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Pila bautismal

Identificador
26068_01_001n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 33' 1.08'' , -2º 49' 18.12''
Autor
Sin información
Colaboradores
Sin información
Derechos
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Martín

Localidad
Gimileo
Municipio
Gimileo
Provincia
La Rioja
Comunidad
La Rioja
País
España
Descripción
EN LA IGLESIA PARROQUIAL de San Martín realizada en el siglo XVI, y en el cuerpo bajo de la torre que sirve de baptisterio, se encuentra una pila bautismal que consta de pie y tina, decorados con relieves. La pila mide 97 cm de altura total x 106 cm de diámetro del brocal, y 47 cm de altura del pie x 50 cm de altura de la taza. La tina, que es troncocónica, está dividida en dos registros, el inferior aparece decorado con arcos trilobulados apuntados en dos filas alternantes, con flores de cuatro pétalos en las enjutas, y el superior con tallos quebrados en zigzag rematados en flores. El pie es un grueso fuste reaprovechado que se decora con seis figurillas humanas de cuerpo entero a modo de atlantes, con torso desnudo, faldilla corta y con los brazos levantados dándose la mano y formando un corro que da la vuelta completa al fuste. Desde el punto de vista iconológico, la presencia de la línea quebrada o zigzag en las pilas bautismales se vincula a un motivo acuático, que significa el agua como medio de regeneración eterna, evocando la Fuente de la Vida del paraíso. Asimismo, existiría el significado de lo paradisíaco en las arquerías con decoración vegetal, en sus enjutas, columnas o arcos, ya que para los visionarios medievales, el Edén se consideraba un lugar idílico y apacible, con arbustos y frutos, rodeado de una muralla con puertas (arquerías), igual que la Jerusalén celeste. Tanto el paraíso como la Jerusalén celeste poseen simbolismo bautismal por ser metáforas de la salvación. Las dos piezas de que consta la pila, tina y pie, son independientes. El pie románico es del siglo XII, desconociéndose su procedencia. La tina es gótica, realizada entre los siglos XIII o XIV, y aunque carece de figuración humana, es, en opinión de Minerva Sáenz Rodríguez, de pertenencia al taller de la Sonsierra riojana, con reminiscencias románicas, y de tosca factura. Su estado de conservación es bastante deficiente, ya que según un letrero grabado en el brocal de la propia pieza, en 1944 el párroco Jesús Gato Apellániz la pintó, presentando hoy un aspecto lamentable, que impide distinguir los motivos que la decoran.