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Altar barroco en el lado izquierdo de la nave

Identificador
40392_02_067
Tipo
Fecha
Cobertura
41º 4' 2.84" , -4º 6' 37.87"
Idioma
Autor
José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Lorenzo Mártir

Localidad
Cabañas de Polendos
Municipio
Cabañas de Polendos
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
PRESIDE LA PARROQUIA la plaza principal del caserío de Cabañas, hallándose exenta salvo por el costado occidental, donde tiene adosadas viviendas, y asentada en un acusado desnivel norte-sur. De planta basilical, muestra nave única coronada por presbiterio y ábside semicircular, levantándose combinando la sillería de deslabazado aspecto -en la cabecera y parte baja de la nave cercana a ésta del muro norte- con la mampostería, exterior e interiormente enfoscada. La portada se abre al sur, mientras que a los pies se dispuso una torre postmedieval de planta cuadrada. Al norte del presbiterio se adosó una sacristía cuadrada, levantada en mampostería con verdugadas de ladrillo, quedando vestigios de otras estructuras, hoy eliminadas, que recubrían esta fachada septentrional. El templo románico primitivo ha sufrido numerosas transformaciones, conservándose de él su traza general, la cabecera, y al menos en alzado muy fragmentarios retazos de la nave, entre los que sobresale especialmente su portada. El ábside, al exterior, da fe de tales reparaciones y ampliaciones alzándose en parte sobre un zócalo de gruesos mampuestos. Combina en su tambor la sillería con la mampostería en el sector meridional, siendo claramente visible el recrecimiento del que fue objeto. En efecto, un canecillo de nacela junto al codillo del lado sur del presbiterio nos marca la primitiva línea de cornisa, sobreelevada con tres hiladas de reutilizada sillería románica. En el eje se abre una ventana de arco de medio punto, protegido por chambrana de nacela, que apea en columnas acodilladas de basas áticas sobre plintos y capiteles figurados. El más meridional se orna con la conocida pareja de leones afrontados que agachan sus cervices, mientras el cimacio recibe decoración vegetal de tallos ondulados y carnosas trifolias; en su compañero vemos dos arpías de alas explayadas, bajo cimacio de boceles y nacela. Interiormente la capilla mayor aparece recubierta por un retablo barroco -datado en 1702 por una cartela- y el moderno enfoscado, aunque se observan aún los arranques de la bóveda de horno que cubría el hemiciclo y del cañón que cerraba el tramo presbiterial. La nave, por su parte, se cierra con una deteriorada parhilera con tirantes, que aspira a una necesaria restauración en el momento de redactar estas líneas (junio de 2005). Junto a las cubiertas originales, se han perdido el arco triunfal y los remates de la nave románica, cubriéndose hoy a la misma altura todo el cuerpo del edificio. Fragmentos de la primitiva cornisa, decorada con tetrapétalas en medallones entre dobles hojitas, tosco remedo de otras muy frecuentes en la zona como San Miguel de Turégano, fueron reutilizados en el remate de los muros. En un antecuerpo rematado por tejaroz de la fachada meridional se abre la bella portada, el elemento de mayor interés del conjunto. Se compone de arco de medio punto liso de rosca ornada con tallos entrelazados y una cenefa de zarcillos, rodeado por dos arquivoltas, la interior moldurada con tres cuartos de bocel en esquina retraído y puntas de clavo y bolas en las nacelas, mientras que la externa es lisa, con decoración de espinosas rosetas inscritas en clípeos perlados en la rosca. En conjunto se rodea con tornapolvos de cuatro filas de finos billetes. Apean los arcos en jambas de aristas matadas por bocel, coronadas por imposta de espinosas tetrapétalas y tallos, y en las que se acodilla una pareja de columnas para recibir la arquivolta interior, todo sobre basamento abocinado. Se alzan las columnas sobre basas áticas de desarrollado y aplastado toro inferior, coronándose sus fustes con capiteles en los que se afrontan dos parejas de aves sobre fondo de tallos entrelazados -en el más occidental- y dos parejas de leoncillos rampantes, también entre tallos. En las enjutas se disponen dos deteriorados relieves, de los que el más occidental, a la izquierda del espectador, corresponde a un barbado personaje bajo un arquillo, ataviado con túnica y manto recogido por una fíbula sobre el hombro, que parece sostener un objeto de difícil identificación sobre su abdomen. La otra figura, también bajo deteriorado arquillo, parece la representación de un eclesiástico vestido con ropas talares y sosteniendo un libro en su extendida diestra, incluso parece adivinarse un nimbo tras su cabeza, tocada con un extraño bonete. El estado del relieve no permite ir más allá en las identificaciones. Se remataba el antecuerpo con un tejaroz que ha perdido la cornisa, restando la hilera de muy desgastados canes de nacela y las metopas entre ellos, decoradas con rosetas y tallos de complicados entrelazos. La portada repite con variantes el modelo que vemos en las de La Higuera, Pelayos del Arroyo, Tenzuela, San Quirce de Segovia, Peñasrubias de Pirón, Basardilla y otras, cuyo éxito alcanza la degradación formal en la ermita de Veladíez de Espirdo o en Mata del Quintanar. Responde, como en general la decoración de la iglesia, al denominado por Inés Ruiz Montejo como “taller de la Tierra de Segovia”, o más comúnmente como “románico del Pirón”, cuyo amplio aunque repetitivo repertorio formal recurre con fruición a las rosetas en clípeos, los entrelazos vegetales de más o menos complicado diseño, etc., y ello en composiciones abigarradas, con un cierto horror vacui. Buena parte de los motivos encuentran sus referentes en las iglesias de la capital, sobre todo en las portadas occidentales de San Martín -de la iglesia y del pórtico-, el arco de acceso a la capilla bajo la torre de San Justo, cuya relación casi identitaria fue señalada por Santamaría, las portadas occidentales de San Millán y San Sebastián, la norte de Santo Tomás, la principal de San Quirce, etc. Como buena parte del románico del Pirón, su cronología debe encuadrarse en las primeras décadas del siglo XIII. Conserva la parroquia en el fondo de la nave, bajo el coro, un notable ejemplar de pila bautismal románica labrada en caliza. Muestra copa troncocónica de 112 cm de diámetro por 62 cm de altura, decorada con salientes gallones entre boceles sogueados, uno en la embocadura y el otro en la zona inferior, alzándose sobre un muy rehecho pie de 44 cm de alto, moldurado con bocel y toro, el primero ornado con apenas reconocible decoración vegetal. Junto a la portada, adosada al muro meridional de la nave, se dispone una pila aguabenditera románica, compuesta de copa troncocónica de 25 cm de diámetro por 23 cm de altura decorada con un rudo bocel sogueado en la embocadura y gallones en el frente; se alza sobre un fuste monolítico de 49 cm de alto y una desgastada basa de 20 cm de altura. Al otro lado de la portada, embutido en el muro, un mortero de aspecto medieval hace también funciones de pila de agua bendita.