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Vista general de la iglesia

Identificador
39060_10_007n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 21' 5.18'' , -4º 6' 58.23''
Idioma
Autor
Esteban Sainz Vidal
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de San Adrián

Localidad
Valles
Municipio
Reocín
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Descripción
EN ESTE PUEBLO DEL MUNICIPIO DE REOCÍN, la ermita vieja de San Adrián conserva aún algunos restos de su pasado románico. Muy modificada a lo largo de los siglos, puede unirse, en lo que fue su primitivo alzado románico, a ese grupo de iglesias rurales de muros de mampostería, como San Bartolomé de Oreña, San Bartolomé de los Montes, San Román de Escalante, Cerdigo, El Tejo, San Martín de Laredo, etc., que en su origen, y ya en un avanzado estilo de transición, forman una manera de construir muy utilizada en la región, sobre todo en los valles costeros. Posiblemente por razones de economía por una parte, y por ser muy reducido el número de fieles que las iban a utilizar, es muy probable que su plano parece tuvo que ser, casi siempre, el de una sola nave rectangular y un ábside semicircular, con bóveda de horno y de cañón apuntado en su interior, y con cubierta de madera en la nave, al modo humilde de lo que viene llamándose ermitas o iglesias de “concejo”. Da la sensación, en estas iglesias de aparejo de opus incertum, que casi todas fueron concebidas en los últimos años del siglo XII, o mediados del XIII, en un románico -como apuntamos- ya muy “diluido” en sus formas e influido por las primeras novedades del gótico. Pronto, estas iglesias, trabajadas casi con seguridad por los propios canteros del pueblo, tuvieron en los últimos años del siglo XIII, o con posterioridad, la necesidad de ampliarse tanto hacia lo alto como hacia lo ancho, añadiendo una o dos naves, con cubiertas de nervaduras totalmente góticas, y aún sufrieron nuevas reformas en época barroca, tanto por el aumento de la población como por la preponderancia, riqueza y poder de la Iglesia, y también por la prodigalidad de los “indianos”. Estas modificaciones generales, son bien patentes en San Adrián de Valles. Exteriormente esta iglesia nos deja ver una evolución en el sentido indicado. Las huellas del viejo edificio románico tan sólo se manifiestan en humildes restos que, en San Adrián, han quedado reducidos al muro sur, al que le fue añadido, además un pórtico rústico. Sólo el muro meridional, si bien muy reformado, nos deja ver una puerta muy sencilla de sillería, con una chambrana muy resaltada, de medio punto -marcada por una línea incisa, sin más decoración-, de once dovelas, que cubre un ancho arco doblado, con dovelas todas lisas, también en medio punto. Todas las arcadas apoyan sobre cimacios simplemente biselados, que cargan, a su vez, sobre jambas prismáticas sin ningún aporte de columnas. Todo este aparato de entrada destaca del muro de mampostería, que mantiene una cornisa tosca, toda ella de sillería, que apoya sobre diez canecillos, casi todos de caveto, muy irregulares. Entre ellos hay tres groseramente, también, decorados. Uno, el que está justamente sobre la clave de la chambrana, que parece de proa de nave con las aristas matadas por boceles bastante planos. Otro parece adornarse con un rostro masculino, enormemente desgastado. A uno y otro lado de la puerta, a la altura aproximada de la clave del guardapolvos, se abren sendas ventanitas, próximas a la anchura de una aspillera, con arquillo de medio punto tallado en una sola piedra. Sobre el muro occidental, justamente sobre el piñón del hastial se coloca una pequeña espadaña con un solo vano, en sillería y arco muy rebajado, que parece incorporado o acomodado en época barroca. Tal vez, por extrañas huellas existentes en la mampostería del hastial occidental, pudo existir una más vieja espadaña.