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Aspecto de la ermita desde el Este

Identificador
39093_01_037n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 54' 17.77'' , -4º 1' 57.74''
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Derechos
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de Ondevilla

Localidad
Aldea de Ebro
Municipio
Valdeprado del Río
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Descripción
VINIENDO A ALDEA DE EBRO desde Barruelo de los Carabeos, después de bajar la curvada y pendiente carretera que nos lleva a ella, y a unos doscientos metros antes de llegar al caserío, se ve abajo, hacia el Ebro, y entre prados segaderos, la llamada ermita de la Virgen de Ondevilla, que conserva ábside rectangular, parecido al de San Juan Bautista, y nave del mismo plano, aunque esta vez orientada normalmente. El ábside no parece haber sufrido alteración notable en su carácter románico. Todo él de sillería, mantiene en los muros norte y sur los canecillos primitivos. Los del sur soportan cornisa decorada con serie de rombos verticales y tangentes, también románica. Es de lamentar la erosión sufrida por cornisa y canecillos, en muchos casos con las decoraciones perdidas. Son seis, el primero, con dificultad de interpretación, pudiera ser un animal que posa las cuatro patas sobre el caveto, con la cabeza en la parte baja. El segundo, limado prácticamente por el transcurrir del tiempo, parece el cuerpo de un águila, de frente, marcadas sus alas por simples arquillos paralelos. El tercer canecillo, aunque también muy erosionado, muestra el cruce en aspa de dos culebras. El cuarto puede ser la consabida figura que lleva un tonel o rollo sobre sus espaldas. El quinto, protomo de animal monstruoso que pudo tener las fauces abiertas. Se ven bien las orejas y las patas delanteras. El sexto, casi completamente imposible de interpretar, recogería dos figuras humanas, tocando un mismo arpa. Los canecillos del muro norte del ábside también se conservan todos bajo una cornisa que no parece decorada. El primero, de izquierda a derecha, fue sin duda interesante, y aunque por su estado, no puede ser bien interpretado, sí que se llega a reconocer la figura de un hombre de pie, desnudo, que intenta liberarse de un monstruoso animal que con sus patas delanteras le apresa fuertemente por la cintura. El segundo es de limpio y sencillo caveto. El tercero es de punta de diamante o de cabeza de clavo, sobre dos cavetos superpuestos. El cuarto es otro motivo muy repetido de la mujer desnuda que levanta sus piernas, cogiéndolas con sus manos y mostrando impúdicamente su sexo. El quinto, vuelve a repetir el águila frontal con las alas plegadas que vimos en otro canecillo del sur. El sexto, cubierto por hiedra seca, no nos permite verle, aunque parece de solo caveto. El muro este de la cabecera, lleva en su centro una estrecha aspillera abocinada que va adornada con fina arquivolta de medio punto, con muy limpio soguead,o y una línea de dientes de lobo; todo, con otra trenza de doble sogueado que recorre el centro de la piedra o sillar que forma la bovedilla de medio punto que cierra la aspillera. Todo ello va envuelto por otro arco exterior, también de medio punto, que forma parte de la superficie de sillería del muro. La nave ha sido bastante modificada en su muro meridional que ha perdido la cornisa románica, que ahora es de gola, y todos los canecillos que pudo tener. La cubierta, como la de la cabecera, es a dos aguas. Parece que el muro sur de la nave, perdió su puerta románica, que ahora puede ser moderna, obra de la modificación que se realizó en los siglos XV-XVII. El muro norte, sin embargo, que sufrió la apertura de una sacristía en estos mismos siglos, conserva aún, en la parte que dejó libre este añadido, es decir, en su trasera –por cierto excepcional, por ser de mampostería concertada, en oposición al resto de la iglesia que es de sillería– una cornisa con cinco canecillos de caveto. El interior del ábside se cubre con bóveda de cañón apuntado que apoya sobre imposta en bisel de nido de abeja. Se da paso a la nave por arco triunfal, doblado y apuntado, que carga sobre cimacios de distinta decoración: el derecho (epístola) sigue el dibujo de nido de abeja de la imposta, mientras que el izquierdo (evangelio) se adorna en sus tres lados por palmas o rosetas ovaladas o circulares muy parecidas a las que se esculpían en el tímpano interior de la iglesia de San Juan, lo que nos obliga a pensar que operarios que trabajaron en Ondevilla fueron también los canteros de San Juan, y a asegurarnos la romanicidad de ambos monumentos. Los de San Juan han sido tan limpiados cuando en el siglo XIX se modificó la iglesia, que han hecho que llegue a dudarse de su verdadera cronología. Los capiteles de este arco triunfal de Ondevilla también se nos muestran como declaradamente sintéticos y de notable rusticidad, como los de San Juan. El derecho representa a un Gilgames, en el centro de la cesta, sujetando por el cuello con ambas manos alzadas a dos grandes aves de gigantescas patas con sus garras. En los laterales, una figura humana enormemente simplificada, que alza los brazos extendidos hacia arriba, circundando el rostro. En las esquinas, cabezas masculinas tan solo esbozadas y muy veladas. Su simbolismo total se nos escapa, y se nos ocurre suponer que, por estar las figuras centrales sin tocar en los collarinos, podría tratarse del viaje de Alejandro al cielo (?). El capitel izquierdo también nos llena de extrañeza; se trata de cuatro pájaros semejantes a los del otro capitel, que están unidos de dos en dos por las ancas y que se enfrentan, dos de ellos, en el centro de la cesta, llevando ambos en el pico una especie de esfera o fruto redondo y al tiempo unen sus patas delanteras. Desconocemos también lo que con estas aves de dos cabezas y monstruoso cuerpo nos querían indicar. Las basas de estas columnas de fustes pareados son también dobles y siamesas y constan de toro alto reducido, escocia estrecha y toro bajo globuloso, con lengüetas, plinto de muy poca altura y banco alto que corre después por los muros del presbiterio, con esquinas matadas en bocel.