XIII, conserva no sólo la estructura originaria de su planta, que no presenta actualmente cuerpos añadidos, sino también interesantes elementos románicos que coexisten con las reformas que ésta ha sufrido con el paso de los siglos. Los muros exteriores ocultan su paramento bajo la carga que los cubre, dejando sólo a la vista el despiece de los vanos, esquinas y aleros, que destacan por su excelente calidad. Un reducido zócalo biselado románico recorre el perímetro de la planta. En el imafronte se abre la portada occidental, construida con sillares perfectamente escuadrados; consiste en un sencillo arco de medio punto con una única rosca, de borde abocelado, que se prolonga en las jambas. Un guardapolvo en nacela enmarca la portada, prolongándose en horizontal de forma muy semejante en estructura y decoración al de la portada de Santa María de Sariegomuerto (Villaviciosa). Además, el piñón de la fachada occidental conserva una aspillera románica, que es la única ventana originaria, junto con el de la cabecera. La cabecera, por su parte, concentra lo más interesante del templo de Santa María de Junco; en el lado de la Epístola de su tramo recto se ha abierto un acceso adintelado en fechas recientes. En ella destaca una única ventana, muy semejante a la de San Esteban de Leces (Ribadesella), que remata por un arquillo semicircular de borde abocelado. Su rosca, igualmente moldurada y protegida por un guardapolvo en nacela, se decora con incisiones de semicírculos enfilados. La flanquean dos columnillas de fuste monolítico y basas áticas sobre plinto, coronadas por capiteles esculpidos con dos parejas de aves afrontadas. El interior, por su parte, se halla muy desvirtuado; su última restauración salvó el edificio de la ruina en la que se encontraba, pero las reformas no fueron demasiado afortunadas y la imagen actual del interior del edificio deja bastante que desear. Una línea horizontal de cemento sobre el arco triunfal indica el recrecido del muro toral en esas reformas recientes; por debajo de ella, un paramento de buenos sillares enmarca el arco de ingreso a la capilla. Éste presenta dos arquivoltas de medio punto con los bordes abocelados, y la rosca y el intradós están decorados con las filas de semicírculos de doble incisión que también caracterizan la portada y el vano del exterior de la iglesia; en los semicírculos de la fila interna de la rosca interior se inscriben pequeñas cruces griegas. El arco descansa en tres columnas acodilladas a cada lado, con basas áticas sobre plinto y garras en forma de bola; los apoyos se elevan sobre un zócalo, cuya altura salva el desnivel existente entre el pavimento de la nave y el del ábside, realzado por un peldaño. Los cimacios del arco triunfal forman una imposta corrida que se prolonga en el muro toral, y se decora con los mismos motivos que las arquivoltas. Los muros del ábside se recorren por una línea de imposta en nacela, que se prolonga en el guardapolvo de la ventana del testero, de fuerte derrame interno. La parte inferior del paramento presenta un zócalo semejante al que recorre el muro toral. En cuanto a la cubierta, el tramo recto del ábside se cubre con bóveda de medio cañón que enlaza con la de cuarto de esfera del tramo semicircular; además esta cubierta y los muros de la cabecera conservan restos de decoración pictórica bajo el revoque, distinguiéndose en el muro del Evangelio una cruz patada de tono rojizo. Por su parte, la nave está cubierta con armadura de madera a dos aguas. En lo que respecta a la escultura monumental de Santa María de Junco, la cabecera conserva los motivos más interesantes. Hay que considerar, por un lado, los canecillos en caveto esculpidos con motivos zoomórficos, vegetales y antropomórficos, que se cobijan bajo un alero de borde en nacela, decorado con rombos con botón central, enfilados, muy similares a los del ábside de la iglesia asturiana de San Esteban de Aramil (Siero). Las metopas no presentan decoración, pero los canecillos muestran un variado repertorio de felinos, bolas con caperuza, un hombre que carga un tonel a sus espaldas, palmetas o un canecillo en forma de quilla; en definitiva, el repertorio clásico de las iglesias del románico tardío en el oriente de Asturias. Además de estos, se conserva en el interior del templo, a los pies de la nave y colocada sobre una peana que se empotra en el muro, una pieza rectangular monolítica, quizá un canecillo, con el frente decorado con una incisión que representa una letra omega o quizá la silueta de una cabeza y hombros humanos. La ventana de la cabecera también tiene decoración. Figuran en ella sendos capiteles esculpidos con dos parejas de aves afrontadas, iconografía que es muy habitual en numerosas iglesias románicas asturianas, muchas de ellas de Villaviciosa, o el llamado grupo Villanueva-Sograndio, y que relaciona estos templos con la arquitectura religiosa rural del occidente francés; en el primer contexto, E. Fernández González ha situado el caso de Junco en paralelo con San Juan de Cenero (Gijón) y Santa María Magdalena de los Pandos (Villaviciosa), haciéndolas depender a su vez de San Andrés de Valdebárcena, en este mismo concejo. Al interior, lo principal de la ornamentación escultórica se concentra en los seis capiteles que rematan las columnas del arco triunfal, que también se relacionan con la escultura de la escuela de Villaviciosa: tanto en el lado del Evangelio como en el de la Epístola, los capiteles de las columnas de las jambas se decoran con dos parejas de aves afrontadas, que unen sus cabezas para picar un fruto sobre una hoja; entre ellas se dispone una máscara humana, y pequeñas bolitas en los ángulos del capitel, así como unas pequeñas volutas, con diminutas cabezas humanas en los ángulos, en los capiteles de la Epístola y del Evangelio respectivamente. Por su parte, los otros cuatro capiteles se esculpen con cabezas engoladas, repitiendo un motivo también muy común en los cercanos concejos de Villaviciosa, Piloña y Llanes, que orienta la cronología de este templo en el momento de tránsito entre los siglos XII y XIII. En efecto, la figura del glouton se habría difundido desde mediados del siglo XII por toda la costa atlántica francesa, extendiéndose a finales de dicha centuria por Inglaterra y, también por numerosas iglesias cantábricas. Por último, en la portada, tanto la rosca como las jambas y el guardapolvo se decoran con varias filas concéntricas de medios círculos, tangentes entre sí, motivo que veíamos en la rosca de la ventana del testero, y que decora también el interior del templo, así como algunas iglesias románicas de Villaviciosa (Santa María de Lugás, Santa Eulalia de Lloraza, Santa María de Narzana, Santa María de Sebrayo, etc.) y de otras zonas de Asturias, como la de Santo Tomás de Sabugo (Avilés). En la iglesia de Santa María de Junco resultan, por último, del mayor interés los restos de pintura que se concentran, aunque en mal estado, en la zona del ábside. Se puede identificar, en torno a la ventana, una cenefa de motivos vegetales pintada en tonos rojizos, así como figuras humanas bajo arcos sostenidos por columnas, y en la bóveda, nuevos motivos vegetales. M. Berenguer supuso que estas pinturas podían, a reserva de ulteriores estudios, datarse en el siglo XIII; sin embargo, a nuestro juicio dicha cronología sólo sería aceptable para las cruces que forman parte de dicha decoración pictórica y que podrían asimilarse a las que también decoran el muro meridional de la nave de Santa María de Sebrayo (Villaviciosa), datadas por M. P. García Cuetos entre los siglos XIII y XIV; asimismo, estos motivos podrían relacionarse con las pinturas de Santa Eulalia del Barrio de Santa María (Palencia), fechadas hacia 1300. Creemos, sin embargo, que el resto de pinturas sería más tardío. También merece comentario, en Junco, la interesante inscripción que figura en el deteriorado escudo que corona la puerta principal de ingreso al templo, y que F. Diego Santos leyó como sigue: En el año MCCCCLI de Cristo fue terminada esta iglesia de Dios. Indica este autor que dicha inscripción se emparenta con las que hubo en la iglesia de Collera, hoy perdida, pero evidentemente no puede referirse a la fábrica primitiva -románica- de Santa María de Junco, sino a obras de reforma que se llevarían a cabo a mediados del siglo XV. En efecto, en su larga historia la iglesia de Santa María de Junco ha sufrido numerosas reformas que datan ya de la época gótica y que se prolongan en los siglos XVI, XVIII y XIX, antes de arruinarse en la guerra civil de 1936- 39. En el siglo XVI se procedió a la apertura de la puerta sur de la nave y a su decoración con pinturas; así lo indica al menos el nicho que al interior genera dicha puerta, si bien su aspecto actual remite más bien al siglo XVIII. Se trata de un acceso adintelado al exterior, recercado de sillares, que se encuentra cegado en la actualidad. También del siglo XVI data la colocación sobre la clave de la portada del escudo labrado con las armas de los Ruiz Junco, que en este momento ponen en valor su derecho de patronato sobre la iglesia. Está enmarcado por una soga, y a tres de sus flancos se adosan los relieves de personajes en diferentes actitudes. En la parte inferior del mismo se encuentra la inscripción, cuya transcripción por F. Diego Santos reproducíamos anteriormente. Según M. Berenguer Alonso, en los siglos XVIII y XIX se tapia la puerta decorada con pinturas, se abren huecos de luz y se reforman algunos de los ya existentes en la nave -el muro sur de la nave se cala por tres altas ventanas cuadradas recercadas de sillares-. De estos siglos deben datar también los dos accesos adintelados que se abren en el muro sur y tramo recto de la cabecera, este último quizá con la intención de adosarle una sacristía, así como el vano localizado sobre ésta, de idéntica tipología que los de la nave. En el interior del templo, este autor hace referencia también a los machones que pudieron sostener arcos de un posible techo abovedado, hoy desaparecidos. En el lienzo sur de la nave, muy cerca del arco triunfal, el muro se horada por el nicho de medio punto citado, cuyo intradós se decora con pinturas de motivos florales en tonos ocres, grises y azules, fechadas por M. Berenguer en el siglo XVI. En el último siglo, la iglesia de Santa María de Junco fue objeto de grandes transformaciones. Destruida en el transcurso de la guerra civil española, a finales del siglo XX sus ruinas fueron declaradas Bien de Interés Cultural y el templo fue objeto de restauración en 1984. A pesar de todo, hace algunos años fue objeto de una intervención que ha perjudicado considerablemente su naturaleza: el imafronte se ha enfoscado con cemento, dejándolo sin encalar; el pavimento de la nave y del ábside se ha cubierto igualmente con una capa de cemento, y la techumbre se ha reconstruido con hormigón y vigas; también es inadecuada, para un edificio de las características de Santa María de Junco, la puerta metálica roja que cierra el acceso occidental y el dintel de hormigón de la parte interior del acceso sur de la nave. La cubierta del ábside se encuentra bastante afectada por la humedad. Los fustes de las tres columnas del lado del Evangelio del arco triunfal se han perdido, y han sido sustituidos por réplicas de cemento, así como el fragmento superior de la columna exterior del lado de la Epístola, que en 1966 todavía se conservaba. Por último, las pinturas del nicho de la nave están muy deterioradas, con partes cubiertas por el cemento.