Identificador
33430_01_017
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Adriana Carriles García
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Candás
Municipio
Carreño
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
LAS PRIMERAS REFERENCIAS documentadas a la iglesia de Candás se remontan a la época de la Monarquía asturiana, pues en el Libro de los Testamentos de la Catedral de Oviedo consta que ya en el año 912 el rey Fruela II, hijo de Alfonso III y doña Jimena, realizó diversas donaciones a la iglesia mayor de Oviedo, entre las que se incluía dos templos en la villa de Candás: In territorio Gauzone prope litus maris uillam que dicitur Candas cum ecclesiis Sancti Felicis et Sanctae Eulaliae, cum ómnibus prestationibus et adiunctionibus suis ab omni integritate. Sin embargo, la validez de esta donación ha sido puesta en entredicho por Fernández Conde, quien la considera una más de las falsificaciones incorporadas por el obispo Pelayo. Desde luego, entre lo conservado actualmente no aparece ningún elemento que pueda ser fechado como prerrománico, pero sí quedan restos de época románica. Las referencias a San Félix de Candás se multiplican a partir del siglo XVI. Es en ese momento cuando tiene lugar el hallazgo de una imagen de Cristo Crucificado, superponiéndose su culto al del santo titular. Durante el siglo XVII la iglesia sufriría profundas reformas, en parte para adaptarse a las nuevas necesidades de la feligresía, en parte para adaptarse a los nuevos presupuestos estéticos. Esta renovación se debe a la labor de los arquitectos Güemes Bracamonte, Juan de la Pedrosa y Juan de Cagigal. Entre 1730 y 1740 se realizó el retablo destinado a albergar la imagen del ya entonces célebre Cristo de Candás. Tras la guerra civil, la iglesia hubo de ser reconstruida parcialmente, aunque la zona de la cabecera, asentada sobre la fábrica románica, permaneció intacta. De la iglesia románica de San Félix de Candás se conservan restos arquitectónicos y decorativos en una estancia llamada Capilla de San Félix, tras el retablo barroco del actual altar. Dicha estancia consiste en una capilla de proporciones cuadradas, cubierta con una falsa bóveda de cañón ejecutada, como el resto del paramento, en sillarejo. El aspecto ligeramente apuntado indicaría que esta estructura abovedada fue añadida en un momento posterior, una vez difundidos los modos constructivos de transición al gótico. El muro occidental parece corresponderse con la cabecera de la iglesia original, que habría resultado, así, ser de testero recto. En el centro de ese muro se sitúa una ventana de aspecto claramente románico, cuyos frentes han sido rebajados en un momento posterior para igualar su relieve con el del paramento, de forma que no sobresaliera. Se trata de una ventana de medio punto, cuya arquivolta actualmente se presenta lisa, incluso en su intradós, y que iría protegida por un guardapolvo, también desornamentado. El arco apoya sobre sendos capiteles entregos cuya decoración prácticamente ha desaparecido, aunque aún pueden distinguirse los relieves de la cara interna del capitel. Estos relieves muestran dos grandes flores de lis acompañadas de una línea de sogueado. El muro oriental tiene adosadas sendas torres circulares, de escaso diámetro y no demasiada altura, tal como puede apreciarse desde el exterior, donde se observa que las torres quedan a una altura inferior a la de la actual cabecera. En su interior, sendas escaleras de caracol, también llamadas “del perdón” o “de la penitencia”, servían a “los peregrinos” para acceder al camarín del Cristo por su parte posterior, impidiendo así la interrupción del culto habitual. Aunque la función de esta capilla abovedada no está clara, podríamos pensar que su construcción se debió a razones prácticas relacionadas con las peregrinaciones y la veneración de reliquias e imágenes santas. O, al menos, que su existencia fue aprovechada para tal destino a partir del hallazgo del Cristo de Candás.