Pasar al contenido principal
x

Capitel de la columna derecha de la portada

Identificador
33400_01_103
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Adriana Carriles García
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa María Magdalena de los Corros

Localidad
Avilés
Municipio
Avilés
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
LA IGLESIA DE SANTA MARÍA MAGDALENA de los Corros también fue construida en esa etapa que va desde el último tercio del siglo XII hasta el primero del siglo XIII, cuando, a raíz de la pujanza económica experimentada por Avilés, gracias a la intensa actividad comercial y los beneficios jurídicos derivados de la concesión de su fuero, tuvo lugar un período de intensa edificación durante el cual también se construyeron las iglesias de San Nicolás de Bari (actual iglesia de los Padres Franciscanos) y el convento de San Francisco (hoy parroquia de San Nicolás de Bari). Ninguno de estos edificios ha llegado a nuestros días conservado en su estado original. De la iglesia que ahora nos ocupa, Santa María Magdalena de los Corros, conservamos su portada occidental y el arco triunfal en el interior. La iglesia de Santa María Magdalena se encuentra relativamente alejada de lo que sería el núcleo urbano amurallado del Avilés medieval. La elección de este emplazamiento estaría motivada con razones de carácter práctico, ya que, a decir de Tolívar Faes, esta iglesia se complementaba con una malatería vinculada al camino de peregrinación, al menos durante la época en que fue edificada; la toponimia, la advocación a María Magdalena y la devoción a San Lázaro parecen corroborar esta tesis. Como apoyo documental encontramos, en la relación efectuada posteriormente por el obispo don Gutierre, una referencia a esta iglesia avilesina, aunque sin especificar si poseía carácter parroquial, y de la que se dice donde ay malatos. La asociación de una iglesia puesta bajo la advocación de María Magdalena y una malatería la encontramos en más ocasiones durante el período románico; sin ir más lejos, en el concejo de Gijón encontramos el ejemplo de Santa María Magdalena de Ruedes. La construcción de malaterías y hospitales durante la Baja Edad Media era un fenómeno relativamente frecuente, no sólo por necesidad de asistencia sanitaria, sino por cuestiones económicas, ya que las limosnas de los fieles y los peregrinos representaban una interesante fuente de ingresos para los fundadores de este tipo de establecimientos. Fernández Conde identifica la iglesia de Santa María Magdalena de los Corros con la de Santa María de Cortina que aparece mencionada en el Libro Becerro de la Catedral de Oviedo, nombre con el que fue conocida hasta, al menos, mediados del siglo XIV. Esta iglesia fue edificada como templo asociado a la malatería del lugar y no es hasta principios del siglo XVII cuando se encuentran documentos que la citen como parroquia, aunque no pueda fecharse con seguridad el momento en que adquirió dicho estatus. Los elementos románicos conservados, la portada y el arco del triunfo, están actualmente en el interior y dispuestos en sentido transversal a la nave de la iglesia actual, y parece, por su orientación, que ésta fue su colocación original, con lo que estaríamos hablando de que las sucesivas reformas sufridas por la iglesia de Santa María Magdalena de los Corros alteraron completamente su aspecto e incluso las propias trazas. En este aspecto, hemos de mencionar el proceso de desamortización llevado a cabo en el siglo XIX, y que en el caso de Avilés afectó a los tres conventos existentes en ese momento en la ciudad (San Francisco, San Bernardo y La Merced), así como al templo de Santa María Magdalena de los Corros, proceso que permitió a la ciudad realizar una serie de modificaciones arquitectónicas y, sobre todo, urbanísticas. En origen, Santa María Magdalena de los Corros debió de ser un templo de pequeñas dimensiones, de carácter rural, de nave única y cabecera de testero recto, construido con una finalidad muy concreta: atender las necesidades religiosas de un enclave vinculado al Camino de Santiago y a un centro de malatos. Se trataría, por tanto, de un templo cuyas trazas seguirían el modelo más difundido durante el período románico para iglesias de dimensiones modestas: un edificio de una única nave, cubierta probablemente con techumbre de madera a dos aguas, y un ábside cubierto con bóveda. El arco triunfal que marca la transición al espacio del ábside es, en el caso de Santa María Magdalena de los Corros, de carácter bastante sobrio, especialmente si lo comparamos con la decoración de la portada de esta misma iglesia. Se trata de un arco del triunfo articulado en dos arquivoltas de medio punto completamente desornamentadas, ambas apeando sobre columnas. Las impostas son molduras también lisas y la decoración de los capiteles se limita a motivos vegetales ya conocidos en la región, alguno de ellos de aspecto muy estilizado. La portada occidental, mucho más cuidada en el aspecto ornamental, se compone de dos arquivoltas de medio punto protegidas por guardapolvo decorado con el doble motivo del ajedrezado, muy recurrente en el románico costero asturiano, más una sucesión de semicírculos. La primera arquivolta, la externa, decora el frente de su rosca con un motivo también muy frecuente en la zona, la doble banda de zigzag, de distinto grosor y relieve. En cuanto a la segunda arquivolta, el frente repite la sucesión de círculos que habíamos visto en el guardapolvo, a lo que añade una moldura cóncava, en cuyo interior se disponen pequeños tréboles, y un potente bocel; mientras que el intradós muestra semicírculos imbricados. Los capiteles presentan un repertorio iconográfico muy variado, que incluye desde temas vegetales de carácter decorativo a escenas narrativas. Los capiteles de la jamba izquierda representan, el exterior, una imagen vegetal, y el interior, la escena del Pecado original. Como ya se ha dicho al hablar de la portada de la iglesia de San Nicolás de Avilés (actual templo de los Padres Franciscanos), el Pecado original es uno de los temas iconográficos más exitosos del arte cristiano, debido a su fuerte carga simbólica y didáctica. En el caso del capitel de Santa María Magdalena de los Corros, la escena fue tallada en un altorrelieve muy contrastado, de forma que se acentúa la expresividad de las imágenes. Como en la iglesia de San Nicolás, el árbol de la ciencia vuelve a actuar como eje de simetría del capitel, situándose en su vértice y distribuyendo la posición de los personajes. El mejor estado de conservación de la portada de Santa María Magdalena permite observar con más detenimiento los detalles del capitel. Se trata de un árbol de buenas proporciones, frondoso, en el que se distinguen con nitidez las raíces, el tronco y el ramaje de la copa, correspondiéndose con los tres niveles de vida para el cristiano (infierno, tierra y cielo). Este árbol, además, se apoya sobre el astrágalo sogueado del capitel, sobre el que sitúa sus raíces. En su tronco aparece enroscada la serpiente. Al igual que en el capitel de la iglesia de San Nicolás, en éste también se escenifican dos momentos diferentes del pecado: a la izquierda de la composición se sitúa Eva, quién alarga una mano hacia el árbol para alcanzar el fruto prohibido, mientras que con la otra trata ya de cubrirse el sexo. Adán, por su parte, aparece en una actitud más pasiva, ya ha comido el fruto e intenta ocultar su desnudez. Esta inversión de las actitudes de las figuras parece ser debida a un error iconográfico del artesano que copió el modelo de la iglesia de San Nicolás de Avilés (actual templo de los Padres Franciscanos). La figura femenina está tallada con cuidado, el cuerpo bien proporcionado, de formas redondeadas y con cabello largo; el personaje masculino presenta un tratamiento visual más plano y menos detallista, quizá por ocupar un espacio menos visible. En cualquier caso, ambas figuras son de buen tamaño, alcanzando la misma altura que el árbol. Como ya hemos explicado, ni técnica ni iconográficamente nos parece posible hablar de un mismo escultor para Santa María Magdalena de los Corros y San Nicolás, pero sí es probable que ambos artífices trabajaran en base a unos modelos iconográficos muy similares que luego reinterpretarían y adaptarían al cuerpo del capitel. En la jamba derecha se repite esta combinación de un capitel de motivos vegetales y otro de carácter figurativo, que en este caso son dos aves afrontadas sujetando con sus picos a un pequeño animal. Se trata del capitel externo, donde se disponen las mencionadas aves apicadas comiendo un animal cuadrúpedo, al que sujetan con sus garras; las aves fueron talladas con gran precisión y sentido naturalista, detallando con sumo cuidado el plumaje. La escena se completa con la imagen de una serpiente, dispuesta sobre las cabezas de las aves, y ocupando toda la longitud del capitel. Se trataría de una iconografía alusiva al triunfo de Cristo sobre la tentación, que aparece en algunos otros ejemplos del románico costero asturiano, por ejemplo en la portada de San Miguel de Serín (concejo de Gijón), donde las aves parecen identificarse con pelícanos, y el cuadrúpedo fue sustituido por un sapo de grandes dimensiones. Cabe destacar que la iglesia de San Miguel de Serín se relaciona con la avilesina de San Pedro Navarro de Valliniello por otros motivos iconográficos, aunque la factura de Valliniello es de ejecución más tosca, menos precisa en los detalles. La calidad técnica de los relieves de Serín, además de su propia iconografía, frecuente en el románico del grupo ovetense pero no en la zona costera, conducen a pensar que el artífice de dicho capitel haya sido un cantero formado en Oviedo, que habría actuado como difusor de imágenes propias del repertorio ovetense, imágenes imitadas por el artesano de Valliniello, de donde a su vez tomaría el motivo el responsable de diseñar la portada de Santa María Magdalena de los Corros. El capitel interno es el que en esta jamba se esculpió con unos motivos vegetales que podrían recordar las hojas de roble por su perfil lobulado regular, lo que sería un hecho comprensible, dado que en nuestra región abundan los robledales y podrían haber servido como fuente de inspiración. Coronan los capiteles unas impostas, que aquí tienen forma troncopiramidal invertida. La imposta derecha se decora con flores tetrapétalas de botón central, y la izquierda con una cenefa de motivos geométricos a base de rombos y semicírculos imbricados. Al igual que ocurrió en la iglesia de San Nicolás de Avilés (actual templo de los Padres Franciscanos), a ambos lados del cuerpo saliente que conforma la portada se han alterado las esquinas para situar en ellas otras dos columnas, con sus respectivos capiteles. El capitel de la columna izquierda muestra un rostro, que posiblemente no pretenda ser representación de ningún personajes concreto, entre un espeso ramaje, tal como ya sucedió, precisamente, en el templo de San Nicolás de Avilés; por su parte, el capitel de la columna derecha muestra otro rostro humano, de aspecto grotesco, pero en este caso atrapa entre sus dientes una serpiente, nueva alusión a la temática de los vicios y sus castigos. Como hemos dicho al comienzo del comentario, los elementos románicos conservados en Santa María Magdalena de los Corros, esto es, la portada y el arco triunfal, permiten fecharla a finales del siglo XII o principios del siglo XIII, en una franja cronológica paralela a la iglesia de San Nicolás de Bari (actualmente templo de los Padres Franciscanos), con la que comparte algunos aspectos del programa iconográfico.