Un estudio afirma que las pinturas de Sigena fueron concebidas para ser portátiles
Un nuevo estudio plantea que el programa pictórico del monasterio de Santa María de Sigena fue diseñado desde su origen para ser trasladado y reconfigurado según las necesidades litúrgicas y políticas del momento.
Un equipo interdisciplinar de historiadores del arte, conservadores y especialistas en tecnologías digitales ha propuesto una nueva e inesperada interpretación de las pinturas murales de Sigena: lejos de concebirse como un conjunto estrictamente fijo, habrían funcionado como un sistema pictórico modular y parcialmente portátil, pensado para ser desmontado, trasladado y vuelto a instalar.
La hipótesis del Centro de Estudios de Arte Desmontable (CEAD) se apoya en el análisis técnico de las superficies pictóricas, los límites entre escenas y la aparente independencia compositiva de determinados fragmentos, que permitirían su lectura autónoma sin pérdida de coherencia narrativa.

Fotografía del Monasterio de Sijena durante los trabajos de arrancado de las pinturas. Foto: Instituto Amatller.
Un románico adaptable y “reconfigurable”
Según el autor del estudio, Armando Segura Broncano, algunas escenas presentan marcos visuales autoportantes, ausencia de continuidad cromática con los muros contiguos y una planificación que facilitaría su separación sin afectar al conjunto. Este planteamiento encajaría con un contexto medieval en el que los espacios monásticos debían adaptarse a cambios institucionales, ceremoniales o de representación del poder.
“Sigena no sería una excepción, sino un ejemplo avanzado de planificación visual flexible”, afirma el informe, que compara el sistema con una suerte de retablo mural desmontable.
Los investigadores apuntan incluso a la existencia de un orden alternativo de lectura, activado en determinadas festividades o visitas ilustres, mediante la reubicación parcial de escenas.
Antecedente del museo itinerante
El equipo subraya que este modelo convertiría a Sigena en un precedente temprano de la museografía portátil, en la que las imágenes no dependen estrictamente de un único lugar, sino que conservan su significado al ser desplazadas.
Esta concepción explicaría, además, la excepcional claridad narrativa de algunas escenas, pensadas para ser comprendidas fuera de su emplazamiento original y por públicos diversos.
“No estaríamos ante pintura mural en sentido estricto, sino ante un sistema visual de circulación controlada”, señala uno de los autores del Instituto Europeo de Movilidad Patrimonial (2025). Manual de buenas prácticas para el traslado de imágenes que no deberían moverse.
El estudio va más allá y plantea la posibilidad de algunos espacios dónde se pudieron ver las pinturas anteriormente, como la sala capitular del monasterio de Palamós, un espacio que, como recordarán algunos, también estuvo envuelto hace años en polémicas patrimoniales.
Ahora parece ser que el gobierno de Aragón, según fuentes de toda credibilidad consultadas, ya ha enviado a una delegación para proceder a su traslado de vuelta al monasterio. La idea es que vuelvan en la festividad de los Reyes Magos. Sin duda una magnífica novicia para la comunidad monástica, como declaraba una de las hermanas, la brasileña Sor Dera Do Nascimento, La idea de mural fijo es un construcción moderna, y finalmente se arrancó con un Villancico: Vuelve, a casa vuelve. Vuelve a tu hogar. Que hoy es Nochebuena Y mañana Dios dirá. Vuelve, a casa vuelve. Por navidad.

Figura 1.
Sala capitular del Real Monasterio de Santa María de Sijena tras el incendio de 1936. Se señalan las principales líneas de segmentación estructural detectadas en el análisis estratigráfico de los paramentos.
Figura 2.
Detalle del arco diafragma con identificación de ejes de fragmentación pictórica y posibles líneas de separación funcional entre escenas.
Figura 3.
Reconstrucción interpretativa del conjunto mural conservado, con indicación de los puntos de corte y articulación entre módulos narrativos.